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El gran problema sexual de Occidente del que nadie se atreve a hablar
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DEMASIADO CANSADOS PARA HACER EL AMOR

El gran problema sexual de Occidente del que nadie se atreve a hablar

Vivimos en una sociedad marcada por el estrés y la ansiedad, algo que tiene graves consecuencias en nuestros encuentros sexuales, incluso en los de los jóvenes y atrevidos solteros

Foto: Ese tristemente habitual momento en que tu pareja se queda dormida cuando más ganas de hacer el amor tienes. (iStock)
Ese tristemente habitual momento en que tu pareja se queda dormida cuando más ganas de hacer el amor tienes. (iStock)

Vivimos en la era de la (enésima) revolución sexual, en la que los viejos tabúes se han venido abajo, la mujer puede disfrutar de su sexualidad con mayor libertad y aplicaciones como Tinder han conseguido que un polvo fácil esté a solo un clic de distancia. Pero la realidad es muy distinta, y aunque la disponibilidad sea mayor, han surgido otros problemas que se interponen en la felicidad sexual del ciudadano moderno. Uno de ellos, y con el que resulta fácil para cualquier trabajador identificarse, se puede resumir en la siguiente frase: “estoy demasiado cansado para hacer el amor”, al mismo tiempo el título de un artículo publicado por la sexóloga Laurie B. Mintz.

Como explica la autora, cada vez más mujeres manifiestan un descenso patente de su deseo sexual, que en muchos casos es sustituido por una actividad más relajante, como leer un libro, ver la tele en el sofá o, simplemente, irse a dormir antes. Pero no se trata de un problema únicamente femenino: los hombres, supuestamente devorados por el deseo, también prefieren echarse una cabezadita en lugar de una desenfrenada noche de sexo. Es lo que explica en un artículo publicado en Mic un joven de 20 años llamado Alex que ante la disyuntiva de elegir entre una noche con su ligue y sus amigos que probablemente terminaría entre las sábanas o meterse entre estas sin sexo pero unas cuantas horas antes, eligió esto último. Donde esté dormir, que se quite follar.

“No sabes las ganas que tengo de fozzzZZZ...”

Como sugiere el libro de Mintz A Tired Woman's Guide for Passionate Sex (Adams Pub), el estrés y la falta de sueño son dos de los grandes enemigos de la falta de libido, especialmente entre aquellas parejas de mediana edad que ven cómo el trabajo, los niños y los compromisos sociales y familiares han acabado con las pasión. Pero este cansancio constante también está afectando la vida sexual de veinteañeros solteros que o bien evitan las citas cuando sienten que están demasiado cansados o, directamente, se quedan dormidos en mitad de la faena, como sugiere el artículo escrito por Kate Hakala. Muchos de ellos confiesan en dicho texto haberse quedado dormidos en mitad de un intercambio de mensajes subidos de tono mientras descansan confortablemente en sus camas. Ni siquiera el sexting los excita lo suficiente como para no caer en los brazos de Morfeo.

En ocasiones, el problema se encuentra en la falta de compatibilidad entre horarios. Si en el pasado las jornadas de 8 a 5 eran las más habituales, el amplio abanico de alternativas en las que se mueve el trabajador moderno provoca que muchas parejas vivan en un desencuentro constante, algo que también puede ocurrir con los ritmos circadianos de cada cual, que provocan que la excitación sexual aparezca en diferentes momentos del día. Para los solteros, el problema es el cansancio perenne: una joven de 23 años explica cómo después de esperar durante horas a que la conversación que estaba teniendo con un pretendiente terminarse por convertirse en una visita a su hogar, terminó quedándose dormida y disculpándose al despertar. Una noche de sexo no compensa tres horas de sueño menos, sobre todo cuando el lunes está a la vuelta de la esquina.

Por cada hora adicional de sueño, las participantes en el estudio incrementaban la posibilidad de hacer el amor al día siguiente un 14%

Hemos conseguido vivir en una sociedad en la que estamos alerta las 24 horas del día de los 7 días de la semana, lo que ha favorecido (quizá) nuestro desempeño en el trabajo, pero ha perjudicado seriamente aquellas actividades para las que se necesita tiempo, concentración y descanso, como la lectura, el deporte o el sexo. Ya lo habían anunciado algunas encuestas sobre hábitos y costumbres sexuales y expertos como David Spiegelhalter, del Laboratorio Estadístico de Cambridge: las nuevas generaciones hacen menos el amor que las precedentes, quizá porque esto ya no se encuentra en un lugar tan elevado en su lista de preferencias.

Este mismo año, un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Michigan señaló que las mujeres que dormían más solían tener sexo más a menudo… Y de una mejor calidad. Por cada hora adicional de sueño, las participantes en el estudio incrementaban la posibilidad de hacer el amor al día siguiente un 14%. Esto se debe a que una correcta higiene del sueño no sólo provoca que la libido aumente, sino que también nos sintamos más enérgicos, relajados y concentrados. Unas conclusiones que llevaban al autor del estudio, el profesor David Kalmbach, a animar a las parejas en crisis sexual a reducir la carga de trabajo o preparar salidas nocturnas relajantes. Además, como recuerda Mintz, por la noche los niveles de testosterona descienden, por lo que entre eso y el sueño, quizá las últimas horas del día no sean las mejores para intentar cumplir en la cama.

Vivimos en la era de la (enésima) revolución sexual, en la que los viejos tabúes se han venido abajo, la mujer puede disfrutar de su sexualidad con mayor libertad y aplicaciones como Tinder han conseguido que un polvo fácil esté a solo un clic de distancia. Pero la realidad es muy distinta, y aunque la disponibilidad sea mayor, han surgido otros problemas que se interponen en la felicidad sexual del ciudadano moderno. Uno de ellos, y con el que resulta fácil para cualquier trabajador identificarse, se puede resumir en la siguiente frase: “estoy demasiado cansado para hacer el amor”, al mismo tiempo el título de un artículo publicado por la sexóloga Laurie B. Mintz.

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