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¿Lloverá en Semana Santa? Por qué (a veces) los meteorólogos se equivocan
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La ciencia de los hombres del tiempo

¿Lloverá en Semana Santa? Por qué (a veces) los meteorólogos se equivocan

Predecir el tiempo para las vacaciones de Semana Santa es casi un riesgo: cientos de españoles confían en esas predicciones, que pueden fallar por varias razones

Foto: Varias personas se protegen de la lluvia bajo un paraguas ante el trono de la cofradía del Dulce Nombre, que se ha recogido del desfile procesional por la mala metereología la tarde del Domingo de Ramos en Málaga. EFE/ Jorge Zapata
Varias personas se protegen de la lluvia bajo un paraguas ante el trono de la cofradía del Dulce Nombre, que se ha recogido del desfile procesional por la mala metereología la tarde del Domingo de Ramos en Málaga. EFE/ Jorge Zapata

Si hay algo de lo que podemos estar seguros en nuestro país es del tiempo que va a hacer, en casi todo el país y durante casi todo el año. Semana Santa es la excepción. A principios de primavera, las lluvias y el sol se turnan en periodos irregulares y cada día parece pertenecer a una estación distinta.

Es lo normal para esta época, repiten los meteorólogos una y otra vez, pero resulta especialmente incómodo cuando miles de personas tratan de hacer planes vacacionales: ¿vamos a la playa? ¿O mejor montaña? ¿Nos quedamos en casa? Entre ellos, los miembros de cofradías religiosas de toda España miran al cielo con aún más aprensión, calculando si podrán o no salir en procesiones que llevan meses peraparando.

En todo esto, la información meteorológica, que cada vez despierta más interés, juega un papel fundamental y tiene importantes consecuencias: una predicción favorable atraerá al turismo, aumentará las cifras de ocupación hotelera en muchas ciudades y hará a los cofrades respirar más tranquilos. Pero esas predicciones parecen fallar cuando menos lo esperamos, ¿por qué se equivocan los hombres del tiempo? Y sobre todo, ¿de verdad de equivocan tanto?

La atmósfera presente y futura

¿Cómo se confeccionan esas predicciones? Uno de los puntos clave en el proceso, cuenta Jose Miguel Viñas, meteorólogo y consultor de la Organización Meteorológica Mundial, es el punto de partida: utilizando miles de mediciones que se realizan de forma simultánea desde observatorios, estaciones meteorológicas, globos-sonda, boyas, satélites, etc. confeccionan una malla tridimensional inicial que cubre toda la superficie terrestre y la atmósfera.

A partir de esa malla, y utilizando modelos numéricos de predicción, que son complejos conjuntos de ecuaciones, se puede calcular cómo va a evolucionar la atmósfera: "Con la ayuda de los superordenadores más potentes que tenemos, en unas horas disponemos de estados futuros de tiempo para esa malla tridimensional, y a partir de esa información podemos elaborar un pronóstico meteorológico para un lugar cualquiera", continúa.

El margen de incertidumbre

Viñas reconoce y advierte al mismo tiempo que cualquier predicción meteorológica tiene una incertidumbre intrínseca. "Son las reglas del juego en la atmósfera". Los modelos numéricos en los que se suelen basar manejan bien las perturbaciones a gran escala y en periodos de tiempo cortos. Pero a medida que se hacen predicciones a mayor plazo, la fiabilidad decrece. Por tanto, no será lo mismo calcular las probabilidades de lluvia del día siguiente que las de diez días después

Pero no se trata solamente del periodo de tiempo para el que se realice la predicción, sino que además no todas las situaciones meteorológicas tienen la misma predictibilidad. Un frente y su borrasca asociada son perturbaciones de gran escala que los modelos suelen reproducir y manejar de forma adecuada, pero un foco tormentoso que dure unas decenas de minutos es mucho más difícil de manejar.

Los meteorólogos luchan también con que, si bien sus predicciones vienen de modelos matemáticos, su evaluación por nuestra parte es subjetiva

Por otro lado, la escala temporal de una predicción debe ser coherente con la escala espacial: "una cosa es predecir si mañana tendremos actividad tormentosa en España (como está ocurriendo a principios de esta Semana Santa), y otra si en un punto concreto descargará o no una tormenta a una hora en particular". A pequeña escala entran en escena factores locales que complican el pronóstico.

Los meteorólogos luchan también con que, si bien sus predicciones vienen de modelos matemáticos cada vez más precisos, su evaluación por nuestra parte depende de observaciones subjetivas. Por un lado, porque evaluamos el tiempo desde nuestro punto de vista absolutamente local: si un modelo predice que lloverá en un área determinada de unas cuantas decenas de kilómentros cuadrados y eso incluye nuestra ciudad, el meteorólogo nos advertirá de posibles lluvias; si finalmente llueve en ese área pero no sobre nuestra ciudad, la predicción habrá sido técnicamente correcta, pero errada para nosotros.

Por otro lado, porque tendemos a asociar el mal tiempo con las malas predicciones de forma inconsciente, como si los meteorólogos tuviesen la culpa de que la lluvia nos estropee las vacaciones.

Si hay algo de lo que podemos estar seguros en nuestro país es del tiempo que va a hacer, en casi todo el país y durante casi todo el año. Semana Santa es la excepción. A principios de primavera, las lluvias y el sol se turnan en periodos irregulares y cada día parece pertenecer a una estación distinta.

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