Quiero que los Reyes me traigan todo lo que he pedido
Llega la Navidad y lo primero en lo que pensamos es qué vamos a regalar a nuestros familiares y amigos, poniendo especial atención a los más
Llega la Navidad y lo primero en lo que pensamos es qué vamos a regalar a nuestros familiares y amigos, poniendo especial atención a los más pequeños de la casa. Los niños cada vez reciben más regalos, lo que hace que disfruten menos de ellos, lo que ha desembocado en que no vean los juguetes como un premio, sino como una exigencia. ¿Es esto bueno para nuestros hijos? ¿Debemos regalarles todo lo que piden? ¿Hay que cambiar el sentido de la Navidad y dejar a un lado el materialismo que nos inunda cada año?
Los cambios demográficos y sociales y las nuevas familias que componen nuestra sociedad han hecho que cada vez tengamos menos hijos y que éstos estén acostumbrados a recibir regalos de abuelos, padres, tíos, etc. Además de percibir cantidades ingentes de obsequios, se regalan juguetes de determinadas marcas, anunciados en determinados sitios y que son los que tienen otros niños. Todos hemos escuchado alguna vez a alguien diciendo “más juguetes con todos los que tienes, si luego están muertos de risa…”
Según los datos del último estudio sociológico de Eroski Consumer sobre “Hábitos de compra de juguetes de los españoles”, el 74 por ciento de los padres compran los juguetes que sus hijos han elegido de forma previa. Esta cifra es la mejor forma de analizar cómo los padres sucumben a la tiranía de sus pequeños.
Miguel Martínez, psicólogo educativo y director del Instituto de Orientación Psicológica EOS, asegura a El Confidencial que “no es bueno” que los niños reciban tantos regalos porque “al final el pequeño se queda con lo más simple y no disfruta con los juegos caros que se le han regalado”. Martínez recuerda que, además, “hemos pasado a la duplicidad” a la hora de regalar porque, aparte de los Reyes Magos, también celebramos la llegada de Papá Noel.
El psicólogo comenta que los padres tienen esta actitud por dos motivos principales: “la familia se justifica con que ‘nosotros no tuvimos muchos regalos’ y se vuelca en darle a sus hijos todo lo que piden; y los padres, sobre todo los más jóvenes, usan el regalo para liberar el sentimiento de culpa que tienen al no poder pasar tiempo con ellos”.
El problema es que “no se encadena la consecución de un premio con una conducta en concreto, sino que se hace porque sí, y los pequeños no valoran lo recibido, con lo que la atención al juguete dura un minuto y se pierde la finalidad”. La cuestión es que los progenitores de hoy en día se enfrentan a la dictadura de los pequeños, que si no reciben todo lo que querían “con una marca concreta, te lo tiran a la cara y te montan un numerito con sólo cuatro años”.
El director del Instituto de Orientación Psicológica EOS afirma que lo que hay que hacer es “no ceder ante el primer enfado del niño porque si consigue lo que quiere volverá a utilizar esos mecanismos en próximas ocasiones. Permitir esas conductas afianzará la forma de comportarse cada vez que quiera obtener algo”. Martínez hace referencia a las palabras de la psicóloga Alejandra Vallejo-Nájera en las que afirma que “la familia no es una democracia’” para justificar que “no somos amigos de nuestros hijos, sino sus padres”, con lo que hay cuestiones que no deberán ser consensuadas, sino impuestas para evitar males mayores.
Cuanto menos se tiene, más se valora
Martínez asegura que “cuanto menos se tiene, más se valora”, porque “con 40 regalos, el niño no se centrará en ninguno, y el exceso no es bueno”. Sin embargo, no recomienda regalar carbón “porque sería regodearse” en el castigo al niño y el mero hecho de no recibir ningún regalo, ya supondría una sanción en sí misma.
“Hemos llegado a la dinámica de compensar con cosas materiales”, dice Miguel Martínez, quien recuerda que “el peor regalo es uno material y el mejor es uno afectivo”. Por ello, recomienda pasar tiempo con los hijos, crear y montar un Belén en vez de comprarlo, cantar villancicos juntos, llevarlos al parque, jugar con ellos, etc.
Pactemos con el pequeño qué va a pedir para que tenga claro que es lo que puede o no recibir
Miguel Martínez pide “reconducir los regalos” y no comprar siempre los que tienen una marca concreta y que salen en un anuncio determinado. Sí reconoce que un regalo de este tipo está bien si el niño ha tenido un buen comportamiento, pero hay que acostumbrarnos a que sea la excepción y no lo normal.
María del Carmen Pascual, psicóloga infantil, reconoce a este diario que los niños sí se fijan “en la adolescencia y preadolescencia en las marcas, pero cuando son más pequeños quieren lo que tienen sus amigos y lo que ven en el bombardeo de anuncios de la televisión”.
Ella propone una serie de recetas a tener en cuenta a la hora de regalar a nuestros hijos para “dar un giro a la situación”. “Lo ideal es ponerse de acuerdo para hacerle un regalo grande en casa y alguna cosa en casa de los abuelos, el resto de obsequios es mejor eliminarlos y limitar los presentes a dos o tres”. Otro consejo que da Pascual es que “se done a gente necesitada uno de los regalos que hagamos a nuestro hijo para que valoren más las cosas y sean más solidarios”.
Hay que relacionar los regalos con el esfuerzo
Además, insta a que “antes de hacer la carta a los Reyes Magos pactemos con el pequeño qué va a pedir para que tenga claro que es lo que puede o no recibir” porque “se le puede convencer antes, pero después no va a entender por qué ‘los Reyes’ le han dejado sin ciertos juguetes”. La psicóloga infantil cree que no hay que privar al crío de todo lo que pida, pero si enseñarle dónde está el límite. También recomienda que se incluya alguna pequeña sorpresa que no se espere para reavivar la ilusión.
El director del Instituto de Orientación Psicológica EOS considera que “hay que relacionar los regalos con el esfuerzo y no acostumbrar a los niños a recibir premios sin que hayan hecho un sacrificio anterior”. También pide “que se hagan menos presentes de los que se hacen”.
María del Carmen Pascual dice que “no hay un número ideal de regalos” pero considera que “está claro que está desmesurado” el número de obsequios que se hacen a los pequeños. Por eso, alude a que “en general les dicen a los padres que sus hijos deben ganarse lo que reciben“. El problema es “bidireccional”, ya que en muchos casos son los propios padres los que se adelantan y compran cosas que los críos no habían pedido.
“Les compran una consola y cuando al poco tiempo sale otra nueva se la vuelven a comprar”, cuenta Pascual, que insiste en que “es fundamental que el niño sepa que necesita esforzarse para tener lo que quiere” y propone que se lo gane “haciendo algo por la familia, ayudando en las tareas de casa, sacando la basura, etc.”
Llega la Navidad y lo primero en lo que pensamos es qué vamos a regalar a nuestros familiares y amigos, poniendo especial atención a los más pequeños de la casa. Los niños cada vez reciben más regalos, lo que hace que disfruten menos de ellos, lo que ha desembocado en que no vean los juguetes como un premio, sino como una exigencia. ¿Es esto bueno para nuestros hijos? ¿Debemos regalarles todo lo que piden? ¿Hay que cambiar el sentido de la Navidad y dejar a un lado el materialismo que nos inunda cada año?