Imbéciles: los cuatro principales tipos que te puedes encontrar
"La vida es demasiado corta para tener que hacer frente a un gilipollas": Aquí tienes los cuatro perfiles más comunes y algunos consejos para poder evitarlos
Tontos, estúpidos, idiotas, majaderos, lelos... Son algunos de los sinónimos que encontramos en los diccionarios de lengua española para denominar a este tipo de personas. Son los adjetivos más usados cuando nos remitimos a seres engreídos, ególatras y con comportamientos sociales –aunque la mayoría de ellos lo ignoren por completo– que suelen destacar negativamente.
También conocidos como imbéciles, la doctora Martina M. Cartwright se ha preguntado cómo podemos manejar a estas personas “crónicamente egoístas y desconsideradas” que con sus comportamientos “hacen miserable la vida de los que les rodean”.
Imponen su criterio, consideran las opiniones ajenas una nimiedad y, en general, son poco tolerantes con cualquier actitud o pensamiento que no encaje con el suyo. Una forma de ser que afecta a todos los sexos, razas, credos y clases por igual.
Cartwright ha estudiado cómo hacer frente a este tipo de personas. Para ello Cartwright enumera en Psychology Today los cuatro tipos más comunes que nos podemos encontrar y algunos consejos para poder identificarlos y apartarlos de nuestro entorno porque, como sentencia la doctora, “la vida es demasiado corta para tener que hacer frente a un gilipollas”. Cuidado, porque a veces hay ejemplares que aúnan varios de estos perfiles.
1. Egoístas crónicos: los reyes del yomismismo
“Todos somos egoístas en algún momento”, reconoce la doctora, “pero este tipo de personas lo son permanentemente”. Narcisistas de pura cepa, son desconsiderados con los sentimientos de los demás y muestran poca compasión.
Llevan a rajatabla el yo, mí, me, conmigo y sólo se preocupan por ellos y por cumplir sus deseos. “Si alguien está tratando de bajar de peso, por ejemplo, hacen caso omiso de las necesidades de su amigo a dieta y piden el triple de helado de chocolate”, explica Cartwright.
“Mentirosos y falsos”, continúa, a nivel profesional se caracterizan por ser unos trepas: “Son maestros en llevarse bien con los superiores y no les importa que despidan a otros compañeros o miembros del equipo con el fin de ascender”.
Les gusta llevar razón así que tratan de cambiar a los que les rodean para que se adapten a sus comportamientos y opiniones. Les reconocerás también porque no demuestran ningún interés por cambiar su egoísmo. Mejor hazlo tú.
2. Los protagonistas y su obsesión por ser el centro de atención
“Eran los matones del colegio”, señala la doctora, que con el paso de los años, en lugar de abandonar sus conductas de acoso, las transforman. Tienen una capacidad especial en culpar rápidamente a los demás si algo no sale como ellos quieren gracias a su carácter intimidante que conservan desde la infancia.
Su modus operandi se basa en hablar mal de los demás,dejarles en evidencia para poder sobresalir sobre el resto yconseguir el liderazgo. Reconocerás a estos gilipipas porque siempre tratarán de dejarte a la altura del betún engrandeciendo su trabajo en base a considerar –y comentar con cuanta más gente mejor– que el tuyo es peor.
Para enfrentarse a ellos Cartwright recomienda “mostrar rápidamente y delante de su cara que sientes desprecio hacia sus comentarios”. En un principio, ellos no van a cambiar, pero no te dejes intimidar y defiéndete ante estos malotes que se hacen fuertes en tanto en cuanto hacen débiles a los que les rodean.
3. Pusilánimes que se dedican a ir “dando pena”
El perfil opuesto a los matones, interpretan el papel de personas tímidas, introvertidas y muy muy frágiles, para ganarse la atención de los demás y conseguir que miren y defiendan sus intereses por encima de los personales.
“Mucha gente les ven como unos santos, pero en secreto son tiranos, narcisistas y egoístas que tienen la mayoría de las personas engañadas”, alerta la doctora.
Mentirosos crónicos, saben bien cómo sacarle el mejor partido a su personaje: “Repiten como loros palabras que la gente quiere escuchar como lo importante que es la integridad, la honestidad, etc., pero probablemente son la gente menos honesta que conocerás”.
Juegan a dar pena, pero hay una actitud que les desenmascara públicamente: se alegran infinito cuando alguien de su séquito comete un error y se ensañarán en comentarios vejatorios como castigo.
4. Vagos y maleantes: los incompetentes
Reconocerás a este tipo de gilipollas porque son muy perezosos. Les consume la desidia ante cualquier actividad que no les apetece hacer –si es que hay alguna que sepan desarrollar– y endosan el trabajo a quienes les rodean. Como ellos no saben hacerlo o lo hacen mal, se libran de cualquier responsabilidad.
Son personas que no dan pie con bola y su capacidad de esfuerzo por mejorar está siempre bajo mínimos. “Están desmotivados, no se comprometen con nada y se muestran impasibles ante el hecho de que quienes les rodean consideran su comportamiento egoísta e incompetente” explica Cartwright.
Retomando la comparativa escolar, serían aquellas personas que en los trabajos en grupo no aportaban nada o lo que hacían lo hacía mal. Al final conseguían que tú terminases haciendo su parte porque perdías más tiempo restructurando y corrigiendo su labor. De adultos, siguen manteniendo esta estrategia, y les resulta efectiva.
Tontos, estúpidos, idiotas, majaderos, lelos... Son algunos de los sinónimos que encontramos en los diccionarios de lengua española para denominar a este tipo de personas. Son los adjetivos más usados cuando nos remitimos a seres engreídos, ególatras y con comportamientos sociales –aunque la mayoría de ellos lo ignoren por completo– que suelen destacar negativamente.
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