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La regla de las dos pizzas, o cómo Amazon consigue sacar lo mejor de sus empleados
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equipos pequeños y una actitud crítica

La regla de las dos pizzas, o cómo Amazon consigue sacar lo mejor de sus empleados

Jeff Bezos es conocido por su particular forma de manejar el gigante que es Amazon. Entre otras cosas gestiona a sus empleados siguiendo estas reglas

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A todos nos ha pasado. Llegar a un bar con ganas de distraerse de la lidia diaria, pedir una caña, y toparse con un camarero con el día torcido, o el mes, o el año... Malos modos, gesto de hastío y tirando la caña con cara de fastidio y nos devuelve el cambio sin mirarnos y hablando con otro habitual con más galones que nosotros. Es inevitable sentir una punzada de rabia por el desdén gratuito recibido del otro lado de la barra. Uno no quiere que le hagan una reverencia, pero una sonrisa o un trato amable es lo mínimo que se puede exigir en una relación cliente-proveedor.

Y esta anécdota tan cotidiana la tiene muy bien estigmatizada una de las figuras más destacadas en el comercio online mundial: Jeff Bezos. El fundador de Amazon no oculta en ningún momento su obsesión por la atención al cliente y quiere asegurarse de que todos y cada uno de los empleados de la firma están a gusto en su trabajo.

El fundador de Amazon no oculta en ningún momento su obsesión por la atención al cliente y quiere asegurarse de que todos y cada uno de los empleados de la firma están a gusto en su trabajo

Hace unos días nos hicimos eco del desafortunado incidente protagonizado por un desganado transportista de US Airways que se enfrentó a un cliente a causa de un desencuentro en el punto de entrega, hasta llegar a amenazarle por escrito. Un desastre que cobró dimensiones épicas en las redes sociales y que la firma de Bezos no quiere ver en sus filas ni por asomo.

Del peculiar CEO conocemos también el respingo en la espalda de sus empleados cuando reciben un correo suyo con una interrogación en el campo asunto, y que generalmente suele ocultar reclamaciones sobre una tostadora en mal estado o cualquier asunto menor a ojos de cualquier directivo de alto rango. Pero no para Bezos, que hace del asunto un auténtico casus belli interno para el que conviene prepararse adecuadamente.

“Te pagamos si te vas”

Pero volvamos al asunto del bar y el camarero desganado. ¿Qué está sucediendo exactamente ahí? Pueden ser muchas las causas, desde un salario muy bajo hasta un trato despótico por parte de un jefe sin formas que hace que el empleado lo pague con los clientes. En Amazon no se paran a analizar qué puede estar detrás de un empleado desganado: simplemente eliminan el problema de raíz.

Y lo hacen de una forma muy llamativa: cada año que el empleado pasa en la firma se le ofrece una cantidad por abandonarla, y así, transcurridos los primeros 365 días, el responsable de recursos humanos sienta al afectado en su despacho y pone sobre la mesa 2.000 dólares. "Son tuyos si te vas". Un importe que no sustituye a las indemnizaciones ni prestaciones que marca la ley, sino que sirven como cebo para demostrar el verdadero interés del empleado por seguir siendo un amazonian. Si supera esta prueba no puede relajarse puesto que los cinco años siguientes será tentado nuevamente hasta llegar a la cifra de 5.000 dólares.

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"No queremos que acepte la oferta", explica Bezos, pero se trata de una buena muestra del compromiso del empleado con la firma. El de Alburquerque ha vuelto a destacar el excelente resultado de este sistema en su carta anual a los accionistas de la firma.

En ella también se destaca que Amazon potencia también que los empleados trabajen desde casa, a diferencia del Yahoo de Marissa Mayer, que quiere a todos fichando y bajo su atenta mirada. De esta manera, los clientes de la firma en Estados Unidos que contacten por teléfono con el servicio post venta de la firma es posible que sean atendidos por alguien enfundado en su bata y con las zapatillas de casa. A Bezos no le importa cómo se trabaje sino que incide en el resultado, respetando para ello las preferencias de cada uno.

La regla de las dos Pizzas

Jeff Bezos no respeta ningún tratado de gestión y aplica sus propios principios, no sólo en la atención al cliente, sino también en la gestión interna de los grupos de trabajo. El directivo quiere que sean dinámicos y reducidos ¿cómo de reducidos? El CEO ha hecho célebre la conocida "regla de las dos Pizzas": el grupo debe poder ser alimentado como máximo por un par de pizzas en el caso de que las reuniones se alarguen, de esta manera se asegura un número reducido de participantes.

El CEO ha hecho célebre la conocida 'regla de las dos Pizzas': el grupo debe poder ser alimentado como máximo por un par de pizzas en el caso de que las reuniones se alarguen, de esta manera se asegura un número reducido de participantes

Según la visión de este genial emprendedor, los equipos de unas cinco personas son perfectos para fomentar la creatividad y el debate, y en los grupos mayores los participantes pueden tender a cohibirse y acatar la mayoría.

El creador del Kindle detesta también la aceptación borreguil de las máximas expuestas en una reunión: si uno quiere trabajar en Amazon que se olvide de hacer la quiniela mentalmente en una reunión porque se le exigirá una visión crítica, con independencia de que quien exponga la idea sea su jefe directo. Bezos estimula precisamente una sana confrontación incluso cuando llegue a tensar el ambiente o crear situaciones incómodas.

"Los líderes están obligados a mantener un espíritu crítico y desafiar las decisiones cuando no estén de acuerdo", explica. La idea es evitar a toda costa lo que el directivo califica como "cohesión social", por la que las decisiones se adoptan más por no generar conflictos y terminar pronto la reunión. Único e irrepetible.

A todos nos ha pasado. Llegar a un bar con ganas de distraerse de la lidia diaria, pedir una caña, y toparse con un camarero con el día torcido, o el mes, o el año... Malos modos, gesto de hastío y tirando la caña con cara de fastidio y nos devuelve el cambio sin mirarnos y hablando con otro habitual con más galones que nosotros. Es inevitable sentir una punzada de rabia por el desdén gratuito recibido del otro lado de la barra. Uno no quiere que le hagan una reverencia, pero una sonrisa o un trato amable es lo mínimo que se puede exigir en una relación cliente-proveedor.

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