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México: cuando la corrupción política se convierte en atracción turística
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'Corruptour', un paseo por el lado oscuro

México: cuando la corrupción política se convierte en atracción turística

Bienvenidos al "Corruptour", un autobús que introduce a los turistas en los escenarios de la corrupción de Monterrey

Foto: El autobús de la corrupción, abierto para sentir la brisa de la podredumbre. (Vía Ciudadana)
El autobús de la corrupción, abierto para sentir la brisa de la podredumbre. (Vía Ciudadana)

Sería difícil imaginar una atracción turística más morbosa y provocadora que el Corruptour, un delirante autobús que pasea a los turistas por los escenarios de la corrupción en Monterrey, una de las grandes ciudades de México. Es el primer tour de la infamia política conocido en el mundo y no es casualidad que haya surgido en México, país miembro de la OCDE, una de las más destacadas economías emergentes, y sin embargo clasificado en el puesto 103 de 175 países en el último ranking de la corrupción de Transparencia Internacional, al mismo nivel que Moldavia y Níger.

La iniciativa no tiene desperdicio. "Avísale a tus amigos que vas al Corruptour e invita a tu político de confianza", arengan los impulsores en su página web. Los turistas pueden reservar asiento y enviar un tuit a su político favorito para que les haga compañía. "Voy a ir al Corruptour, ‘¿me acompañas?” o “Ya no tolero que me robes más, por eso te invito a que me acompañes al Corruptour” son algunos de los cariñosos tuits que los participantes pueden enviar a los cargos públicos. El gobernador del estado de Nuevo León y la alcaldesa de Monterrey son los más solicitados, si bien aún no se han acercado a disfrutar la experiencia.

La actividad dura una hora y visita los diez lugares más infames, entre los que se encuentra el Palacio de Gobierno, el Congreso del Estado, alguna infraestructura faraónica, terrenos recalificados para construir viviendas y boyantes negocios gestionados por destacados políticos o sus familiares. El denominador común es el mismo en las diez paradas: desfalcos económicos, sobornos, tráfico de influencias y enriquecimiento ilícito por parte de los cargos públicos.

“Quisimos hacer un recorrido por esos lugares de la ciudad que son polémicos pero de los que nunca se ha explicado cómo se dio ese caso de corrupción. Queremos que la gente lo vea y lo toque, que sea algo divertido e interesante pero que también transmita el mensaje de fondo de que debemos hacer algo para evitar que esto se repita. Es una llamada a la conciencia sobre la corrupción”, explica Miguel Treviño, fundador de la plataforma Vía Ciudadana e impulsor del Corruptour.

El Tour de la Corrupción no deja a nadie indiferente. Los turistas descubren las desvergüenzas de su clase política a bordo de un autobús azul totalmente tuneado. Se trata de un espacio abierto para que las víctimas de la estafa, es decir, los ciudadanos de Monterrey, gocen del recorrido sin filtros mientras el vehículo exhibe por toda la ciudad caricaturas de los políticos más descarados y recordatorios de los casos más flagrantes. Los turistas también pueden votar qué personajes quieren ver expuestos en el Corruptour en próximas entregas. “La reacción de la gente ha sido muy positiva, el recorrido siempre está lleno. El diseño y las alusiones directas a los casos llama mucho la atención y nosotros vamos invitando a todo el mundo a subir”, indica Treviño.

Para mayor alboroto, dos personajes teatrales amenizan la actividad sobre el autobús: uno ejerce de político campechano, tramposo y ladino, mientras el otro representa a un digno obrero de 70 años, símbolo de la cultura del trabajo duro y la honradez que ha hecho célebre a esta norteña región de México. Ambos establecen un ameno diálogo durante el recorrido que invita a los turistas a reflexionar. Además, en cada parada se grita y abuchea a los políticos involucrados en ese punto negro. Un escrache motorizado en toda regla que revoluciona las calles de Monterrey cada vez que sale a la calle.

Resignados

“Mucha gente de otras partes de México nos ha llamado muy interesada por llevar el Corruptour a sus ciudades. Y nosotros les decimos que la idea es de todos: tómenla y usen los elementos que más les sirvan. Estamos abiertos a que se aproveche la idea y que cada quien la mejore, siempre y cuando sirva como presión contra los corruptos y no sea un ejercicio banal de entretenimiento”, prosigue el impulsor de esta singular atracción turística.

La clase política de Monterrey ha optado por la resignación. “Se indignaron mucho al inicio, nos descalificaron con la típica acusación de que estamos movidos por intereses políticos, pero nada más. Tal vez tienen muy aprendido que cuanto más muestren su indignación el caso se hará más grande, por lo que prefieren no reaccionar”, confirma Treviño. A pesar de vivir en uno de los países más corruptos del mundo, la sociedad mexicana apenas se plantea la magnitud del desastre.

La seguridad o el empleo suelen copar las preocupaciones de los ciudadanos, mientras la corrupción cae a un lugar muy secundario. Simplemente, lo toman como un mal endémico con el que no queda otro remedio que convivir. Una dinámica que ayuda a explicar contradicciones como que el número de pobres esté aumentando en el país, con 53,3 millones de personas viviendo ya en situación de pobreza (el 45.5% de la población, según datos oficiales) al mismo tiempo que se alcanza un nuevo récord de 2.540 multimillonarios y unos considerables 145.000 millonarios, según datos de la firma de investigación WealthInsight. Mientras, la cifra de billonarios mexicanos asciende ya a 27 elegidos, el más célebre de todos el magnate de las telecomunicaciones Carlos Slim, hoy tercera fortuna mundial tras pasarse una década turnándose con Bill Gates la corona del hombre más rico del planeta.

Sería difícil imaginar una atracción turística más morbosa y provocadora que el Corruptour, un delirante autobús que pasea a los turistas por los escenarios de la corrupción en Monterrey, una de las grandes ciudades de México. Es el primer tour de la infamia política conocido en el mundo y no es casualidad que haya surgido en México, país miembro de la OCDE, una de las más destacadas economías emergentes, y sin embargo clasificado en el puesto 103 de 175 países en el último ranking de la corrupción de Transparencia Internacional, al mismo nivel que Moldavia y Níger.

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