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Por los pelos: cuatro productos que salvaron a sus compañías de una bancarrota segura
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DESDE EL IMAC DE APPLE A LA WII DE NINTENDO

Por los pelos: cuatro productos que salvaron a sus compañías de una bancarrota segura

Como Norman Foster, que presumía de haber estado a punto de la bancarrota varias veces, justo antes de que su estudio ganase algún concurso millonario para

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Por los pelos: cuatro productos que salvaron a sus compañías de una bancarrota segura

Como Norman Foster, que presumía de haber estado a punto de la bancarrota varias veces, justo antes de que su estudio ganase algún concurso millonario para llevar a cabo un nuevo gran proyecto arquitectónico, muchas grandes empresas tecnológicas, de las que a priori podríamos pensar que lo tienen siempre todo bajo control, se la han jugado más de una vez a una sola carta para salvarse de la quiebra. A diferencia del arquitecto británico, que en alguna ocasión ha colado obras de dudosa novedad técnica, además de infladas económicamente, en tecnología la innovación es la base del éxito de un producto. Aún así, nunca está garantizado: depende de factores externos, como la madurez del mercado o el marketing.

Aunque las empresas en apuros necesitan productos explosivos, capaces de conquistar el mercado en plazos cortos, lograr un hito de este tipo -más habitual en etapas primitivas de la informática- es una misión cada vez más difícil, precisamente porque la mayoría de los sectores del mercado están copados. 

No es posible inventar de la noche a la mañana un producto que se desmarque de todos los demás, como ocurrió con la Nintendo Wii, que Shigeru Miyamoto, el padre de Super Mario, considerado la persona viva más influyente de la cultura mundial, se sacó de la manga para salvar a la compañía de videojuegos de la quiebra. El ejemplo de la consola, por su carácter innovador, capaz de influir en los hábitos de las personas, es similar, en esencia, al iPod de Apple, que transformó la cultura musical del siglo XXI a nivel de usuario.

Generalmente, las estrategias de las empresas son a día de hoy largoplazistas, y en ese sentido los fabricantes de móviles son los más pacientes del mercado. Dos ejemplos claros de este tipo de tácticas a futuro son el HTC One y Blackberry Z10, modelos donde han depositado sus esperanzas dos compañías actualmente en serios apuros. Teniendo en cuenta el ejemplo de Guillette y las maquinillas de afeitar desechables en el siglo pasado, la paciencia no parece una mala idea, si una empresa cuenta con el tiempo suficiente para remontar, además de audacia para el marketing y las estrategias de venta.

En 2001, Anne Mulcahy asumió la dirección de una empresa cercana a la quiebra, una situación financiera que mantuvo a la compañía en una especie de de hibernación de duró siete años. Pero Xerox no dormía, sino que se preparaba para un renacimiento espectacular, retomando la senda perdida de la innovación. En 2008, anunciaron el mayor cambio de imagen corporativa de su historia y entró como CEO de la firma Ursula Burns, la primera mujer afroamericana en liderar una gran empresa estadounidense. 

Desde entonces, se han convertido en un proveedor de servicios especializados de impresión de documentos, con alguno de los sistemas más avanzados de un mercado -ya son capaces de imprimir chips- que han vuelto a dominar en el ámbito de la tinta seca (tóner). Entre ellos, su apuesta por la tinta sólida para la impresión en color, una tecnología que Xerox posee en exclusiva, y que permite ahorros de hasta el 70%, les ha permitido marcar la diferencia en el mercado, tanto en términos de facturación como de innovación. Hoy por hoy, el Grupo Xerox es una de las compañías más innovadoras del mundo: sólo en 2012, registró 1.900 patentes, entrando en el top 50 de la lista IFI Patent Intelligence. El espíritu de Alan Kay ha vuelto.

Como Norman Foster, que presumía de haber estado a punto de la bancarrota varias veces, justo antes de que su estudio ganase algún concurso millonario para llevar a cabo un nuevo gran proyecto arquitectónico, muchas grandes empresas tecnológicas, de las que a priori podríamos pensar que lo tienen siempre todo bajo control, se la han jugado más de una vez a una sola carta para salvarse de la quiebra. A diferencia del arquitecto británico, que en alguna ocasión ha colado obras de dudosa novedad técnica, además de infladas económicamente, en tecnología la innovación es la base del éxito de un producto. Aún así, nunca está garantizado: depende de factores externos, como la madurez del mercado o el marketing.