Todo lo que debes saber sobre el hipo (y el método definitivo para acabar con él)
Es muy molesto, aparece en cualquier momento y, en ocasiones, somos incapaces de pararlo. Esto es todo lo que debes saber para terminar con el hipo de forma eficaz y rápida
A todos nos ha ocurrido alguna vez. Estamos tranquilamente tomando unas cañas con los amigos y, de repente, sin previo aviso, aparece el hipo. En ocasiones, desparece tal como ha venido, pero en otras somos incapaces de deshacernos de él y acaba siendo muy molesto.
El hipo, por definición, es una contracción espasmódica, involuntaria y repetitiva del diafragma y los músculos intercostales que provoca una inspiración súbita de aire. Esto provoca un estrechamiento de la abertura entre las cuerdas vocales, que se cierran repentinamente, provocando su sonido característico. Se trata de un acto reflejo pero, a diferencia del estornudo o el reflejo de la tos, el hipo no cumple ninguna función protectora conocida.
No hace falta ser un lumbrera para saber en qué momentos aparece el hipo, ya que siempre se manifiesta en las mismas circunstancias: cuando comemos o bebemos demasiado rápido, consumimos refrescos carbonatados, tomamos alcohol, sufrimos gases o tenemos ansiedad. No en vano, la cultura popular siempre ha caracterizado a los borrachos con hipo, aunque no hace falta serlo para sufrirlo.
Normalmente el hipo no es peligroso. Su duración media es de dos minutos y, aunque es normal que su presencia se alargue durante mucho más tiempo resultando verdaderamente molesto, sigue siendo inofensivo.
El récord del mayor ataque de hipo de la historia lo ostenta Charles Osborne, un estadounidense que tuvo hipo durante 68 años, de 1922 a 1990
Cosa distinta es lo que se conoce como hipo persistente, aquel que tiene una duración superior a las 48 horas, y el hipo refractario, que dura más de un mes y, en algunos casos extremos, varios años. Este hipo es muy incapacitante, pues dificulta actividades como comer, beber o dormir, y suele ser un síntoma de enfermedades que causan irritación del nervio frénico o el nervio vago.
El récord del mayor ataque de hipo de la historia lo ostenta Charles Osborne, un estadounidense que tuvo hipo durante 68 años, de 1922 a 1990. Por suerte se trata de un caso muy aislado: el hipo persistente o refractario sólo afecta a una persona de cada 100.000.
Cómo tratar el hipo
Lo cierto es que, pese a que hay cientos de estudios al respecto –ya Hipócrates y Galeno prestaron atención al asunto–, los científicos no han llegado a una conclusión sobre cuál es la mejor forma de acabar con el hipo. En parte, porque no todos los métodos funcionan igual en todas las personas, en parte porque, por muy mal que se dé la cosa, es muy extraño que el hipo sea un problema verdaderamente importante y es mejor emplear el dinero en investigar otra cosa.
Dado este vacío científico, el tratamiento del hipo es un territorio abonado para el cuñadismo extremo. Basta que alguien escuche 'hip' para que estalle una discusión sobre las mejores formas de acabar con el hipo: beber al revés (¿cómo diablos se hace esto?), aguantar la respiración, recibir un susto, hacer el pino puente…
Ni caso. Dada las características del hipo, se puede acabar mediante tres ejercicios principales (y, en ocasiones, tendremos que alternarlos todos)
1. Ejercicios de respiración
Aunque conocemos qué ocasiona el hipo (la contracción del diafragma) no está tan clara su causa subyacente. Según algunos científicos, este acto reflejo se debe a una bajada del dióxido de carbono en sangre, algo que puede solucionarse con diversos ejercicios de respiración.
En ocasiones, se puede eliminar el hipo aguantando la respiración durante un tiempo, en otras basta con tratar de bajar el ritmo de ésta: para ello te puedes ayudar de una bolsa de papel (pero no te ahogues).
2. Ejercicios del diafragma
Dado que es este músculo el que desata el hipo, es lógico que podamos intervenir sobre él para que nos deje tranquilos. Hay varios ejercicios para calmar el diafragma. Puedes tumbarte en el suelo y llevar las rodillas hasta tu pecho, manteniendote en esta posición un par de minutos. También puedes agacharte hacia delante y tratar de tocar tus pies con las manos, lo que hará que se comprima el pecho aliviando, con suerte, el espasmo. También hay un ejercicio de respiración que sirve para presionar el diafagma: respira hondo para alcanzar el espacio situado debajo de tus costillas y aprieta el músculo hasta que se calme.
Otro método, mucho más radical, consiste en recibir un fuerte golpe en el propio diafragma. Esto hará que se corte tu respiración durante un rato, pero el hipo desaparecerá seguro. Ahora bien, el remedio puede ser peor que la enfermedad: si el que te propina el golpe no acierta, o se pasa, puede llegar a romperte una costilla. Así que mejor prueba otra cosa.
3. Ejercicios de distracción
En ocasiones, lo único que conseguimos intentando cientos de métodos para acabar con él es empeorar la situación pues, como explicábamos antes, la ansiedad es uno de sus principales desencadenantes. Si te olvidas del hipo, probablemente desaparezca solo. El famoso método del susto para acabar con el hipo se basa en esta premisa: si hay algo que te llama mucho la atención tu cuerpo entra en alerta y el diafragma se relaja.
Hay varios métodos alternativos al susto, como comer una rodaja de limón o tomar una cucharada de azúcar y mantenerla en tu boca hasta que se deshaga. Lo importante es que dejes de pensar en el hipo.
El mejor método para acabar con el hipo
Aunque estos métodos pueden funcionar, lo cierto es que no son definitivos. Funcionan en algunas personas, y en otras no. Pero hay otra estrategia que, según explicó en el British Medical Journal el doctor Rhys H. Thomas, pediatra del Gloucestershire Royal Hospital, es un “método milagroso” para acabar con el hipo.
La técnica consiste en llenar un vaso de agua, taponar tus orejas y tragar poco a poco, pero sin pausa, todo el líquido. Thomas insiste en que funciona de verdad: “Soy un converso tardío a este método milagroso. Antes era partidario de beber en el lado contrario del vaso. Pero, en mi experiencia personal, el método es prácticamente infalible si se aplica correctamente”.
Aumentar la presión intratorácica es suficiente para acabar con los espasmos, y no hace falta volverse loco para lograrlo
Thomas explica que basta con beber entre 20 y 30 mililitros de agua. Hay quien se ayuda de una pajita aunque él asegura que no es necesario. Lo importante es mantener taponadas las orejas hasta beberse todo el líquido.
¿Por qué funciona este método? La mayor parte de las curas del hipo se basan en interrumpir la irritación del nervio frenico o el nervio vago, que forman parte del arco reflejo. Aumentar la presión intratorácica es suficiente para acabar con los espasmos, y no hace falta volverse loco para lograrlo. Thomas cita otros métodos alternativos sobre los que se han hecho estudios, como someterse a un masaje rectal o mantener relaciones sexuales hasta alcanzar el orgasmo, pero beber un vaso de agua parece mucho más sencillo.
A todos nos ha ocurrido alguna vez. Estamos tranquilamente tomando unas cañas con los amigos y, de repente, sin previo aviso, aparece el hipo. En ocasiones, desparece tal como ha venido, pero en otras somos incapaces de deshacernos de él y acaba siendo muy molesto.