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Neurociencia 'low cost': este equipo de código abierto lee tu mente
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open bci, un proyecto bioelectrónico 'low cost'

Neurociencia 'low cost': este equipo de código abierto lee tu mente

Un equipo de 'neurohackers' ha desarrollado un dispositivo de código abierto y bajo coste para que cualquiera pueda medir su actividad cerebral en casa

Foto: Cortesía de OpenBCI
Cortesía de OpenBCI

“Creo que controlar los dispositivos con la mente no tiene mucho sentido. Puede hacerse de forma mucho más sencilla con los músculos de la cara”, explica a Teknautas Conor Russomanno desde su centro de trabajo en Nueva York.

El método que menciona Russomanno – un neurohacker, como él mismo se define − es el que utilizan los voluntarios que prueban su dispositivo en las ferias maker donde lo presentan: en un vídeo que nos muestra, aparece un joven con una especie de casco observando una mano artificial que se mueve sobre una mesa.

Checking out BCI with the latest from @russomanno15 pic.twitter.com/lDHfWdryCQ

“El casco y la mano están impresos en 3D”, asegura Russomanno, uno de los fundadores de Open BCI, una startup neoyorkina en la que trabaja con Joel Murphy, su exprofesor de la Escuela de Diseño Parsons (también en Nueva York). Junto con otro antiguo alumno del centro, son los creadores de ese casco que parece de juguete pero que en realidad está leyendo las señales emitidas por los músculos de la frente de su portador.

El dispositivo se llama Ultracortex y es totalmente open source – los planos están disponibles en su página web. En su estructura hay integrados sensores para detectar las señales eléctricas emitidas por el cuerpo. En otras palabras, hace encefalogramas. “La tecnología sirve para captar y analizar señales bioeléctricas de los músculos, el cerebro y el corazón”, afirma Russomanno.

En Open BCI comercializan el casco y un kit para aprovechar sus funciones y conectarlo al ordenador. Una serie de chips traducen esos estímulos a un lenguaje entendible por la máquina. “Es como un traductor entre el sistema eléctrico de tu cuerpo y el lógico de un ordenador”, explica Russomanno.

Estos intermediarios tecnológicos que sirven de traductores entre el cuerpo y las máquinas se denominan Brain Computer Interface o BCI (de ahí el nombre de la empresa).

“Ofrecemos nuestro propio software, que procesa la señal y te permite guardar los registros”, indica Russomanno. El programa, disponible en la plataforma, sirve para procesar los datos y, como en el caso de la mano, usarlos para controlar un miembro artificial o el cursor en una pantalla.

Aunque no es necesario utilizar el suyo, porque los archivos son compatibles con cualquier otro del estilo. “Hay herramientas mucho más potentes”, asegura el cofundador. Se trata de eso, de eliminar las restricciones. “Nuestra plataforma es completamente open source: cuando trabajas con el dispositivo tienes acceso a los datos, a los diseños y toda la tecnología que necesitas”, continúa.

Con algunas nociones de ingeniería (el nivel de dificultad supera al de los muebles de Ikea), es posible hacer cambios y mejoras o añadir algún extra. Han creado una comunidad de neuromakers integrada por estudiantes, científicos, profesores y curiosos que solo quieren, por ejemplo, analizar sus ondas cerebrales durante el sueño. Porque además de modificar las herramientas tecnológicas, los usuarios pueden sumar sus propios datos a un registro común con el que realizar estudios y buscar patrones.

“No queremos que haya solo expertos de alto nivel, sino mostrar una versión low cost de la electrónica que atraiga a principiantes e interesados”, señala Russomanno. “Intentamos convertir la plataforma comunitaria en una especie de red social donde la gente comparta ideas, proyectos y retos en los que colaboren”.

Open BCI nació gracias la financiación de la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzados de Defensa estadounidense (más conocida como DARPA), que quería desarrollar un equipo de encefalografía de alta resolución, bajo coste y open source. Cuando se acabó el dinero, lanzaron una campaña en Kickstarter que fue “el primer paso como una entidad individual”, explica Russomanno.

“El open source promueve una innovación más rápida, facilita el aprendizaje a la gente joven y es una forma más ética y transparente de construir un negocio”, afirma el neurohacker. No obstante, requiere ciertas medidas de seguridad. “Los datos son tomados de forma anónima y van a un repositorio, siempre salvaguardando los derechos de los usuarios a los que pertenecen”.

No es el único que aboga por este tipo de investigación en neurociencia. Cloudbrain es una plataforma open source para almacenar datos de salud de todos los ciudadanos que quieran colaborar. Son registrados por cualquier tipo de sensor – incluido los del Ultracortex – y donados a la plataforma, donde quedan disponibles para realizar estudios y análisis.

Y tanto Russomanno como Marion Le Borgne, fundadora de Cloudbrain, forman parte de la comunidad internacional NeuroTechX, constituida principalmente por científicos, inventores y hackers para explorar las posibilidades del open source en neurociencia. En opinión de Russomanno, abren el camino hacia un futuro done “nuestro cerebro estará directamente conectado a la tecnología”.

“Creo que controlar los dispositivos con la mente no tiene mucho sentido. Puede hacerse de forma mucho más sencilla con los músculos de la cara”, explica a Teknautas Conor Russomanno desde su centro de trabajo en Nueva York.

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