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Qué buscan los deportistas con sus actos de solidaridad
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¿LA CARIDAD ES PARTE DEL JUEGO?

Qué buscan los deportistas con sus actos de solidaridad

Hace unos días, poco después de la noticia del fallecimiento del jugador del Betis Miki Roqué a causa de un cáncer de pelvis a los 23

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Qué buscan los deportistas con sus actos de solidaridad

Hace unos días, poco después de la noticia del fallecimiento del jugador del Betis Miki Roqué a causa de un cáncer de pelvis a los 23 años, se publicaba en diversos medios que el capitán del F.C. Barcelona Carles Puyol había costeado parte del tratamiento del joven bético. Aunque el defensa central aclaró que su ayuda ha sido meramente “anímica”, no por ello fue percibida por los seguidores del deporte como menos importante. En realidad, lo que había ocurrido es que el futbolista había mediado con el médico que operó a Roqué para que no le cobrase por la intervención, puesto que ni el Betis ni la familia del jugador podían hacer frente a su elevado coste. Se trata del último episodio de solidaridad desinteresada por parte de un deportista de elite, algo cada vez más frecuente.

Hace escasos días también se publicaba que el denostado futbolista del Real Madrid Cristiano Ronaldo cubre desde hace un mes el tratamiento clínico de un niño de Las Palmas de Gran Canaria llamado Nuhazet, enfermo de cáncer desde hace siete años. Entre los deportistas españoles, el tenista Rafael Nadal participa en la Fundación Vicente Ferrer, que construye y mantiene empresas en la región india de Anantapur, e Iker Casillas colabora con UNICEF en la campaña Champions for Africa y con la ONG PLAN en su programa Paremos la pobreza infantil, que se centra en Perú y Mali. El trío de los grandes deportistas españoles comprometidos se completa con el jugador de Los Angeles Lakers Pau Gasol, embajador de UNICEF desde 2003, y que participa en el proyecto Escuelas por África. No son, ni de lejos, los únicos –el ex jugador del Sevilla Fréderic Kanouté es un ídolo en Mali por su obra social–, pero sí los más visibles. Se trata de un tema que ha sido objeto de discusiones académicas: ¿por qué lo hacen, qué obtienen con ello y son realmente actos sinceros?

Muchos de ellos provienen de las clases bajas y desean devolver lo que han ganado a los más desfavorecidos La investigadora Kathy Babiak de la Universidad de Michigan, especializada en responsabilidad deportiva, ha estudiado detenidamente el auge de este tipo de solidaridad durante la última década, y defiende que la visibilidad de estos deportistas es tan grande que se ven obligados a establecer fuertes lazos con la comunidad a la que representan. ¿Con qué pretensión? Como señala en su artículo Una investigación en la filantropía del atleta profesional: Por qué la caridad es parte del juego, “la mayor parte de atletas atienden a motivos tanto altruistas como de propio interés al verse implicados en algo así”.

Actos desinteresados o autopromoción

La investigadora reconoce a El Confidencial que existen “dos fuerzas en conflicto” en estos casos. Por un lado, el compromiso social. Por otro, el interés personal. Sin embargo, la autora recuerda que lo que prima suele ser “un sentimiento de responsabilidad que lleva a compartir la riqueza y las oportunidades que el deporte ha proporcionado al atleta. Muchos de ellos provienen de las clases más bajas y desean devolver su beneficio a los más desfavorecidos de la sociedad, corresponderles en la misma medida en que han triunfado”. La autora recuerda que, en muchos casos, los deportistas protagonizan una ascensión social fulminante y con escaso parangón en otros ámbitos, al catapultarse desde las capas más bajas de la sociedad a la elite económica en pocos años. En ese sentido, la solidaridad sería una forma de mantener los pies en el suelo y no olvidarse de sus modestos orígenes.

Frente a las voces que suelen afirmar que la caridad entre famosos es producto de la mala conciencia, Babiak mantiene que “puede que no lo estén haciendo por un sentimiento de culpa, sino por una motivación ética o moral”. Y recuerda que cuanto más tiempo pasa y más consagrado está el deportista, más probabilidades hay de que quiera prestarse a este tipo de actividades. “Dedicarse a la caridad (por ejemplo, creando una fundación), lleva tiempo y requiere recursos financieros, así que los deportistas más veteranos suelen disponer de más dinero ahorrado y de rutinas más definidas, por lo que pueden destinar más recursos a ello”. También pueden servir como una interesante manera de hacer carrera después del inevitable declive físico del atleta, cuya vida profesional suele ser corta: “Este tipo de instituciones pueden ser también una ayuda útil como transición al retiro”, señala Babiak. “Puede proporcionales acceso a las redes de negocio local y los puede ayudar en otro tipo de inicio de negocios y hasta cierto punto, a garantizar su presencia en los medios de comunicación”.

Donaciones anónimas y difusión publicitaria

Babiak mantiene que la solidaridad cumple una importante función social no solo por los efectos directos de la participación de una celebridad en un proyecto solidario, sino también porque sirven de inspiración para muchos de sus seguidores. Al fin y al cabo, recuerda la investigadora, son probablemente el modelo a imitar en las sociedades contemporáneas: “La contribución de una figura destacada puede provocar una gran atención de los medios de comunicación y la posibilidad de que determinada causa o evento tenga mucha más difusión. Al mismo tiempo, puede ayudar a atraer donaciones, voluntarios, e incluso espónsores corporativos a la fundación de dicho atleta. Así que se trata de algo bidireccional que beneficia a ambas partes”.  

Sea cual sea la motivación, están proporcionando una gran ayuda a sus beneficiados¿Pero qué ocurriría en un caso como el de Puyol, que desde luego no puede servir como promoción del deportista al presentarse de forma anónima? Babiak sostiene que “la caridad siempre tiene un componente de autoservicio en menor o mayor grado. Incluso si es anónimo, habrá en juego sentimientos personales de satisfacción y autorrecompensa”. Los más cínicos siempre han señalado las ventajas fiscales que se derivan de las fundaciones y de los grandes donativos como la auténtica motivación de muchas de estas obras benéficas. Sin embargo, la profesora de la Universidad de Michigan no considera que ello reste mérito a dichas actuaciones, sino que es un componente perfectamente comprensible y humano que, en última instancia, sirve para ayudar a los más desfavorecidos: “Creo que no importa tanto la motivación que hay detrás de estos actos como el impacto positivo que este tipo de obras han provocado a nivel global. Al fin y al cabo, sea cual sea la motivación, están proporcionando una gran ayuda a sus beneficiados”, concluye la autora.

En Estados Unidos se considera que Lance ArmstrongAndré Agassi y Tiger Woods son sus tres deportistas más comprometidos. El ciclista, mediante su fundación dedicada a apoyar a las víctimas del cáncer, enfermedad que sufrió el propio heptacampeón del Tour de Francia. El tenista André Agassi, por la organización solidaria que tiene su sede en Las Vegas desde 1994. Por su parte, Tiger Woods era uno de los más activos gracias a su fundación homónima, que organizaba regularmente conciertos y eventos benéficos hasta que en 2009 tuvo que enfrentarse a las fuertes críticas que su célebre escándalo sexual ocasionó. Procter & Gamble y Gillette no renovaron sus contratos, y tan solo Nike y Electronic Arts permanecieron fieles al golfista californiano. Gatorade, marca de PepsiCo, decidió que seguiría apoyando a la fundación del deportista, pero dejaría de financiar a Woods. Es quizá el ejemplo más claro de la diferencia entre la persona y lo que esta representa. Como recuerda Babiak, al final “todo se traduce a una cuestión de imagen de marca y responsabilidad social”, y la manera en que estas pueden ayudar a la sociedad, más allá de las motivaciones individuales de cada atleta.

Hace unos días, poco después de la noticia del fallecimiento del jugador del Betis Miki Roqué a causa de un cáncer de pelvis a los 23 años, se publicaba en diversos medios que el capitán del F.C. Barcelona Carles Puyol había costeado parte del tratamiento del joven bético. Aunque el defensa central aclaró que su ayuda ha sido meramente “anímica”, no por ello fue percibida por los seguidores del deporte como menos importante. En realidad, lo que había ocurrido es que el futbolista había mediado con el médico que operó a Roqué para que no le cobrase por la intervención, puesto que ni el Betis ni la familia del jugador podían hacer frente a su elevado coste. Se trata del último episodio de solidaridad desinteresada por parte de un deportista de elite, algo cada vez más frecuente.