Es noticia
'Stickers', un éxito inesperado que terminará por jubilar al emoticono
  1. Tecnología
LOS ICONOS DE 'LINE' GENERAN MILLONES DE DÓLARES

'Stickers', un éxito inesperado que terminará por jubilar al emoticono

Hay una gran y sutil diferencia entre estos dos mensajes: “Me parece perfecto” y “Me parece perfecto :)”. Ya nos hemos habituado, pero los emoticonos son ya

Foto: 'Stickers', un éxito inesperado que terminará por jubilar al emoticono
'Stickers', un éxito inesperado que terminará por jubilar al emoticono

Hay una gran y sutil diferencia entre estos dos mensajes: “Me parece perfecto” y “Me parece perfecto :)”. Ya nos hemos habituado, pero los emoticonos son ya munición habitual entre la mayoría de los usuarios de ordenadores y móviles, y un lenguaje absolutamente imprescindible para los más jóvenes. Esta peculiar forma de comunicación tan actual se remonta al 19 de septiembre de 1982, cuando el científico estadounidense Scott Fahlman propuso que podía añadirse el célebre ":-)" para expresar alegría en un texto escrito. 

Esta combinación de signos podía trivializar el contenido de un mensaje que de otra manera podría entenderse como rudo o desconsiderado. Había nacido el emoticono. La fórmula fue un rotundo éxito y se ha extendido hasta nuestros días, en los que la expansión de los smartphones ha catapultado su utilización. Sin embargo, con la vertiginosa velocidad de la tecnología y la rápida adopción de nuevos usuarios, los emoticonos ya han encontrado su fecha de caducidad. Lo que ahora arde son los stickers.

En este enrevesado cruce de caminos, nos trasladamos a Japón, año 2011, donde una incipiente startup proponía una alternativa mucho más visual y versátil que el WhatsApp: LINE. Esta app de mensajería instantánea ofrecía al usuario más posibilidades que el extendido WhatsApp, pero realmente ése no era su gancho fundamental, sino la incorporación de un elemento gráfico que encandiló pronto a los estéticos. 

Los ingenieros de LINE vieron pronto que los usuarios tendían con cada vez más frecuencia a utilizar símbolos en sus mensajes de texto, en un intento claro por humanizar una combinación de caracteres que para toda una generación nacida en la era digital, suponía un atentado a la estética. Un texto plano para un adolescente era una atrocidad no dispuesta a ser asumida. Y en ese punto, hasta los emoticonos se quedaron cortos.

placeholder

LINE dio vida a los stickers, una serie de símbolos que básicamente cumplían la misma función que los smiley pero disparando el elemento gráfico hasta límites insospechados. Ya no se trataba de una carita amarilla que transmitía un estado de ánimo, sino de un perro, un conejo o similar dando un brinco en la pantalla del móvil. 

El impacto visual era demoledor, y esta fórmula permitía abrir una interesante vía de negocio para esta plataforma: la venta de stickers. Los usuarios pronto se aficionaron a ellos y desde la propia aplicación se permitía la adquisición de nuevas colecciones, convirtiéndose en un nuevo fenómeno. Y no estamos hablando de cuatro perras precisamente: LINE facturó la friolera de cerca de 4 millones de dólares por este concepto sólo en un mes, y estamos hablando de julio del año pasado, con lo que cabe suponer que esta cifra se habrá disparado a fecha de hoy. 

Este boyante negocio no pasó desapercibido para los grandes, y no tanto por la cuantía económica, sino por no perderse un nuevo fenómeno que estaba imponiéndose entre los más jóvenes, y así Facebook se apuntó a la moda: incorporó esta forma de comunicación a su app de mensajería, consolidando de esta manera esta forma de comunicación. Pero ¿a qué se debe el éxito de estos muñecos con aspecto de haberse escapado de un cómic? 

Los expertos justifican esta expansión debido a un hecho: vivimos en una sociedad mucho más gráfica, acostumbrada a leer poco, recibir muchos impactos visuales y continuar a toda velocidad. Y en medio de toda esta vorágine las miradas se centran de nuevo en Fahlman, aquel loco que propuso expresar sentimientos mediante símbolos: ¿qué opinión le merece esta espiral gráfica? “A veces me siento como el doctor Frankenstein: mi criatura nació con buenas intenciones, pero ahora...”, sentencia.

Hay una gran y sutil diferencia entre estos dos mensajes: “Me parece perfecto” y “Me parece perfecto :)”. Ya nos hemos habituado, pero los emoticonos son ya munición habitual entre la mayoría de los usuarios de ordenadores y móviles, y un lenguaje absolutamente imprescindible para los más jóvenes. Esta peculiar forma de comunicación tan actual se remonta al 19 de septiembre de 1982, cuando el científico estadounidense Scott Fahlman propuso que podía añadirse el célebre ":-)" para expresar alegría en un texto escrito.