La mujer más rica del mundo insta a los que se quejan a trabajar más y beber menos

Gina Rinehart, la mujer más rica del mundo según la revista 'Business Review Weekly', comprende como pocos los entresijos del mundo empresarial, pero como muchos utiliza su lugar en la peana económica para aconsejar al vulgo y sugerir cómo adelantarse a las circunstancias y mejorar el tiempo venidero. Rinehart, que tiene 58 años, compone un discurso contra la pereza y asegura que aquellos que se quejan de la situación y “envidian a quienes tienen dinero” deberían hacer algo más “por sí mismos” en vez de “pasar tiempo bebiendo, fumando y pasándolo bien”.

Rinehart, cuya fortuna se estima en unos 18.000 millones de dólares, sugiere que, aunque “no hay receta para volverse millonario”, aquellos que quieran mejorar su vida deberían “convertirse en personas que trabajen duro, inviertan y construyan” para así, al mismo tiempo, “crear empleo y oportunidades a los demás”. No obstante, a sus detractores les resulta paradójico que Rinehart ejerza de orientadora cuando los cimientos de su fortuna derivan de la herencia familiar.

De esta forma, su locuaz ejercicio, que escribió en su columna de la revista australiana “Australian Resources and Investments”, ha producido oleadas de represalias en Australia, y sus censores no han tardado en calificar el discurso de “lógica retorcida”. La propia ministra de salud, Tanya Plibersek, sugirió a la multimillonaria que tratase de vivir con el salario mínimo antes de aconsejar al resto.

Además de recomendaciones personales, Gina Rinehart explicó que la existencia de oportunidades económicas están guarnecidas en el ámbito internacional, como la inversión en Grecia. Esa es “la alternativa” para quienes “quieran ayudar a los pobres y a las siguientes generaciones”.

La empresaria asegura dar ejemplo, como el resto de multimillonarios que, como ella, están haciendo más que nadie para ayudar a los pobres invirtiendo dinero y creando empleo. Y por tanto, considera que tiene la autoridad suficiente para criticar las medidas políticas “socialistas”, y propone disminuir el salario mínimo y los impuestos para incentivar la inversión.

Entre sus opositores, el ministro de Finanzas, Wayne Swan, crítico con los multimillonarios australianos, censuró las palabras de Rinehart y aseguró que “esos comentarios son un insulto para millones de trabajadores australianos que sudan sangre para alimentar a sus hijos”.