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España olvida a Marruecos tras financiar sus renovables como ayuda al desarrollo
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GAMESA Y ABENGOA GESTIONARON LOS PROYECTOS

España olvida a Marruecos tras financiar sus renovables como ayuda al desarrollo

El país vecino recibió 200 millones de euros de financiación 'blanda' para desarrollar dos proyectos que gestionaron las empresas Gamesa y Abengoa.

Foto: Molinos de viento en Tánger. (Reuters)
Molinos de viento en Tánger. (Reuters)

Tánger es un bullicioso laberinto con los primeros rayos del amanecer. Al este de la ciudad marroquí, capital de la provincia norteña de Tetuán, las aspas de varios molinos de viento cortan la llegada del sol en el horizonte. Es sólo una muestra del incipiente desarrollo de Marruecos, incluido el sector de las energías renovables. Carretera adentro, dirección Tetuán, en la zona de Meloussa, la española Gamesa levantó el parque eólico más grande del país, un complejo de 107 MW (Tánger I) que se amplió con una segunda fase en las inmediaciones de la ciudad portuaria con otros 33 MW (Tánger II). Tecnología española (165 aerogeneradores G-52) al servicio del país vecino, que fue estrenada por el propio Rey Mohamed VI en el verano de 2010.

Aquellos modernos molinos, financiados con cerca de 100 millones de euros, son un ejemplo de la inercia de los tiempos de bonanza en los Presupuestos Generales del Estado. Históricamente, el Ministerio de Industria, a través de la Secretaría de Estado de Comercio, ha sido uno de los principales ejecutores del gasto dedicado a la Cooperación Española al Desarrollo, casi siempre a través de los créditos FAD (Fondo Ayuda Desarrollo), la herramienta de financiación creada para impulsar la exportación de bienes de equipo, obra civil y materias primas. Esta política de ayudas convirtió a Marruecos en el segundo país receptor de ayuda al desarrollo entre 2007-2012, con 567 millones de euros, sólo por detrás de Guatemala.

Estas cifras, sin embargo, están distorsionadas por la dimensión alcanzada por los créditos FAD hasta su existencia. Para superar controversias de este tipo, el cambio legislativo realizado en 2010 hizo que a partir del año siguiente entraran en funcionamiento los FIEM (Fondos para la Internacionalización de la Empresa), un instrumento más dentro de la acción comercial desarrollada desde la Secretaría de Estado de Comercio (Ministerio de Economía) que ya no computa como ayuda al desarrollo. Hecha la separación, los recursos financieros dedicados a los objetivos de lucha contra la pobreza y contra las desigualdades sociales tienen cabida, con menos dotación, en los Fondos para la Promoción del Desarrollo (FONPRODE) que gestiona la AECID.

placeholder Planta realizada por Abengoa en Ain Beni Mathar

Antes de toda esta reordenación conceptual y de que el diluvio de la crisis acabara con los recursos de la Cooperación Española al Desarrollo (descenso del 67% en el periodo 2008-12), la cartera gestionada por el ministro Miguel Sebastián cofinanció con otros 100 millones otro gran proyecto verde en suelo marroquí, concretamente en Ain Beni Mathar, en la provincia de Jerada, casi frontera con la vecina Argelia. La beneficiada de aquella monumental obra de ingeniería, bautizada entonces como la mayor planta termosolar de ciclo combinado (solar/gas) del mundo (hasta 160 hectáreas de complejo), fue la sevillana Abengoa, una de las empresas españolas que ha hecho bandera con el negocio de las renovables fuera de nuestras fronteras.

Gracias a la concesión de aquellos proyectos a dos empresas españolas, financiados también por organismos internacionales (Banco Europeo de Inversiones, Banco Africano de Desarrollo y Fondo Mundial para el Medio Ambiente) y entidades privadas (KfW), Marruecos recibió cerca de 200 millones de euros a través de créditos FAD. El receptor de esa financiación ventajosa fue la Oficce National de l'Electricité et de l'Eau Potable (ONEE), el organismo público responsable del desarrollo de las infraestructuras eléctricas e hidráulicas del país, que accedió a condiciones preferentes de financiación para impulsar su plan de energías renovables, con el que espera cubrir el 40% de su necesidad energética para 2020.

Las turbinas de Gamesa ocupan una línea de más de 20 kilómetros, invisible casi a pie de carretera por la niebla habitual de la zona. Igual que con la planta desarrollada por Abengoa, el mantenimiento de los complejos corre a cargo de ambas empresas, que cuentan allí con personal desplazado y local. A pesar de estos hitos, ninguna renovable española ha vuelto a conseguir un gran proyecto en Marruecos, a pesar de haber participado en varios procesos. Desde hace un par de años, países como Francia y Alemania han logrado que firmas nacionales como Siemens, Alstom, GDF Suez…, de la mano de la local Nareva(perteneciente a ONA, holding industrial controlado por la familiar real marroquí), ocupen el lugar de las españolas.

Estas magnitudes (567 millones de euros entre 2007-12) demuestran la consideración preferencial que ha tenido Marruecos en el juego de relaciones internacionales desarrollado por nuestro país. Bien sea por temas migratorios, acuerdos comerciales o disputas fronterizas, el trato con nuestro vecino natural es constante y fluido, aunque no exento de discrepancias históricas. Sin embargo, los acontecimientos demuestran cómo otros países aliados van ocupando los espacios libres que va dejando la Marca España a consecuencia de la crisis. Y es que a pesar de ser un antiguo protectorado francés (1912-1956), el norte de Marruecos, principal zona de actuación de la Cooperación Española al Desarrollo, mantiene un marcado poso y tradición española.

El boom de las renovables distorsionó sobremanera el volumen de ayuda recibida por Marruecos respecto a años posteriores. La política general de ajustes en la ayuda oficial al desarrollo ha afectado más severamente a las partidas bilaterales directas, no a las comprometidas a través de organismos multilaterales, sobre todo las gestionadas desde la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), dependiente del Ministerio de Asuntos Exteriores. En el caso de Marruecos, el presupuesto de la agencia pública en 2012 para Marruecos fue de 6,2 millones de euros, repartidos en proyectos de gobernabilidad, asuntos de género, economía sostenible y actuación cultural, un 72% menos que en 2007.

La Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) ha visto cómo su presupuesto para Marruecos se ha reducido en un 72% en el periodo comprendido entre 2007-12

En los años de bonanza, Tánger se convirtió en la metrópoli de la cooperación internacional. Era el centro de operaciones perfecto para instalarse y cubrir desde esta plaza toda la región norte del país, donde se concentra el grueso de la actividad española. Además, la cultura de lo español está todavía muy presente (Instituto Severo Ochoa, Hospital Ramón y Cajal, Consulado…) y es fácil comprobar la cantidad de intereses cruzados existentes. Casi sin esfuerzo, como pudo comprobar El Confidencial en su visita a esta ciudad, las muestras de esa mixtura entre los dos pueblos son plenamente visibles: cualquiera puede tener familiares o antepasados al otro lado del Estrecho, o haber completado su formación en centros de nuestro país.

Aquella abundancia de agentes españoles en Tánger se ha desplomado. Empezando por la propia AECID, que suprimió su sucursal local y coordina todo desde Rabat, una de las Oficinas Técnicas de Cooperación (OTC) que forma parte del Magreb. Aun así, durante la primera semana de octubre del año pasado tuvo lugar en la capital de Marruecos la reunión anual sobre esta región, una cita donde se marcó el nuevo plan de actuación para el periodo 2014-16. Y como en otras oficinas, el reto principal versó sobre cómo conseguir visibilidad con menos recursos. Además, su vacío ha dejado sin respaldo a muchas ONGs presentes en la zona (Codespa, CEAR...), que sin sus aportaciones no han podido desarrollar nuevos proyectos.

placeholder Equipo de la residencia estudiantil para jóvenes en riesgo de exclusión en Assilah financiada por la Junta

Una de las Comunidades Autónomas que mantiene a flote su presencia en la ciudad portuaria es Andalucía, la región más comprometida a día de hoy, junto a Cataluña, en aportaciones económicas y planes de actuación en Marruecos. A raíz de la crisis, la cantidad de dinero comprometido se ha visto mermada drásticamente, como ha ocurrido con el resto de Comunidad Autónomas y Ayuntamientos que han participado como donantes en proyectos. Las cifras hablan por sí mismas. En tan sólo seis años, en el periodo comprendido entre 2007-2012, el país vecino ha pasado de recibir 25 a sólo 4 millones de euros a través de estos agentes públicos.

El pueblo andaluz mantiene una relación histórica con esta región africana. La Junta de Andalucía, junto a distintas ONG, desarrolla desde hace años distintos programas de actuación en el norte de Marruecos. El delegado de la Junta en la región, el marroquí Mostafa Louakfaoui, nos enseñó uno de los proyectos más recientes, una residencia estudiantil con jóvenes en riesgo de exclusión social” levantado en Assilah, ciudad costera de gran belleza situada a 46 kilómetros al sur de Tánger. En este municipio, la cooperación andaluza promovió y desarrolló la rehabilitación de un viejo centro hasta su nueva puesta en funcionamiento, donde adolescentes entre 14-16 años completan su formación antes de decidir cómo orientar su futuro profesional.

Como ocurre en muchas de las actuaciones de ámbito oficial, este proyecto llave en mano ejecutado por la Junta de Andalucía se ha desarrollado junto a L'Entraide Nacional, el organismo público marroquí encargado de canalizar la ayuda internacional que recibe el país. El funcionamiento habitual, como explica la responsable de la oficina para Tánger, Zineb Oulhajene, es que la contraparte marroquí identifique las prioridades de actuación y que los agentes exteriores elijan los proyectos en los que desean participar, en función de sus capacidades e intereses. Un programa mixto, en el que los recursos iniciales son aportados por la parte internacional y cuyo mantenimiento posterior asumen las autoridades de Marruecos.

placeholder Gran Teatro Cervantes de Tánger. (Wikimedia Commons)

La menguante falta de recursos ha descubierto situaciones sonrojantes en los últimos años. La más sonora tiene que ver con el centenario Gran Teatro Cervantes, todo un vestigio cultural que nació en 1913 al calor de la pujante de la Little Spain que habitaba en la internacional Tánger. Esta joya arquitectónica y referente artístico, levantado entre la zona portuaria y algunas de las calles que van al epicentro de la concurrida Plaza 9 de Abril de 1947 (puerta de entrada de la Antigua Medina), lleva sin actividad cerca de 30 años. Las autoridades locales, a las que España cedió su explotación y uso por el precio simbólico de un dirham, hace tiempo que renunciaron a sus responsabilidades más básicas y el edificio amenaza ruina y descomposición.

Aunque la Cooperación Española al Desarrollo comprende programas de actuación en el ámbito cultural, este mausoleo de lo español en Tánger sigue abandonado a su suerte. Sólo iniciativas populares, tanto desde España como desde Marruecos, han conseguido denunciar esta situación y rescatar del olvido a este otro Cervantes. Cada vez hay menos dinero para nuevas cosas y sólo siguen en pie partidas comprometidas para proyectos aún en fase desarrollo. Igual que en el pasado lo habitual era ir empalmando programas, ahora cuesta mucho más esfuerzo sacar adelante la mitad del antiguo trabajo. A pesar de todas estas adversidades, los intereses cruzados entre ambos países harán imposible que los lazos de cooperación desaparezcan del todo.

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Este artículo, en el que también ha participado la periodista Mar Cabra, forma parte de una serie de reportajes que muestran los resultados de cuatro meses de investigación para radiografiar la situación actual de la Ayuda Oficial al Desarrollo Española.

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Tánger es un bullicioso laberinto con los primeros rayos del amanecer. Al este de la ciudad marroquí, capital de la provincia norteña de Tetuán, las aspas de varios molinos de viento cortan la llegada del sol en el horizonte. Es sólo una muestra del incipiente desarrollo de Marruecos, incluido el sector de las energías renovables. Carretera adentro, dirección Tetuán, en la zona de Meloussa, la española Gamesa levantó el parque eólico más grande del país, un complejo de 107 MW (Tánger I) que se amplió con una segunda fase en las inmediaciones de la ciudad portuaria con otros 33 MW (Tánger II). Tecnología española (165 aerogeneradores G-52) al servicio del país vecino, que fue estrenada por el propio Rey Mohamed VI en el verano de 2010.

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