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La 'startup' española que te deja usar Dropbox o Google Drive sin que te espíen
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La 'startup' española que te deja usar Dropbox o Google Drive sin que te espíen

Una startup madrileña está detrás de SMiD, un dispositivo más pequeño que un 'router' que permite almacenar información de forma segura, privada y muy sencilla en todo tipo de almacenes en la nube

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A la luz de las revelaciones de Snowden y del sinfín de detalles sobre el espionaje gubernamental en la red que han visto la luz recientemente, y tras los ciberataques cada vez más comunes y masivos que ponen en entredicho la seguridad de la famosa nube en que las multinacionales guardan nuestros datos, los conceptos “privacidad” y “seguridad” están más presentes que nunca en nuestro día a día. Sabemos que nuestra información no está del todo a salvo en el ciberespacio, pero el esfuerzo de tomar medidas no acaba de compensar. Al fin y al cabo, no tenemos nada que esconder.

Todo eso de la criptografía nos suena un poco a chino, a cosas de 'hackers' que parecen un rompecabezas para el usuario de a pie. Si tan crucial es que cifremos nuestros datos, ¿por qué lo ponen tan difícil? Legítima pregunta. Entre los pocos que se han atrevido a responderla están los fundadores de una 'startup' española creada por antiguos estudiantes del Laboratorio de Criptología de la Universidad Politécnica de Madrid.

Tres ingenieros que llevan trabajando juntos desde siempre y Valle Fernández, la CEO, que se encarga del marketing y la gestión. Ellos y un puñado de amigos y compañeros que han echado más de un cable durante los últimos dos años están detrás de SMiD, un dispositivo más pequeño que un router que ha venido a cerrar la brecha de la seguridad para los no iniciados.

Abres el paquete y sacas el aparato, de color negro y con forma de caja. Lo enchufas a la luz y al router. Metes la llave de arranque en el puerto USB, escribes “smid” en el navegador y seleccionas los servicios que ya utilizas a diario. Dropbox, Google Drive, Box, Microsoft Azure, Amazon Web Services... Los más famosos aparecen por defecto y muchos otros (todos los que sean compatibles con los protocolos FTP o WebDAV) se pueden añadir fácilmente.

“Está todo pensado para que puedas usar cualquier nube”, explica a Teknautas Curro González del Tánago, uno de los creadores de SMiD. “En China, en Rusia... Da igual. Cualquiera”.

¿Lo tienes? Pues ya está. Nada que instalar y nada que configurar. Cada vez que guardes un archivo en SMiD (lo encontrarás entre tus unidades de red) se cifrará automáticamente y se alojará en alguno de los almacenes que hayas elegido. En cualquiera, de forma aleatoria. Es como si hubieras sumado los gigas de todos en solo uno, más grande y mucho más seguro. Una nube privada a partir de todas tus cuentas en las nubes públicas.

“La idea es que puedes usar cualquier nube sin preocuparte de si te están espiando los documentos, de si alguien luego puede atacar la nube y acceder a tus datos o incluso un empleado de la compañía”, detalla el desarrollador. “De SMiD, de tu casa, sale ya cifrado el fichero, con lo cual ni la NSA ni Dropbox podrían hacer nada aunque quisieran”.

Por si te lo estás preguntando, tampoco Curro y sus compañeros pueden ver lo que almacenas. “Tú eres el único que tiene la llave de arranque de SMiD. El dispositivo es completamente inútil en manos de cualquier otra persona”.

Por el momento, la única forma de hacerse con el aparato es participar en la campaña de 'crowdfunding' que han montado en Indiegogo. La contribución más baja (185 euros) ya se ha agotado, así que ahora tendrías que desembolsar al menos 219 euros para que te llegue uno de los SMiD que, si todo sale bien, comenzarán a distribuir en septiembre.

Con esta versión, orientada a particulares y micropymes, hasta cinco usuarios conectados a la misma red podrán utilizar un único SMiD de forma individualizada, cada uno con su propia cuenta y sus carpetas, compartiendo solo lo que consideren necesario.

“Nosotros el producto lo tenemos muy avanzado”, asegura González del Tánago. La campaña “era sobre todo un tema de preventa, de tantear un poco el interés y qué rango de precio estaba la gente dispuesta a pagar. También por un tema de marketing. Esto te da muchísima visibilidad, es una plataforma internacional”. De hecho, muchos de sus primeros mecenas han sido extranjeros: “De Estados Unidos, de Singapur, de Suiza, de Alemania... Nos están entrando de muchísimos países. Estamos gratamente sorprendidos, la verdad”.

El 50% de su objetivo lo alcanzaron en dos días y en el momento de escribir estas líneas ya acumulan más de 12.000 euros de 93 patrocinadores. Si no alcanzaran los 20.000 que se han fijado como meta – “y mucho se tendría que torcer” -, tampoco sería el fin del mundo: “Aunque no lleguemos, el producto se va a enviar a los que han contribuido y la producción va a seguir adelante”, afirma el desarrollador.

Entre él y los demás miembros de la 'startup', todos jóvenes de 27 a 34 años, han desarrollado el 'software' y han diseñado el 'hardware' a partir de una placa de código abierto. De la fabricación se encargará una empresa de Barcelona, y otra de Granada será la responsable de producir la caja, así que todo será 'made in Spain', al menos en un primer momento.

Si el dispositivo tiene éxito, ya se verá. También con el modelo de negocio y la financiación de la startup. “Hemos tenido varios contactos con inversores y nuestra idea es ir estudiando lo que vayan ofreciendo”, dice Curro. “Tampoco queremos perder la identidad ni ir a lo loco”. Su objetivo es hacer lo que les gusta y con los compañeros de siempre: “Nos encantan los temas de seguridad, es una pasión de los tres. Desde luego es vocación completamente”.

A la luz de las revelaciones de Snowden y del sinfín de detalles sobre el espionaje gubernamental en la red que han visto la luz recientemente, y tras los ciberataques cada vez más comunes y masivos que ponen en entredicho la seguridad de la famosa nube en que las multinacionales guardan nuestros datos, los conceptos “privacidad” y “seguridad” están más presentes que nunca en nuestro día a día. Sabemos que nuestra información no está del todo a salvo en el ciberespacio, pero el esfuerzo de tomar medidas no acaba de compensar. Al fin y al cabo, no tenemos nada que esconder.

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