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Rubalcaba intenta ser la voz de la calle, pero no convence a sus críticos
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DESTACADOS DIPUTADOS SOCIALISTAS MUESTRAN SU FRIALDAD CON ÉL

Rubalcaba intenta ser la voz de la calle, pero no convence a sus críticos

Su partido le había pedido en la jornada anterior que centrase en el sentir de la calle el debate sobre el estado de la Nación, y

Foto: Rubalcaba intenta ser la voz de la calle, pero no convence a sus críticos
Rubalcaba intenta ser la voz de la calle, pero no convence a sus críticos

Su partido le había pedido en la jornada anterior que centrase en el sentir de la calle el debate sobre el estado de la Nación, y Alfredo Pérez Rubalcaba tomó buena nota de ello. Hasta llevó a la tribuna el ejemplo de una mujer que había dejado de comprar sus medicamentos para pagar la comida de su familia. El líder de la oposición hizo un discurso duro y contundente, centrado en las consecuencias de la reforma laboral, los recortes en Sanidad y en la reforma educativa, pero ni por esas consiguió el apoyo entusiasta de toda su bancada. Por más que en algunos casos se dejase llevar por argumentos algo populistas en los que retrató a España como un país en el que, cada vez más gente, busca comida en los contenedores de basura.

Desde su primera intervención quedó en evidencia la distancia política que, aún hoy, le separa de algunos compañeros como su otrora rival Carme Chacón o el presidente de la Fundación Ideas, Jesús Caldera, marginado a un segundo plano interno a raíz del 'caso Amy Martin' y visiblemente distanciado de su secretario general. Mientras el resto de sus compañeros aplaudía con fuerza los ataques de Rubalcaba al presidente del Gobierno, ambos guardaban una muy medida desidia.

No fueron los únicos. Tampoco Manuel Chaves y su mano derecha, Gaspar Zarrías, se dedicaron a alentar a su líder con aplausos a lo largo de su intervención, como también hicieron al finay con desgana José Blanco, implicado en el caso de la gasolinera, y Alfonso Guerra. Zarrías, sin embargo, explicó después que si no aplaudió es porque “no vengo al circo” y no porque no estuviera de acuerdo con el tono y el fondo del discurso de Rubalcaba.

Para su portavoz, Soraya Rodríguez, fue, en cambio, un discurso “de corazón y muy cercano a la calle que ha gustado mucho al grupo parlamentario”, explicó. “Un discurso articulado, bien argumentado y muy pegado al pie de la calle, a la realidad del país”, argumento que después repitieron también otros portavoces del partido como Marcelino Iglesias, para quien Rubalcaba dejó en evidencia el “fracaso en toda regla” del primer año de gestión de Rajoy. “El grupo está satisfecho con la intervención. Ha hecho lo que tenía que hacer. Las cosas están peor que hace un año. Esa es la realidad, aunque lo adornen como quieran. De una crisis económica hemos pasado a una crisis total. ¿Es que hay algún parámetro económico y social que no esté peor que hace un año?” 

Fuentes del Gobierno y del Partido Popular salieron rápidamente a poner en evidencia que Rubalcaba no había preparado bien el discurso al señalar, durante una de sus réplicas al presidente, que en cuanto terminase el debate demostraría con datos las cifras pintadas por Rajoy en su primera intervención. “No tenía que haber sacado muchos datos, con un par habría bastado, pero ha quedado claro que no lo tenía preparado y se ha dado cuenta”, explicaban fuentes de la presidencia del Gobierno. El propio Rajoy quiso hacer incidir en esa misma debilidad al destacar, en su última réplica al PSOE, que “pocas cosas ha dicho y a pocas cosas se le puede contestar”.

El PSOE, sin embargo, argumentó en los pasillos que Rubalcaba no había tirado de cifras y datos porque solo tenía 15 minutos en la segunda réplica para contestar al presidente, por más que se excediera ampliamente en los tiempos en todas sus intervenciones. “No había tiempo para rebatir”, señaló Rodríguez, al igual que Iglesias: “Una réplica de un cuarto de hora no te da para contraponer esos datos”.

Para el diputado José Martínez Olmos, el discurso de Rubalcaba estuvo muy acertado porque, a su juicio, ningún sector que está sufriendo la crisis se quedó sin estar representado. “Le habíamos pedido que fuera cercano a los problemas de la gente. No hay un sector que esté manifestando sufrir los efectos de la crisis que no haya estado representado en su discurso”.

Rubalcaba, sin embargo, sólo consiguió un discurso cerrado de toda su bancada al término del debate, cuando el protocolo casi obliga a ello. A Caldera, sin embargo, le costó lo suyo arrancarse de su escaño para ovacionar a su líder. Unos gestos que ni a la prensa ni a los diputados del PP pasaron desapercibidos y que vienen a ahondar todavía más en la crisis de liderazgo interno que atraviesa Rubalcaba desde hace meses. 

Su partido le había pedido en la jornada anterior que centrase en el sentir de la calle el debate sobre el estado de la Nación, y Alfredo Pérez Rubalcaba tomó buena nota de ello. Hasta llevó a la tribuna el ejemplo de una mujer que había dejado de comprar sus medicamentos para pagar la comida de su familia. El líder de la oposición hizo un discurso duro y contundente, centrado en las consecuencias de la reforma laboral, los recortes en Sanidad y en la reforma educativa, pero ni por esas consiguió el apoyo entusiasta de toda su bancada. Por más que en algunos casos se dejase llevar por argumentos algo populistas en los que retrató a España como un país en el que, cada vez más gente, busca comida en los contenedores de basura.

Alfredo Pérez Rubalcaba