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Obsesión por las aplicaciones en Silicon Valley
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Obsesión por las aplicaciones en Silicon Valley

El negocio digital, como ocurre en otros muchos ámbitos, se mueve por modas. Cada cierto tiempo surge algo, una novedad o incluso una promesa de ella,

El negocio digital, como ocurre en otros muchos ámbitos, se mueve por modas. Cada cierto tiempo surge algo, una novedad o incluso una promesa de ella, y expertos, analistas, investigadores y periodistas se lanzan en tromba a explorar y explotar el nuevo fenómeno, arrastrando detrás a empresas y emprendedores. A veces aciertan, y la tendencia se consolida y se convierte en un gran negocio como el caso que nos ocupa, y otras no. San Francisco y Silicon Valley no son ajenos a esas modas. De hecho, suele ser de donde surgen esas tendencias que luego se expanden por el mundo.

El caso es que aquí, hoy, la moda son las aplicaciones. Pero hasta extremos insospechados: aplicaciones hasta en la sopa, aplicaciones para desayunar, para comer y para cenar. Ahora hacer webs ya no mola, lo que mola es hacer apps. Pon una app en tu vida, amigo, o estarás más perdido que Rajoy en Twitter en tus charletas "after work" en Silicon Valley. Como no tengas un negocio relacionado con las aplicaciones de algún modo, ya te puedes ir olvidando de la atención de los medios especializados, y por supuesto de que algún inversor decida poner un mísero dólar en tu compañía.

Yo he llegado a escuchar en un evento, a un ponente con tanta retranca que parecía gallego, que "eso de la web parece que aún podría tener algún futuro". Que la web no está muerta del todo, pero al menos anda de parranda, vino a decir el cachondo, tras lo que siguió una carcajada general del alborozado y entregado público. Vamos, que es tal la obsesión por las aplicaciones, que la web se la toman a broma. No sé qué opinará de ello Tim Berners-Lee, pero el único uso que le dan la mayoría de nuevos proyectos a sus sitios web es promocional y/o corporativo, porque casi no se están lanzando nuevas empresas con el foco puesto en la web.

Las aplicaciones mandan, eso está claro. Y dentro de las aplicaciones, destacan de forma muy especial las de móviles y las de iPad, que llevan ya más de dos años captando la atención mayoritaria del sector. También se mantiene el foco en aplicaciones para Facebook, y más tras el último F8, y de lo que aún se habla poco o nada es de las aplicaciones para SmartTV. Parece que el negocio de la televisión conectada aún no ha explotado del todo, y está a la espera del inminente lanzamiento del prometedor Google TV 2.0 en colaboración con Sony y Logitech, o de que Apple en algún momento lance sus propias teles o una versión mejorada y ampliada de su Apple TV.

También hay algo de ruido sobre aplicaciones web, al más puro estilo Spotify o Grooveshark o Netflix, seguramente siguiendo la estela de sus éxitos, pero siempre hablamos de aplicaciones y no de sitios web al estilo tradicional, un mercado que aunque sigue vivo, no cuenta ahora con el favor de la industria cuando se pone a mirar al futuro.

Tengo que reconocer que cuando hace poco más de un año Chris Anderson publicó en Wired su polémico "The Web is dead", fui uno de los primeros en tildar de muy exageradas sus afirmaciones y en reclamar para la web una salud de hierro y un futuro brillante. Visto lo visto, Chris, "for you the fat coin"*, tenías razón y a día de hoy parece que el futuro apunta claramente a las aplicaciones y no tanto a la web, por mucho que a los desarrolladores les horrorice la idea por la falta de estandarización y por dejar sus negocios en manos de plataformas de terceros como Apple, Google o Facebook entre otros. (* Nota: frase robada a Koldo García de The Mad Video, el emprendedor español con el que comparto estas primeras semanas en el Spain Tech Center).

El caso es que a mí el artículo de Anderson junto con otras circunstancias que sería largo explicar me hizo reflexionar, y de hecho inició un giro para nuestra compañía que supuso el lanzamiento de nuestra aplicación de karaoke para Facebook, y ha culminado con mi venida a Silicon Valley para lanzar nuestras apps de móviles y televisión conectada. La confiada apuesta del Valle por las aplicaciones, y los éxitos empresariales de muchas de esas iniciativas en lo relativo a ingresos (no solo de inversiones debe vivir el emprendedor), demuestran que  habíamos "leído" bien el mercado y tomado las decisiones correctas al "pivotar" nuestro Red Karaoke en esta dirección, aunque veremos si acertamos finalmente con la ejecución y el enfoque, que son claves en el resultado final.

No sé qué opinión habrá en España sobre esta obsesión con las aplicaciones y el dejar la web tan de lado, pero me interesaría mucho debatir sobre ello aquí o en mi Twitter. Prometo profundizar en el negocio de las apps en próximas entregas de #SiliconValleyFacts, porque más que una moda, nos encontramos ya ante un cambio evidente en los negocios digitales y en el consumo de contenidos online. Los usuarios las prefieren apps, y visto lo visto, los californianos también.

El negocio digital, como ocurre en otros muchos ámbitos, se mueve por modas. Cada cierto tiempo surge algo, una novedad o incluso una promesa de ella, y expertos, analistas, investigadores y periodistas se lanzan en tromba a explorar y explotar el nuevo fenómeno, arrastrando detrás a empresas y emprendedores. A veces aciertan, y la tendencia se consolida y se convierte en un gran negocio como el caso que nos ocupa, y otras no. San Francisco y Silicon Valley no son ajenos a esas modas. De hecho, suele ser de donde surgen esas tendencias que luego se expanden por el mundo.

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