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Guerra de divisas: China juega con la calculadora para conquistar el mundo
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PERMITE EL FORTALECIMIENTO DEL YUAN

Guerra de divisas: China juega con la calculadora para conquistar el mundo

Mientras Japón, Estados Unidos, Suiza y Reino Unido, principalmente, mantienen, ya sea de manera abierta o velada, una batalla por la devaluación de sus divisas para

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Guerra de divisas: China juega con la calculadora para conquistar el mundo

Mientras Japón, Estados Unidos, Suiza y Reino Unido, principalmente, mantienen, ya sea de manera abierta o velada, una batalla por la devaluación de sus divisas para hacer sus economías más competitivas y así combatir la crisis; China, que entre 2008 y 2010 desempeño un papel protagonista negándose a dejar fluctuar al yuan, ha pasado a ocupar un perfil bajo en la contienda. Pero amenaza: "Tendremos plenamente en cuenta las políticas de expansión cuantitativa llevadas a cabo por otros países" y “estamos plenamente preparados para afrontar la guerra de divisas”, en palabras del vicegobernador de su banco central.

Esta semana, la elección de Xi Jinping como presidente de la República Nacional de China ha coincidido con la confirmación del nuevo gobernador del Banco de Japón, Haruhiko Kuroda, dispuesto a llevar a cabo más y contundentes medidas de estímulo y seguir las directrices marcadas por el primer ministro nipón, Shinzo Abe, que desde que asumió el cargo, el pasado mes de diciembre, ha logrado un abaratamiento del yen del 15% frente al dólar.

Exactamente el movimiento contrario que se observa en la gráfica del yuan desde finales de 2010, cuando el gobierno decidió abrir la mano para permitir cierta subida –del 10% frente al dólar y del 28% contra el yen-, como parte de su estrategia para cambiar su modelo de crecimiento.

“El yuan se ha fortalecido en los últimos años en tanto China ha entendido que demasiada intervención de la divisa puede llegar a sus socios comerciales a un mayor proteccionismo y a una acumulación excesiva de liquidez en su economía doméstica, que puede dificultar la política monetaria del país”, explica a Cotizalia Rob Subbaraman, economista jefe de Nomura en Asia. “China quiere internacionalizar el reminbi y un yuan más fuerte es parte de ese proceso”.

¿Desplazar al dólar como reserva mundial?

Ya hace tres años, Mc Kinsey planteaba la posibilidad de que la divisa china pueda desplazar al dólar como reserva mundial –igual que ocurrió con el dólar y la libra en 1918-. Entonces argumentaba a favor de esta posibilidad el insostenible déficit fiscal de EEUU, el recurrente número de años en los que ha incurrido en déficits por cuenta corriente, una política monetaria extremadamente laxa y el enorme endeudamiento exterior que puede conducir a utilizar la inflación como arma para reducir la deuda, según explicaba Ignacio de la Torre en su Observatorio del IE del 24 de febrero de 2010.

Hoy estas consideraciones están tan vigentes como entonces y, es más, la demanda de yuanes va en aumento y está llamada a dispararse en tanto que está abriendo sus mercados a la inversión extranjera.

“El 1 de abril los nacionales de Macao, Hong Kong… que tenían vetada la compra de acciones de Tipo A en la bolsa china, van a poder entrar y eso disparará a corto plazo la demanda de yuanes”, asegura a Cotizalia Daniel Álvarez de X-TB. “Es una noticia de calado y China está con la calculadora en la mano porque ahora le compensa que haya flujo de capital y luego ya pensará cómo diluirlo comprando deuda de EEUU o de Europa como una loca”.

“Da la impresión de que ahora no les interesa entrar fuerte en la guerra y entienden que hay países, como Japón, con la devaluación sistemática del yen, que no pueden resultar ganadores de la guerra”, afirma Álvarez.

Cambio del modelo de crecimiento y ganar poder mundial

Y es que el gigante asiático tiene volcados sus esfuerzos en estos momentos en cambiar su modelo de crecimiento de la exportación al consumo. “China ahora tiene como prioridad reducir los desajustes internos en términos de inflación y sobrevaloración de la vivienda, todo ello en un contexto prioritario de consolidar el cambio de modelo de crecimiento desde la inversión y sector exterior hacia el consumo”, asegura José Luis Martínez Campuzano, estratega de Citi. “En todo esto el yuan, su estabilidad en niveles para ellos altos, supone una ventaja”, añade.

Así, el país tiene que marcar un punto de inflexión para incentivar su mercado interno, a la vez que busca conseguir más peso internacional. “Tiene ambición de influencia”, asegura Jaime Malet, presidente de la Cámara de Comercio de Estados Unidos en España. “1.300 millones de personas son muchas, lo mismo que América, Europa y parte de África juntos y quieren que su moneda se corresponda a su peso demográfico”.

“Hay una intención clara de influencia geoestratégica de China -continúa Malet- y no quiero que me gobierne un país que no tiene tradición occidental, con una política económica opaca, capitalismo difícil de entender y que no es una democracia, pero es lo que hay”.

Además, mientras Occidente –y Japón- tratan de salvar a toda costa una crisis económica sin precedentes, China ha visto aumentar su comercio exterior en febrero más del 20% y Pekín ha fijado una meta de crecimiento en el 7,5% en 2013 -los economistas apuntan a que será del 8%- y un desempleo inferior al 4,6% gracias a la creación de 9 millones de puestos de trabajo. Todo apunta a que China comienza a desperezarse y, como ya dijo Napoleón, “el día que despierte conseguirá dominar el mundo”.

Mientras Japón, Estados Unidos, Suiza y Reino Unido, principalmente, mantienen, ya sea de manera abierta o velada, una batalla por la devaluación de sus divisas para hacer sus economías más competitivas y así combatir la crisis; China, que entre 2008 y 2010 desempeño un papel protagonista negándose a dejar fluctuar al yuan, ha pasado a ocupar un perfil bajo en la contienda. Pero amenaza: "Tendremos plenamente en cuenta las políticas de expansión cuantitativa llevadas a cabo por otros países" y “estamos plenamente preparados para afrontar la guerra de divisas”, en palabras del vicegobernador de su banco central.