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"Enfermera, no siga reanimando a esa paciente, déjela morir"
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"Enfermera, no siga reanimando a esa paciente, déjela morir"

La sanidad inglesa no atraviesa su mejor momento. Además de los datos publicados el último mes, que aseguraban que los recortes habían provocado al menos 20.000

La sanidad inglesa no atraviesa su mejor momento. Además de los datos publicados el último mes, que aseguraban que los recortes habían provocado al menos 20.000 muertes en los últimos diez años, algunos casos han puesto en tela de juicio la actuación de los facultativos británicos. El último escándalo en salir a la luz ha sido el que se produjo en el hospital BMI Mount Alvernia en Guildford (Surrey), donde una de las enfermeras que allí trabajan anunció a la prensa que el oficial médico residente le ordenó que dejase de reanimar a una paciente enferma de cáncer que moriría inmediatamente después. La noticia ha causado una gran conmoción en los medios británicos y ha reabierto la puerta al debate sobre la necesidad de establecer unos límites sobre la actuación de los profesionales de la salud y sobre la moralidad con la que se comportan.

Para rechazar los procesos de reanimación, según la ley inglesa, se ha de rellenar un formulario DNR (“Do Not Resuscitate”), que ha de ser firmado por el paciente rechazando cualquier tipo de reanimación, ya sea mediante desfibrilador o de manera cardiopulmonar. La enfermera desveló que dicho documento fue realizado después de la muerte de la paciente, un procedimiento altamente irregular. El médico había ordenado al servicio de emergencia que dejase de practicar el procedimiento de reanimación, pero este se negó. El facultativo había hablado con el doctor que ingresó a la paciente, y este le señaló que aunque habían hablado de lo que hacer llegado el caso, no existía ningún documento donde se hubiese reflejado por escrito el producto de su conversación. El nombre del doctor aún no ha trascendido.

“Una experiencia terrible”

La enfermera no ha tenido ningún problema en explicar a los medios británicos lo ocurrido en el centro, que define como algo “realmente triste”. “Todo el mundo estaba muy furioso. No paré la reanimación porque no pude ver un formulario DNR. Es lo que hay que hacer. Cuando llegamos la enferma estaba ya cianótica”, explicó la trabajadora. “Después de que el oficial terminase de hablar con el médico, la paciente ya había recuperado la respiración y circulación espontáneas. Sé que hice todo lo que pude para salvarle la vida. Me angustió que me dijesen que parase”. Sin embargo, no pudo hacer nada y finalmente la paciente murió.

Esta historia reabre el debate sobre el poder de los médicos para decidir sobre la vida de sus pacientes El hospital se encuentra en estos momentos bajo investigación, y por ahora, no está admitiendo pacientes de cirugía pediátrica, puesto que se considera que tiene carencias que pueden poner en riesgo la vida de los pacietnes, según un informe realizado por la CQC (Care Quality Commission). En dicho informe se señalaba que durante los meses de diciembre y enero, cuando se llevó a cabo la investigación, se habían encontrado un gran número de errores hasta en ocho de los nueve apartados que la comisión regula. Un portavoz de BMI, la organización encargada de la gestión de los hospitales ingleses, señaló desconocer dicha situación y aceptó que durante el año 2012 los estándares de calidad habían descendido, pero que de ahora en adelante harían todo lo que estuviese en su mano para evitar casos semejantes.

Esta historia reabre el debate sobre el poder de los médicos para decidir sobre la vida de sus pacientes y la manera de garantizar unos procedimientos que permitan establecer un criterio claro sobre cuándo y de qué manera hay que actuar en circunstancias como esta. No únicamente en lo referido al paciente, sino también por las implicaciones que tiene respecto al equipo de emergencia, que si bien hizo todo lo que pudo por salvar la vida de la mujer, vio cómo finalmente todo su esfuerzo fue en vano.

La sanidad inglesa no atraviesa su mejor momento. Además de los datos publicados el último mes, que aseguraban que los recortes habían provocado al menos 20.000 muertes en los últimos diez años, algunos casos han puesto en tela de juicio la actuación de los facultativos británicos. El último escándalo en salir a la luz ha sido el que se produjo en el hospital BMI Mount Alvernia en Guildford (Surrey), donde una de las enfermeras que allí trabajan anunció a la prensa que el oficial médico residente le ordenó que dejase de reanimar a una paciente enferma de cáncer que moriría inmediatamente después. La noticia ha causado una gran conmoción en los medios británicos y ha reabierto la puerta al debate sobre la necesidad de establecer unos límites sobre la actuación de los profesionales de la salud y sobre la moralidad con la que se comportan.