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¿Perdido en el Cercanías de Renfe? La tecnología tiene la solución
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¿Perdido en el Cercanías de Renfe? La tecnología tiene la solución

Hasta los algoritmos tienen dificultades para desentrañar el caótico transporte público de muchas ciudades. La clave está en abrir los datos, algo que pocas empresas hacen

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Cuando Teseo se aventuró en el interior del laberinto del Minotauro contaba con la inestimable guía de un ovillo de hilo, que utilizó para encontrar el camino de vuelta. Siglos después de esta historia mitológica, los transeúntes modernos se orientan con la ayuda de un ovillo algo más sofisticado: el 'smartphone'. Encontrar la mejor ruta de transporte público es un dolor de cabeza para los seres humanos y un reto para la tecnología, porque, ¿cómo sabe una 'app' cuánto falta para que llegue el autobús?

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Para que aplicaciones como Google Maps puedan guiar a sus usarios lo ideal es que las agencias de transporte compartan esta información con el público. "Abrir los datos implica que hay que organizarlos, lo que ya ayuda a la propia empresa a poner orden", explica a Teknautas la gerente de Citymapper en España, Analía Plaza. No sólo las empresas municipales se benefician: las 'startups' tecnológicas pueden desarrollar 'apps' alrededor de esos datos para ayudar a los usuarios. Al final, el uso del transporte público aumenta.

El mejor ejemplo internacional es Londres: es un referente en lo que a políticas de datos abiertos se refiere, incluidos los del transporte público

Hasta hace unos años, esta información estaba "atrapada" en los sistemas informáticos de las agencias pero, gracias al movimiento de los datos abiertos, cada vez más de estos organismos han empezado a compartir estos datos. "La teoría es que estas empresas saben mover a la gente de un lado a otro, pero no tienen los recursos ni la tecnología para desarrollar una 'app'", añade Plaza. Al abrir sus datos, otras empresas pueden aprovecharlos para darles un buen uso que benefice al usuario.

La EMT de Madrid y la TMB de Barcelona son dos empresas municipales que han entendido las ventajas de organizar y compartir sus datos. En 2009, la EMT madrileña comenzó a desarrollar su propia 'app'. No se quedó ahí: también decidió facilitársela a terceros. Líneas, horarios, incidencias, itinerarios y paradas quedaron a disposición de otras compañías.

El mejor ejemplo internacional en este sentido es Londres: la capital británica es un referente en lo que a políticas de datos abiertos se refiere, incluidos los del transporte público. Por este motivo, la ciudad ha visto cómo su ecosistema de aplicaciones de transporte crecía hasta superar las 460. Según 'Transport for London', la EMT inglesa, estas tecnologías han supuesto un ahorro en materia de tiempo para sus ciudadanos de más de 150 millones de euros.

'Apps' que saben más que Renfe

La mayoría de los ejemplos son bien diferentes. Cercanías Renfe es famosa por tener una red confusa en la que ni siquiera se indican las paradas intermedias. El hecho de que no tengan los datos abiertos dificulta todavía más que las aplicaciones sepan cuándo llegará el próximo tren y en qué andén se detendrá. Lo irónico es que, mientras que Google Maps y Citymapper sí indican las paradas del trayecto, la propia web de Renfe no lo hace.

Esta paradoja es posible gracias al ingrediente principal de la receta: los datos. La información de transporte es especialmente sensible, pues debe ser muy precisa y correcta en todo momento. Desarrolladores independientes y gigantes como Google son capaces de llegar con sus algoritmos donde las empresas municipales no llegan.

El buen ejemplo de Londres es una excepción. "Hay ciudades que no tienen los datos abiertos y otras ni siquiera tienen"

Porque el buen ejemplo de Londres es una excepción. "Hay ciudades que no tienen los datos abiertos y otras ni siquiera tienen", comenta Plaza. En ese caso, los desarrolladores deben buscarse la vida con sus propias herramientas. En Citymapper, por ejemplo, añaden ellos mismos toda la información que consideran relevante para el usuario, desde rutas hasta incidencias como huelgas. Incluso es posible saber si es mejor subirnos al primer vagón o al último de cara a optimizar los tiempos del viaje.

Este sistema ha servido para conectar ciudades como Estambul, pero también Madrid, donde ni Metro ni Cercanías tienen sus datos abiertos. En otros casos, los desarrolladores independientes se convierten en 'hackers' cívicos que recogen ellos mismos los datos para compartirlos con el resto del mundo. Lo importante es lograr orientar al usuario por el caótico transporte público.

Cuando Teseo se aventuró en el interior del laberinto del Minotauro contaba con la inestimable guía de un ovillo de hilo, que utilizó para encontrar el camino de vuelta. Siglos después de esta historia mitológica, los transeúntes modernos se orientan con la ayuda de un ovillo algo más sofisticado: el 'smartphone'. Encontrar la mejor ruta de transporte público es un dolor de cabeza para los seres humanos y un reto para la tecnología, porque, ¿cómo sabe una 'app' cuánto falta para que llegue el autobús?

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