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El más reputado psicólogo de la comida te enseña a adelgazar sin hacer dieta
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El más reputado psicólogo de la comida te enseña a adelgazar sin hacer dieta

Brian Wansink dirige el Food and Brand Lab de la Universidad de Cornell, el más prestigioso centro de investigación sobre la psicología de la alimentación. Y tiene un plan para que comamos mejor

Foto: El investigador en un comedor escolar. (Jason Koski/Cornell News)
El investigador en un comedor escolar. (Jason Koski/Cornell News)

Todos hemos oído en alguna ocasión que para adelgazar conviene comer en platos más pequeños, mantener visibles los alimentos saludables y esconder los que no lo son tanto o evitar pasar por los pasillos de dulces y comidas procesadas de los supermercados.

Se trata de pequeños trucos psicológicos que pueden ayudarnos a comer mejor y que muchas personas han integrado ya en su día a día. Lo que no mucha gente sabe es que todos ellos son fruto de las investigaciones de Brian Wansink, el más reputado psicólogo de la alimentación del mundo.

La carrera de Wansink es brillante. En 1990, con 30 años, se doctoró en el estudio del comportamiento de los consumidores por la Universidad de Stanford; en 1997 abrió su famoso Food and Brand Lab en la Universidad de Illinois y en 2005 lo trasladó a la Universidad de Cornell. Desde entonces, en sólo diez años, ha publicado 123 estudios, y su grupo de investigación no ha dejado de crecer: hoy en día está formado por más de 20 personas, entre profesores, doctores, estudiantes e investigadores visitantes que no paran de rotar.

Más que un centro de investigación, el laboratorio de Wansink parece un plató, con todo lo necesario para recrear el ambiente de un restaurante, un comedor escolar o la cocina de una casa. Su misión es clara: estudiar cómo comemos para enseñarnos a hacerlo mejor.

Un pensador muy influyente (y polémico)

Wansink es uno de los investigadores sobre hábitos alimenticios más influyentes de Estados Unidos (y, por ende, del mundo). En 2007 abandonó temporalmente su trabajo en Cornell para dirigir el Center for Nutrition Policy and Promotion, el organismo del gobierno estadounidense encargado de elaborar las recomendaciones nutricionales. Dos años después abandonó el cargo con motivo de la victoria de Obama. Él había votado a McCain.

Aunque el objetivo último de Wansink es hacer que los estadounidenses coman mejor, sus opiniones sobre cómo lograrlo no tienen nada que ver con las de muchos de sus colegas. Y claro está, como buen republicano, no cree que el Estado pueda ni deba intervenir para que sus ciudadanos no se atiborren a refrescos y hamburguesas.

El psicólogo cree que comprar comida ecológica es tirar el dinero, jamás ha estado a dieta y lleva a sus hijos a comer al McDonald's

Como explicó a Kiera Butler en Mother Jones “no hay ninguna manera de que el Gobierno sea lo suficientemente creativo, saludable e inteligente como para cambiar los hábitos de la gente en lo que respecta a la comida, porque es algo que ocurre durante toda su vida, cuando trabajan y cuando juegan. Ninguna institución puede hacer eso”.

El psicólogo cree que comprar comida ecológica es tirar el dinero, se bebe siete refrescos light al día, jamás ha estado a dieta y lleva a sus hijos a comer al McDonald´s al salir de misa los domingos. Y claro está, se opone a cualquier tipo de regulación (y mucho menos un impuesto) que limite la libertad de elección de los consumidores.

Pero aún hay más. En su opinión, ni siquiera las recomendaciones de los nutricionistas pueden hacer gran cosa para cambiar la forma en que come la gente. Por mucho que las investigaciones digan que es mejor no comer grasas trans, carbohidratos refinados y azúcar la gente seguirá haciéndolo, aun a sabiendas de que es malo. ¿Cómo conseguir entonces que la gente tenga una alimentación más saludable? La clave, asegura, es enseñarles a comer de otra forma. No importa tanto qué es lo que comemos, sino cómo y en qué cantidad lo comemos.

Aprende a escoger la opción correcta

En 2006, Wansink publicó su obra cumbre (y superventas) Mindless Eating: Why We Eat More Than We Think (Bantam). El libro, que no se ha llegado a publicar en España, sintetiza el fruto de sus investigaciones, que podrían resumirse en una frase: si de verdad queremos comer bien, debemos entrenar a nuestros cerebros para escoger las opciones adecuadas.

En su opinión, la mayoría de nosotros sabemos ya lo que es bueno y lo que es malo, pero fallamos porque no contamos con las estrategias psicológicas adecuadas para no caer en la tentación.

Wansink cree que se debe trabajar codo con codo con la industria alimentaria

En ocasiones, basta sólo un pequeño cambio para desterrar un hábito pernicioso. Un día llamó un hombre al laboratorio pidiendo ayuda, pues era un adicto al Slurpees –una especie de granizado que se vende en las tiendas 7 Eleven´s, más conocido por el nombre ficticio que le dieron los Simpsons: Fresisuis–. Wansink sabía que no iba a servir de nada decirle que dejara de visitar el 7 Eleven´s (que, en principio, sería lo más fácil). “Así que le dijimos que lo único que tenía que hacer es beberlo siempre en el parking”, explica el psicólogo a Mother Jones. “Tenía que sentarse ahí y beber esa estupidez mientras se congelaba su cerebro”. Enseguida dejó de tomarlo.

Así son la mayoría de sus consejos. En su opinión, bastan pequeños cambios en el modo en que colocamos, distribuimos y servimos la comida para que nuestra alimentación cambie por completo. Y para lograr que esto funcione a gran escala, Wansink cree que se debe trabajar codo con codo con la industria alimentaria.

La industria cambiará sólo si gana más dinero

En opinión del psicólogo, la única manera de convencer a la industria para que ofrezca productos más saludables pasa por demostrarles que estos pueden ser a su vez rentables. Y es algo que ha demostrado en repetidas ocasiones.

En 1995, cuando todavía trabajaba como profesor asistente de marketing en la Wharton Business School, Wansink dirigió un experimento en un cine que acabó revolucionando la forma en que se venden los aperitivos. Su intención era observar si el público comía menos snacks si estos se presentaban en paquetes transparentes. El psicólogo y sus ayudantes colocaron crackers y M&M´s en grandes bolsas del estilo a las que se usan para congelar o guardar productos en la nevera pero, por error, compraron también algunas bolsas más pequeñas. Como no había de las grandes para todos, algunos espectadores se llevaron cuatro pequeñas para sustituir estas.

Mc Donald´s contrató a Wansink para que su laboratorio ayudara a la empresa a introducir cambios en el Happy Meal para que este fuera más saludable

La mayoría de la gente que recibió la bolsa grande se lo comió todo. Sin embargo, los que recibieron las bolsas pequeñas sólo se acabaron una o dos. Tras realizar el experimento, los investigadores preguntaron a los participantes si pagarían más dinero por aperitivos que se presentaran en bolsas pequeñas. La mayoría dijo que estarían dispuestos a pagar incluso un 20% más.

Wansink presentó su estudio a los ejecutivos de la industria, que se mostraron muy escépticos, pero el psicólogo logró convencer a Kraft para que fabricara envases de sólo 100 calorías, cuyo precio en kilos era bastante mayor que el de las bolsas grandes. Fue un rotundo éxito. A partir de entonces todos los fabricantes de snacks empezaron a ofrecer sus productos en bolsas pequeñas. Y por eso hoy todos los aperitivos que puedes comprar en las tiendas de alimentación de barrio se venden en pequeños envases de 25 céntimos.

Lo que importa es el juguete

En 2008, el psicólogo realizó un estudio independiente sobre el menú infantil de Mc Donald´s (el archiconocido Happy Meal). Wansink y sus ayudantes se pasaron tres meses observando la forma en que comían los niños en la hamburguersería. Su conclusión fue clara: no importaba en absoluto la comida que Mc Donald's ofreciera en el Happy Meal, de lo único de lo que se preocupaban los niños era del juguete. Muchos, de hecho, dejaban de comer en cuanto lo desenvolvían.

Muchos nutricionistas critican abiertamente a Wansink porque consideran sus soluciones al problema de la obesidad demasiado superficiales

Tres años después, Mc Donald´s contrató a Wansink para que su laboratorio ayudara a la empresa a introducir cambios en el Happy Meal para que este fuera más saludable. El psicólogo les propuso retirar la salsa de caramelo que acompañaba a la manzana y promover la leche en vez de los refrescos. La cadena aceptó. Algo que, según Wansink, beneficia a todo el mundo. “Lo que hace al Happy Meal feliz y divertido no es la comida, es la atmósfera y los juguetes. Mc Donald's ganó con el cambio porque los padres se sienten menos culpables por traer a sus hijos”, asegura Wansink.

Muchos nutricionistas critican abiertamente a Wansink no solo por colaboracionista, sino también porque consideran sus soluciones al problema de la obesidad demasiado superficiales. Al psicólogo le falta poco para tacharles de hippies. En su opinión, más nos vale ser realistas: sólo colaborando directamente con la industria alimentaria y la hostelería se pueden obtener resultados.

Se trata de una manera completamente distinta de abordar el problema de la obesidad. En su último libro, la periodista británica Joanna Blythman critica con vehemencia a las bolsas de ensalada, pues las lechugas se “lavan” en agua del grifo con cloro, a menudo con ácidos de frutas, en polvo o líquidos, que inhiben la aparición de bacterias. Wansink tiene otra opinión sobre este tipo de ensaladas: “Hay gente que está muy en contra de la lechuga en bolsa. Los cocineros puristas dicen ‘eres un vago. Deberías hacer esto tú’. Es lo que dice mi mujer. Pero cuando ella no está, suelo comprarlas. Hace que tome ensañada mucho más a menudo, porque elimina tres pasos del proceso”.

Todos hemos oído en alguna ocasión que para adelgazar conviene comer en platos más pequeños, mantener visibles los alimentos saludables y esconder los que no lo son tanto o evitar pasar por los pasillos de dulces y comidas procesadas de los supermercados.

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