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Así te ponen las multas: usos y trucos que debes saber
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la 'caballería' de los parquímetros

Así te ponen las multas: usos y trucos que debes saber

Una vigilante de estacionamiento "de la caballería", o sea, de las que van en moto, nos muestra los procedimientos para sancionar a los vehículos en las zonas reguladas

Foto: El tope por el mismo motivo son dos multas diarias. (EFE)
El tope por el mismo motivo son dos multas diarias. (EFE)

Baja la pendiente de la calzada en su moto “como Steve McQueen” y mientras tanto no pierde ojo de los coches aparcados. Es una de las más de 1.000 reguladoras del estacionamiento en Madrid. No es casual que sea una mujer. Más del 80% de los trabajadores en este sector son de su sexo. Conoce cada rincón de su zona y si aparcas mal, estás perdido. Que lo sepas. “Somos dos, yo en moto y otra compañera andando, las que peinamos la zona. ¡Es imposible que te libres!”, dice con una sonrisa.

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Cada día más “multeras” van en un 'scooter'. Es opcional, no es que haya una división motorizada, "la caballería", y una infantería a pie. “Te dan un cursillo de formación si has elegido ir en moto”, y a peinar las calles. No tiene un minuto libre, pero se detiene en un semáforo y contesta a la carrera todo lo que se le pregunta: una guía exprés para que uno sepa cómo le ponen las multas. Por supuesto, desde la promesa de no decir su nombre. Trabajan para una de las dos empresas concesionarias y no tienen casi derechos. Sus movimientos están controlados al milímetro, casi como los de un preso en día de permiso con una pulsera al pie, aunque no quiere detenerse en eso incluso amparada por el anonimato. Su responsabilidad incluye zonas bastante amplias, por eso nunca las verá detenerse ni un segundo.

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Cortesía. Desde que uno aparca hasta que coloca el correspondiente papelito, te dejan entre cinco y diez minutos “de cortesía”, dependiendo “del carácter y la paciencia de cada uno”. “Hay gente muy lenta porque es mayor o no se entera y hay que darle un tiempo. Muchas veces sabemos que es alguien que a propósito no está dejando el tique, por eso aguantamos en esa zona y si pasan más de diez minutos les cae la sanción”. "La verdad es que sí hay bastante gente que intenta tomarnos el pelo y no sienta nada bien. También hay gente de buena fe y esa te da pena, pero no podemos hacer nada", explica. Los procedimientos son bastante similares en todas las ciudades porque las empresas concesionarias son las mismas.

El límite de multas, generalmente, son dos por día, pero también pueden llamar a la grúa “desde la primera advertencia”, aunque no lo hacen

Reincidencia. Si ya le han puesto la multa, que sepa que le pueden poner otra más por el mismo motivo. En general el límite son dos por día. También que pueden llamar a la grúa, “desde la primera advertencia”, aunque casi nunca lo hacen. Da igual si deja el justificante de la sanción en el parabrisas o no. Cada trabajador lleva una terminal con todos los datos y sabe exactamente lo que acontece con su coche. “De todos modos no es lo mismo si se han pasado de hora a si han pasado de todo directamente”, explica esta trabajadora. Si te has despistado, lo normal es que solo te pongan una multa.

Saltan las alarmas

Otra cosa es si usted es un “sospechoso habitual”. En su terminal, parecida a un datáfono de los de cobrar con tarjeta, les saltará que su coche es “un clásico” en esto de las multas. Entonces, llamarán a la Policía Municipal y el coche se lo llevará la grúa, aunque lleve dos minutos excediendo el tiempo. Eso se explica porque los procesos de cobro de las multas son muy largos “y al menos si se lo lleva la grúa municipal se cobra lo del depósito”. En el caso de Madrid hay un ranking de grandes multados. Sus montantes adeudados pueden superan los 40.000 euros. Así que todas las alarmas rojas saltan cuando se introduce su matrícula y los agentes rodearán su coche como si fuera una película estadounidense.

Los reguladores de aparcamiento trabajan siete horas. En la central de su empresa tienen sus uniformes y su taquilla. Desde allí salen a “patrullar la ciudad”. Entre sus imprescindibles verán que llevan una mochila. Allí llevan el bocadillo, la libreta de ruta, un bolígrafo, una agenda y rollos de papel para poder poner las multas. “¡Sería muy gracioso que no pudieras poner una multa porque te has quedado sin papel, aunque alguna vez ha pasado!”, revela nuestra motorista. Aunque, por supuesto, cada trabajador lleva en su mochila lo que le parece oportuno.

Tienen un botón antipánico, “aunque entre que le das y vienen…”. El año pasado, los reguladores sufrieron casi 200 agresiones

Pero no siempre las cosas son de buen rollo, aunque sea de papel, en esta profesión. En 2016 hubo cerca de 200 ataques a reguladores de aparcamiento. Algunos de ellos incluyeron empujones y patadas. Muchos de ellos, amenazas. Por eso se va imponiendo el sistema de la pequeña moto, al margen de que sea más descansado. De todos modos, tienen un botón de emergencia, conocido como de "antipánico", por el que se avisa a los agentes locales, “aunque entre que le das y vienen…”. Los reguladores de aparcamiento no tienen presunción de veracidad, como sí sucede con otras autoridades, de tal modo que cuando estas agresiones llegan a juicio, muchas veces, son la palabra de uno contra el otro.

Pequeños trucos. La controladora nos confiesa una manera de sortear la limitación de tiempo máxima (cuatro horas en zona azul). Cuando uno aparca en una de esas grandes vías que dividen dos barrios regulados, no es necesario mover el coche para tener el doble de tiempo de aparcamiento. Basta con sacar un tique cada vez diciendo que se está en un lado distinto de la calle, pero sin necesidad de cambiar el vehículo de sitio. “Pero eso solo vale en las calles que cada acera pertenece a un barrio, en las demás no funciona”. Tampoco es válido si el aparcamiento es para residentes.

La abuelita y el bar

Todos los días les suceden cosas curiosas. Al margen de las agresiones, que no son tan frecuente, las excusas que da la gente para que les anulen la multa (lo cual es, sencillamente, imposible), los conductores aducen todo tipo de motivos para justificar no haber puesto el papel correspondiente. “El más clásico es que han ido a ver a su abuelita un minuto y luego los ves salir del bar, igual es que su abuelita estaba en el bar”, se ríe la reguladora motorizada.

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Sobre la voracidad recaudatoria de los ayuntamientos y las directrices de multar, ni niega ni concede, aunque reconoce que tienen obligación de multar a quienes se equivocan al teclear su matrícula aunque sea obvio que es un error tipográfico y hayan pagado igual: "Sí, sabemos que no ha sido a mala fe, pero es la obligación que tenemos y lo que nos han dicho que hagamos. De todos modos, creo que si esas multas se recurren, las ganan todos los sancionados", dice como disculpándose.

En Madrid y, presumiblemente, en casi todas las ciudades españolas de manera gradual, el estacionamiento regulado se va a extender a los fines de semana y por la noche en las zonas más céntricas y donde los residentes tienen más dificultades a casi cualquier hora para poder aparcar en su barrio. “Contratarán a más gente, supongo”, explica esta trabajadora, que comenta que a día de hoy trabajan “de manera rotatoria” un sábado de cada dos.

Baja la pendiente de la calzada en su moto “como Steve McQueen” y mientras tanto no pierde ojo de los coches aparcados. Es una de las más de 1.000 reguladoras del estacionamiento en Madrid. No es casual que sea una mujer. Más del 80% de los trabajadores en este sector son de su sexo. Conoce cada rincón de su zona y si aparcas mal, estás perdido. Que lo sepas. “Somos dos, yo en moto y otra compañera andando, las que peinamos la zona. ¡Es imposible que te libres!”, dice con una sonrisa.

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