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Cómo comunicarle a vuestros hijos que vais a separaros, sin traumas
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LIDIAR CON UN DIVORCIO

Cómo comunicarle a vuestros hijos que vais a separaros, sin traumas

Los hijos que llevan bien un divorcio son los que tienen la sensación de no haber perdido a ninguno de sus padres porque ambos están disponibles para ellos

Foto: Lo ideal es que padre y madre expliquen a los hijos la nueva situación. (iStock)
Lo ideal es que padre y madre expliquen a los hijos la nueva situación. (iStock)

Nuria y Carlo son los padres de Nico, un niño alegre y dicharachero de seis años y siete meses, especialmente hablador y reflexivo que, con su gracejo particular, nos permitió adentrarnos en su mundo interior emocional y comprender cómo vivía los cambios que estaban ocurriendo en su vida desde que sus papás decidieron separarse.

Nos cuenta así:

–“Papá y mamá me han dicho que me voy a ir a vivir unos días en una urba nueva. Mamá dice que está cerquita de la nuestra y que voy a tener una habitación muy, muy chula sólo para mí y que me van a dejar pintarla de azul, porque me gusta mucho el azul, ¿sabes? ¡Ah!, papá me dijo que me voy a poder llevar a mi muñeco Guss. (Sin pensárselo dos veces comparte conmigo su muñeco. Guss es una rana verde despeluchada, su juguete preferido y su objeto acompañante, que hace sentir a Nico mucho más confortable y seguro. Pará él es muy importante que su "fiel escudero" le acompañe a su nueva casa).

–“Nico”, le pregunta amablemente el terapeuta, “¿te han explicado si va a haber algún cambio en tu rutina?”

–“Sí... es que papá me ha dicho que como no va a vivir en casa, después del fútbol me recogerá del cole la nana Menchu y que otro día vendrá el abuelo Lolo y entonces me quedaré con mamá a merendar. “Pero yo... no sé (Duda mientras hace garabatos en una hoja blanca),...a lo mejor es que (Baja la voz y un pesado silencio se extiende por la consulta. Parece que le cuesta contarme lo que piensa y abrir su corazón. Cabizbajo al final, confiesa)... Me he portado mal y he sido un niño muy malo porque mamá llora mucho y papá está muy serio y me riñe mucho y a lo mejor es que ya no me quiere tanto... Y, es que.., ¿sabes?, (Dirigiéndose a mí con toNo de "te voy a contar un secreto muy importante") la seño Jess le contó a papá que fui malo porque le pinté la muñeca Frozen a Carolina, y se puso a llorar y después la seño Jess le preguntó y se lo chivó. Y, ¡claro!, ¡como dijo que había sido yo! La seño me puso en el rincón de “tiempo para pensar”. (Ya más animado, pareciera que Nico piensa que ahí se halla la raíz de todos sus males).

–“Y, ¿te han dicho algo más tus papás, Nico?”, pregunta el terapeuta.

–“Mis papás dicen que no tengo que estar preocupado, que son cosas de mayores, y que tengo que estar contento porque voy a tener dos urbas y voy a tener muchos más amiguitos. Mi papá dice que ya no se quieren como si estás enamorado y te das besos todo el tiempo, pero que a mí sí me quieren mucho porque me dan besos todos los días (señala la mejilla). Y,... bueno,...que eso no les va a pasar nunca conmigo, ¿verdad?. Porque yo soy su niño, ¿sabes?, aunque a veces me riñen y se enfaden conmigo. (Tras un silencio cómplice, aclara) como cuando juego al fútbol en el salón con tío Fer y me duele la barriguita de tanto reirme”.

–“No sé, yo quiero estar con mi mamá y quiero que mi papá me lea mi cuento de buenas noches y juguemos a hacernos cosquillas. Papá repite mucho que no me preocupe, que siempre van a estar conmigo y que me quieren mucho, mucho. Y me dan muuuuuchos besos, como yo a Guss, y eso, (sonríe dando amplitud a su cara), eso sí me gusta”.

El divorcio visto por los niños

La enorme ventaja de acceder al mundo afectivo y cognitivo de Nico es que nos permite conocer su visión infantil de lo que sucede. Nos orienta a los adultos y nos sirve de guía en su proceso para saber cómo él entiende las cosas, qué habremos de ayudarle a comprender, cómo hablar con él, cómo tranquilizarle...

El divorcio no tiene por qué ser un acontecimiento traumático en la vida de un niño y, si existe en la actualidad alguna certeza científica, es que los hijos de padres separados que poseen un buen ajuste emocional son aquellos que se sienten satisfechos con el progenitor al que han sido confiados y, que tienen a su vez la posibilidad de ver y oir al otro. Es decir, los que tienen la sensación de no haber perdido a ninguno de sus padres porque ambos están disponibles para ellos.

Cuando los sentimientos están a flor de piel y la susceptibilidad alcanza sus cotas máximas, no siempre resulta fácil establecer un clima de diálogo

Muchos padres saben que comunicar la decisión de divorciarse o separarse a sus hijos es uno de esos momentos temidos, delicados y difíciles, por los que han de atravesar. Son numerosos los aspectos en los que, como padres, hay que comenzar a pensar. Al tiempo que lidian con su dolor, tendrán que mantenerse activos y funcionales para encarar numerosos aspectos organizativos y legales, pilares sobre los que asentarán el comienzo de una nueva vida.

Conviene informarse acerca de cuáles son las actuaciones parentales más apropiadas y deseables que contribuyan positivamente a contrarrestar los efectos negativos que conlleva la decisión de divorciarse en los hijos, para que hagan más amable su proceso de adaptación.

A nadie se le escapa que, en tales circunstancias, cuando los sentimientos están a flor de piel, los reproches en la punta de la lengua y la susceptibilidad alcanza sus cotas máximas, no siempre resulta fácil establecer un clima de diálogo y entendimiento. No obstante, pese a los avatares intrínsecos a cada historia personal habrán de esforzarse por encontrar la manera de hacerlo posible. Les será muy útil conocer cómo los niños de distintas edades pueden verse afectados, qué reacciones cabe esperar y qué elementos conviene mantener presentes para proporcionar un adecuado sostén y apoyo emocional en el crecimiento y maduración de sus hijos.

Un proceso difícil

Hay parejas para las que esto resulta sencillo porque es una prolongación natural del espacio de comunicación y entendimiento previo a su divorcio. Hay otras donde todo se les mezcla y, desbordados por sentimientos dolorosos, contaminan con su situación emocional cualquier posibilidad de llegar a acuerdos razonables con su expareja acerca de los hijos. Por eso, existe la peligrosa posibilidad de instrumentalizar a los hijos y convertirlos en rehenes indefensos de los desencuentros entre los padres. Éste es uno de los riesgos más perniciosos que hay que esforzarse en evitar.

Con el tiempo empezarán a aceptar su nueva situación, a elaborar su historia, a reconstruir su vida y hasta a percibir sus ventajas

Pensamos que una primera premisa para el cuidado apropiado de sus hijos podría ser usted mismo. Querámoslo o no habrá que asumir que la relación con el otro ha cambiado definitivamente y que hay que redefinir las fronteras. Dibujar nuevas maneras de mantener y ejercer una función parental sólida y conjunta por el bien de sus hijos, de su estabilidad emocional y, por ende, el suyo propio.

Comprendo que para muchas personas divorciarse puede resultar una vivencia terrible, como si el dedo de Dios les hubiera arrojado del Paraíso, pero con el tiempo empezarán a aceptar su nueva situación, a elaborar su historia, a reconstruir su vida y hasta a percibir sus ventajas.

Se conoce que la predisposición deseable de llegar a acuerdos aumenta considerablemente cuando disponemos de un espacio para la expresión y elaboración del duelo acerca del final de la pareja que, a su vez, nos empuje a lugares de encuentro y entendimiento mutuo más razonables. A muchas personas les ayuda enormemente facilitarles ese cálido y necesario espacio personal donde volcar su desconcierto, sus ansiedades, las rabias y las culpas, las tristezas, los anhelos y las añoranzas, los hondos sentimientos de fracaso, las desesperanzas, las vergüenzas... Es decir, les ayuda a poder recolocar sus afectos y a elaborar su duelo íntimo por la pérdida de la pareja y de la familia soñada.

Una primera sugerencia, sería la de intentar trabajar en hallar ese lugar personal e íntimo, confortable y sereno, que les ayude a elaborar el final de su relación, y a establecer dónde empieza y acaba la alianza parental, ese destino común que les unirá para siempre. Cuando las personas se sienten cuidadas, íntimamente reconfortadas y atendidas en sus necesidades emocionales, dar cabida a los afectos en sus propios hijos resulta mucho más fácil.

Elaborando un discurso común

Mantenga presente, como eje referencial, que a un mejor ajuste emocional de ustedes como padres, en mejor disposición se hallarán para otorgar el cuidado necesario, cálido, afectuoso y comprensivo a sus vástagos. Es verdad que puede que no siempre les salga todo como "el manual del Psicólogo aconseja". No se flagelen en exceso, es que no siempre resulta tan fácil llevar a cabo las cosas como cuando uno las lee. Les sugiero, eso sí, mantenerlo en su cabeza de forma consciente. Véanlo como un proceso, y si la situación le desborda, retírense, traten de tranquilizarse y reflexionen sobre qué les sucede en su interior. Son las respuestas internas las que nos ayudarán a solucionar las situaciones de afuera. Y, con sus hijos siempre podrán tratar de reparar, hablar honestamente y explicarles que a ustedes también les resulta difícil la situación pero que intentarán hacerlo mejor la próxima vez. Subrayar, eso sí, que no se trata de revertir los papeles y que sus hijos contengan su desbordamiento emocional. Si ésto fuera así no duden en solicitar ayuda profesional.

Procuren focalizar su atención en pensar estrictamente en lo que puede beneficiar más a sus hijos

Comencemos por un listado de cuestiones que pueden tener presentes al dirigirse a sus hijos. Intenten, por ejemplo, elaborar cada uno de los miembros de la pareja un listado de respuestas por separado y reúnanse después para hablar de lo que cada uno piensa. Habrán de acordar lo que les van a decir y lo qué no resultaría sencillamente apropiado. Hay explicaciones que son excesivas e innecesarias y que corresponden estrictamente a su historia íntima. No será tampoco el momento para repartir culpas ni de determinar quién es el bueno y quién el malo. Evite asimismo lenguajes y actitudes victimistas.

Dado que son momentos muy emotivos y puede resultarles fácil sentirse afectados emocionalmente, les recomiendo que se preparen internamente para estas situaciones, y que procuren focalizar su atención en pensar estrictamente en lo que puede beneficiar más a sus hijos. Lo ideal sería comunicar la separación o el divorcio juntos, pero si ven que esto no es posible, pacten el contenido.

1. Conviene elegir el momento y el lugar.

Ofrecerles un periodo de tiempo en el que sus hijos aborden abiertamente el tema y puedan plantearles sus preguntas.

2. Adecuación del lenguaje al nivel de comprensión del niño en función de su edad.

Genere un clima tranquilo y dialogante, utilizando un lenguaje claro, sencillo y honesto adecuado a la edad de cada niño.

3. Definir un espacio de diálogo y comprensión.

Procure ofrecerles espacio para sus dudas e inquietudes y alentarles, en la medida de lo posible, a que expresen sus sentimientos, ansiedades y temores. A veces, hay niños que se retraen cuando ven a uno de los padres herido por el tema y, por eso, les cuesta mucho decir algo. No quiere dañarles y se esconden tras el silencio. En dichas situaciones puede ayudar mucho al niño que tenga algún otro miembro de la familia dispuesto a escuchar sus preocupaciones, a tranquilizarlo y a hablarlo con él.

4. Prepare y lleguen a un acuerdo sobre qué se les va a decir y qué no.

En dicha comunicación es importante que incluya los siguientes elementos.

- Presente la ruptura como una decisión conjunta.

- Deje claro que rompe el vínculo de pareja, pero no como padres.

- Reduzca los sentimientos de culpa. Que entiendan que ellos no son culpables de lo que sucede.

- Refuerce que el amor de los padres hacia los hijos no cesa con el divorcio y que los hijos podrán seguir amando a ambos padres después del mismo.

- Detalle los cambios que van a producirse y de qué forma afectará a sus rutinas. Si los niños fueran muy pequeños, haga un calendario en casa, y ponga pegatinas o dibujos de forma que puedan orientarse un poco mejor. Es muy importante contribuir a que su mundo adquiera previsibilidad. Hable con ellos de cuándo les toca con mamá o papá y de qué van a hacer con cada uno.

*Raquel Tomé López es psicóloga y psicoterapeuta en el Centro Guía de Psicoterapia.

Nuria y Carlo son los padres de Nico, un niño alegre y dicharachero de seis años y siete meses, especialmente hablador y reflexivo que, con su gracejo particular, nos permitió adentrarnos en su mundo interior emocional y comprender cómo vivía los cambios que estaban ocurriendo en su vida desde que sus papás decidieron separarse.

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