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La secesión de Cataluña parte en dos al PSC y cuestiona el liderazgo interno de Rubalcaba
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EL EX 'CONSELLER' ERNEST MARAGALL ROMPE LA DISCIPLINA DE VOTO

La secesión de Cataluña parte en dos al PSC y cuestiona el liderazgo interno de Rubalcaba

La huida hacia adelante emprendida por Artur Mas al impulsar un proceso soberanista en Cataluña, que pretende culminar con la convocatoria de un referéndum de autodeterminación en la

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La secesión de Cataluña parte en dos al PSC y cuestiona el liderazgo interno de Rubalcaba

La huida hacia adelante emprendida por Artur Mas al impulsar un proceso soberanista en Cataluña, que pretende culminar con la convocatoria de un referéndum de autodeterminación en la próxima legislatura con o sin permiso del Gobierno, ha partido en dos al PSC. El desafío secesionista de Mas ha roto los vasos comunicantes construidos hace más de tres décadas por el socialismo catalán para aunar los intereses de los autonomistas, partidarios de una Cataluña anclada a la Constitución, y los catalanistas, que definitivamente le han perdido el miedo a la independencia.

La multitudinaria marcha independentista de la Diada que recorrió las calles de Barcelona el pasado día 11 y la amenaza de ruptura con el Estado lanzada por CiU parecen haber liberado, tal vez para siempre, las dos almas que hasta ahora convivían, sin apenas sobresaltos, en el seno del PSC. La abstención de los parlamentarios socialistas en la votación de la resolución soberanista aprobada ayer por una amplia mayoría en el Parlament no sólo es un claro reflejo de ese conflicto interno -el sector más catalanista liderado por Ernest Maragall llegó a reclamar libertad de voto-, sino también de la brecha abierta entre el PSC y su partido hermano, el PSOE, por el derecho a decidir.

El PSC no sólo renunció ayer a votar en contra de la resolución apadrinada por CiU, sino que defendió su propio texto alternativo, en el que abandera la convocatoria de un referéndum, previamente autorizado por el Gobierno, sobre el derecho a decidir de los catalanes. Una postura que deja en una situación más que incómoda a Alfredo Pérez Rubalcaba, enemigo declarado de una consulta popular sobre la autodeterminación, y supone un claro desafío a su autoridad. El líder socialista había improvisado sobre la marcha una estrategia para tratar de contentar al PSC y, de paso, marcar distancias con el españolismo del PP: impulsar una reforma constitucional para avanzar hacia un Estado federal. Pero su apuesta quedó ayer desautorizada de facto por los socialistas catalanes y superada por los acontecimientos. 

La resolución finalmente presentada por el PSC, que no salió adelante por el rechazo de los demás grupos parlamentarios, se comprometía a "promover las reformas necesarias para que los ciudadanos de Cataluña puedan ejercer su derecho a decidir a través de un referéndum o una consulta acordados en el ámbito de la legalidad". Tras un tenso debate a puerta cerrada previo a la histórica sesión en el Parlament, se impuso finalmente la tesis de la dirección: no habría libertad de voto, como reclamaron Maragall y otros miembros del sector catalanista. Pero, a la hora de la votación, el ex conseller de Educación se saltó la disciplina interna y respaldó la propuesta soberanista de CiU. No fue el único rebelde: la ex consellera Marina Geli se negó a apoyar la resolución de su propio grupo.

Ola de desafección

Maragall es la cabeza más visible, pero desde luego no la única, de esa creciente ola de desafectos que dan por superado el autonomismo, rechazan el federalismo de nuevo cuño que trata de imponer Rubalcaba y apuestan sin pudor por la vía soberanista. El hermano del ex president Pasqual Maragall no está solo. Destacados dirigentes del PSC como la ex consellera Montserrat Tura; el alcalde de Lleida, Ángel Ros; la portavoz del partido en el Ayuntamiento de Girona, Pía Bosch; la eurodiputada María Badía; el parlamentario Daniel Font o la propia Geli también han abrazado públicamente el camino de la autodeterminación; y confían en que otros muchos que aún se resisten a salir del armario acabarán sumándose a su causa.

La falta de un liderazgo sólido en el PSC no contribuye a sellar la brecha interna que empieza a desgarrar al partido. El adelanto de la convocatoria electoral ha pillado a los socialistas catalanes con el pie cambiado y les ha obligado a renunciar a su compromiso de celebrar unas primarias a la francesa, abiertas a militantes, simpatizantes y ciudadanos en general, para elegir a su candidato a la Generalitat. El primer secretario, Pere Navarro, al que muchos en sus propias filas critican por su falta de carisma, se lo jugará todo a una carta el próximo domingo, cuando los más de 400 miembros del Consejo Nacional del PSC designarán al cabeza de lista para las elecciones del 25 de noviembre. Navarro parte como favorito, pero deberá medirse a Ros y, probablemente, a Tura, dos de los representantes del ala más catalanista.

Esa sensación de desconcierto se ha trasladado también al PSOE, que trata de taponar la vía de agua con simples declaraciones voluntaristas. Rubalcaba dijo esta misma semana que el PSC "no es un partido soberanista ni quiere la independencia de Cataluña". Un mensaje que ya había lanzado pocos días antes, con tan escaso éxito, el ex ministro y portavoz socialista en la Comisión Constitucional del Congreso, Ramón Jáuregui, que aseguró que PSOE y PSC comparten una posición "absolutamente contraria a la independencia de Cataluña". Para aumentar la confusión, el líder extremeño, Guillermo Fernández Vara, propuso el miércoles que PSOE y PP vayan "de la mano" para frenar el desafío soberanista de CiU. Nadie en su partido ha recogido el guante.

La huida hacia adelante emprendida por Artur Mas al impulsar un proceso soberanista en Cataluña, que pretende culminar con la convocatoria de un referéndum de autodeterminación en la próxima legislatura con o sin permiso del Gobierno, ha partido en dos al PSC. El desafío secesionista de Mas ha roto los vasos comunicantes construidos hace más de tres décadas por el socialismo catalán para aunar los intereses de los autonomistas, partidarios de una Cataluña anclada a la Constitución, y los catalanistas, que definitivamente le han perdido el miedo a la independencia.

Alfredo Pérez Rubalcaba Parlamento de Cataluña Cataluña