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El último ‘fugado’ de Marbella se refugia en los brazos de Fidel Castro
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ESTEBAN GUZMÁN “YA TENÍA UN PLAN TRAZADO”

El último ‘fugado’ de Marbella se refugia en los brazos de Fidel Castro

Esteban Guzmán es el último concejal del GIL que se ha fugado para no cumplir condena por el caso Minutas. Con él, son ya cuatro los

Foto: El último ‘fugado’ de Marbella se refugia en los brazos de Fidel Castro
El último ‘fugado’ de Marbella se refugia en los brazos de Fidel Castro

Esteban Guzmán es el último concejal del GIL que se ha fugado para no cumplir condena por el caso Minutas. Con él, son ya cuatro los imputados por casos de corrupción marbellí que han huido. El ex político no se presentó a la vistilla de medidas cautelares solicitada por la Fiscalía Anticorrupción en la Ciudad de la Justicia. Allí, el ministerio público iba a reclamar su ingreso en prisión al entender que su condena, de seis años, era muy grave y por ello existía un “riesgo de reiteración delictiva y de fuga”.

Si la cárcel no era posible, el fiscal reclamaría una fianza de 250.000 euros. Pero para cuando Francisco Jiménez Villarejo quiso darse cuenta el pájaro ya había volado. Su rastro se perdió en Cuba poco antes de la Nochebuena. Hasta ese momento, el procesado había asistido a todas las sesiones del juicio, sin que nadie sospechara de sus intenciones. Personas cercanas a su entorno indican a El Confidencial que “él tenia muy claro que si era condenado se iba y tenia un plan trazado”. 

Su abogado justificó su ausencia en la sala aduciendo que no había podido ponerse en contacto con su cliente porque se había ido a Cuba a pasar la Navidad con su hija. Pasó el plazo y Guzmán no volvió. Ahora, el tribunal que lo juzga, la Sección Tercera de la Audiencia Provincial, ha dictado una orden de busca y captura. Sólo queda saber si volverá a España para cumplir con sus obligaciones con la Justicia o se quedara a vivir fuera del país hasta que prescriba el delito, tal y como han hecho sus predecesores en fugas.

El trozo del Malecón en Marbella

Los que conocen a Guzmán dicen que tenía todo preparado para su marcha. Su vínculo con Cuba siempre ha sido fuerte. Él mismo se trajo a Marbella un trozo del Malecón para organizarse un negocio al margen de la política. Tras uno de sus viajes a La Habana, siendo aun concejal, conoció a una cubana con la que contrajo matrimonio. Junto a ella montó uno de los negocios más rentables de la última época del pelotazo inmobiliario. Sin permisos de ningún tipo y en terreno ilegal, osó montar el chiringuito más in de Marbella en las mismas dunas de la playa. Hasta el mismo Jesús Gil le recriminó en alguna ocasión por su osadía: “Lo que has montado es muy descarado, si hasta llegan las olas al mostrador de tu bar”. 

Lo cierto es que el Ranchón Cubano, en la playa Luna Mar, se estandarizó como lugar de moda. Desde su apertura en junio de 2001 se han vendió millares de mojitos al ritmo de la Orquesta Habana. Millones de pesetas en caja. Él justificaba este lugar creado con la aquiescencia de su progenitor, como "un símbolo de la unión de dos países históricamente cohesionados”. Para ello, siguiendo los moldes de la arquitectura cubana rural, se trajo hasta caña brava para decorarlo, una especie de bambú muy típica de Cuba con la que plagó toda la playa marbellí.  

Nadie quiso parar este escándalo urbanístico en mitad de la nada. En el Ranchón Cubano se servía comida y cena para todos los estamentos gilistas y, al final de la noche, todos acababan con los cócteles tropicales, cantando ‘Asturias, patria querida’.

Un concejal fiel a Gil

A Don Esteban le gustaba la política. Fue concejal en Marbella desde junio de 1991 a 1995. Y esa legislatura le supo a poco. De tal modo que, cuando en el año 2000 Jesús Gil le pidió que se incorporara como edil por renuncia de un compañero, los ojos le hicieron chiripitas y de nuevo volvió al sillón plenario lleno de ilusiones. Así, ocupó el cargo de vocal en la mayoría de los consejos de administración de las sociedades municipales donde supuestamente avalaba con su firma las decisiones que le proponían "sin poner reparo alguno", siendo "total" su fidelidad a su alcalde y amigo.

Un año después abría su “maravilloso chiringuito”. Lo peor que le pudo ocurrir es ser vocal de la sociedad Control de Servicios Locales. Según la sentencia del caso Minutas, "contribuyó con su voto a que se ratificara un inexistente nombramiento de José María del Nido para la defensa de los intereses de la sociedad ante el Tribunal de Cuentas" y le es "imputable la decisión de encargar al abogado la defensa de nueve sociedades" en las actuaciones que llevaba la Inspección Tributaria. En esta resolución judicial se apunta que "su actuación adquirió más protagonismo cuando accedió a figurar como propietario, gracias a compraventa ficticia, de los inmuebles que se presentaron como garantía de los cuentadantes en la fase de enjuiciamiento ante el Tribunal de Cuentas".

Los cuatro prófugos

Esteban Guzmán se une con su fuga al trío de ases de desaparecidos hasta el momento en los casos de corrupción marbellí. La Fiscalía no da crédito. Carlos Fernández se fue a hacer el Camino de Santiago en julio de 2006 y aun no ha vuelto. Aunque hace unos días, en un conocido bar de la ciudad,  su hermano Antonio Fernández aseguraba que “estaba al llegar y ya con todo lo que le imputaban prescrito”.

El segundo en huir fue José Manuel Carlos Llorca, implicado en la trama levantada alrededor de Fórum Filatélico y con un oscuro pasado. El tercero en poner tierra por medio fue el exedil de Marbella Francisco Javier Lendínez, nada más enterarse que otros exediles querían llegar a un acuerdo con la Fiscalía para ingresar en prisión a cambio de reconocer su culpabilidad en numerosos asuntos urbanísticos.

Ahora, el último desaparecido, condenado a seis años y un día de cárcel, a 13 de inhabilitación y a pagar 2,6 millones de euros por un delito continuado de fraudes, brindará con piña colada bajo las estrellas de Fidel.

Esteban Guzmán es el último concejal del GIL que se ha fugado para no cumplir condena por el caso Minutas. Con él, son ya cuatro los imputados por casos de corrupción marbellí que han huido. El ex político no se presentó a la vistilla de medidas cautelares solicitada por la Fiscalía Anticorrupción en la Ciudad de la Justicia. Allí, el ministerio público iba a reclamar su ingreso en prisión al entender que su condena, de seis años, era muy grave y por ello existía un “riesgo de reiteración delictiva y de fuga”.