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"La mujer sin rostro", el caso que trajo de cabeza a la policía (y la dejó en ridículo)
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CUANDO LOS DETECTIVES LA PIFIAN

"La mujer sin rostro", el caso que trajo de cabeza a la policía (y la dejó en ridículo)

En el año 2009, los policías alemanes decidieron ofrecer 300.000 euros a quien diese con el paradero de una de las asesinas más extrañas que jamás han conocido los investigadores europeos

Foto: Muchos de los investigadores probablemente se imaginaron a esta asesina con rasgos casi sobrenaturales. (iStock)
Muchos de los investigadores probablemente se imaginaron a esta asesina con rasgos casi sobrenaturales. (iStock)

En España apenas se habló del tema, pero entre 1993 y 2009 se desarrolló en Alemania, Austria y Francia una de las investigaciones más descacharrantes del crimen europeo. A lo largo de 16 años, la policía científica llegó a recopilar en diferentes escenas del crimen hasta 40 muestras de ADN que pertenecían a la misma persona. A los investigadores no sólo les despistaba la cantidad y variedad de delitos cometidos –entre los que se encontraban homicidios, allanamientos de morada y robos–, sino también la amplitud geográfica de sus acciones. Tan pronto podían encontrarse las huellas en el robo de una gema vietnamita en Arbois (Francia) como en un proyectil disparado en una pelea entre hermanos.

La escalada de tensión llegó a un punto de no retorno en el mes de abril de 2007, cuando una oficial de policía de 22 años llamada Michèle Kiesewetter fue asesinada y su compañera, de 24 años, cayó en un coma tras ser disparadas en Heilbronn mientras estaban de servicio. ¿Adivinan qué ADN se encontró en la escena del crimen? Efectivamente, el mismo que había sido hallado en 10 escenas previas con las que este caso no tenía ninguna relación. Curiosamente, la mujer policía no tenía ningún recuerdo de lo ocurrido tras despertar del coma.

El ADN volvió a encontrarse en un asesinato triple, pero cuando los culpables fueron detenidos explicaron que no había ninguna mujer con ellos

Un análisis de las pruebas de ADN realizado en Austria sugirió que se trataba de una mujer, muy probablemente del este de Europa o de Rusia. Es en ese momento cuando la investigación se centralizó en la ciudad alemana de 120.000 habitantes, bañada por el río Neckar; de ahí que la misteriosa asesina haya recibido el nombre de “el fantasma de Heilbronn” o “la mujer sin cara”.

La asesina en serie omnipresente

Hay que remontarse a 1993 para encontrarse con la primera muestra de ADN de la misteriosa mujer, que apareció en una taza de porcelana china encontrada tras el estrangulamiento de una sexagenaria alemana llamada Lieselotte Schlenger. Pero no fue hasta el nuevo milenio que los casos empezaron a sucederse. En primer lugar, en Freiburg año 2001, en el cajón de la cocina donde un anciano había sido asesinado; seis meses después, en una jeringa llena de heroína en un bosquecillo de Gerolstein; ese mismo mes, en los restos de una galletita en un camión que había sido robado. Por si fuera poco, también fue recogida en 20 robos de coches y motocicletas entre 2003 y 2007. Vaya, debieron pensar los investigadores, nos enfrentamos ante un criminal renacentista que no le hace ascos a nada.

La paranoia fue en aumento durante el año 2008. En enero, las pistas volvieron a encontrarse en el asesinato de tres georgianos en un coche (cuando los culpables fueron detenidos, estos explicaron que no había ninguna mujer con ellos); en marzo, reaparecieron en el robo de una piscina; en esa misma época, la asesina misteriosa volvió a dejar su rastro en cuatro allanamientos de morada en varias ciudades alemanas –Quierschied, Tholey y Riol–, así como en otro apartamento de Oberstenfeld-Gronau. A finales de año, en octubre, el ADN volvió a ser hallado en el asesinato de una enfermera auxiliar en Weinsberg (Alemania). Para volverse locos.

Tan desconcertado tenía el caso a los investigadores, que estos decidieron tomar medidas drásticas en enero de 2009, y doblar la recompensa que se ofrecía hasta los 300.000 dólares, como explicó en su día el diario Bild y otros medios alemanes. “Durante 15 años, la asesina y ladrona ha desconcertado a los agentes de la ley de Alemania, Austria y Francia dejando restos de ADN en numerosas escenas del crimen”, podía leerse en la prensa. “Se considera que es peligrosa y brutal”. Además, se podría haber añadido que era cuidadosa, algo errática pero hábil a la hora de dar su próximo golpe, y probablemente, una enferma mental de gran inteligencia.

Elemental, querido Watson

No faltaban ni dos meses para que el misterio del ADN que aparecía por todas partes fuese finalmente resuelto. En marzo de 2009, los investigadores volvieron a descubrir el mismo ADN, esta vez en el cadáver calcinado de un emigrante que intentaba entrar en Francia. Si la situación ya era peliaguda, ahora resultaba que la mujer era en realidad un hombre que, para más inri, estaba muerto. O eso o, simple y llanamente, la mujer asesina no existía y todo se trataba de un desafortunado error.

El caso de la 'asesina sin rostro' sirvió de inspiración para un episodio de 'CSI Nueva York' del año 2008

En realidad, el ADN que aparecía una y otra vez sí que pertenecía a una mujer, pero no se trataba de una peligrosa asesina en serie, sino a una trabajadora de Greiner Bio One, una fábrica de bastoncillos. Las muestras que habían encontrado una y otra vez no se hallaban ni en la taza de porcelana china, ni en el asiento de atrás de la policía asesinada, ni en el cadáver del inmigrante muerto, sino en los bastoncillos que habían estado utilizado, que no estaban adecuadamente esterilizados y, por ello, todavía portaban restos del ADN de la trabajadora. Aunque la culpa puede ser achacada a los fabricantes y a la empleada por no utilizar guantes, también es cierto que más de uno querría que la tierra se lo tragase después de descubrir lo ocurrido. Entre otras cosas, por obcecarse en los análisis de ADN. Y, además, por reparar en que había un gran número de criminales sueltos, en lugar de uno.

Como señala Katherine Ramsland en The Forensic Psychology of Criminal Minds (Berkley) sobre el caso, “mientras el análisis de ADN puede ser un procedimiento científico sólido, no es inteligente basar una investigación completa sólo en ello”. Jorge Wagensberg, profesor de la Facultad de Física en la Universitat de Barcelona, señalaba en El Periódico que el problema “no consistía en cambiar de respuesta sino de pregunta”: ampliar el campo de mirada no sólo para ver lo que tenían en común los casos, sino también las herramientas y métodos utilizados. El caso de la asesina sin rostro ha servido de inspiración para libros como El caso del fantasma de Heilbronn (Normant) de Michel Ferracci-Porri o el episodio de la sexta temporada de CSI Nueva York «Dead Reckoning», en el que Sheldon Hawkes descubre en una escena del crimen ADN que coincide con el hallado en otra docena de casos repartidos en tres estados diferentes. ¿Les suena?

En España apenas se habló del tema, pero entre 1993 y 2009 se desarrolló en Alemania, Austria y Francia una de las investigaciones más descacharrantes del crimen europeo. A lo largo de 16 años, la policía científica llegó a recopilar en diferentes escenas del crimen hasta 40 muestras de ADN que pertenecían a la misma persona. A los investigadores no sólo les despistaba la cantidad y variedad de delitos cometidos –entre los que se encontraban homicidios, allanamientos de morada y robos–, sino también la amplitud geográfica de sus acciones. Tan pronto podían encontrarse las huellas en el robo de una gema vietnamita en Arbois (Francia) como en un proyectil disparado en una pelea entre hermanos.

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