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Los estatutos obligan al PNV a reponer la bicefalia y que elijan al sucesor de Urkullu
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MEDIRÁN SUS FUERZAS MODERADOS Y RADICALES

Los estatutos obligan al PNV a reponer la bicefalia y que elijan al sucesor de Urkullu

En el momento mismo en que Iñigo Urkullu tome posesión de su acta como diputado en el Parlamento de Vitoria estará incurso en una radical incompatibilidad entre su

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Los estatutos obligan al PNV a reponer la bicefalia y que elijan al sucesor de Urkullu

En el momento mismo en que Iñigo Urkullu tome posesión de su acta como diputado en el Parlamento de Vitoria estará incurso en una radical incompatibilidad entre su cargo público y la presidencia del Euskadi Buru Batzar (ejecutiva del PNV), según los estatutos de su partido. Que han de cumplirse de inmediato. Estas normas de funcionamiento interno con vigencia hace décadas, establecen la total separación entre los cargos internos del partido y los públicos, sean cuales fueren éstos. El lehendakari –lo será con toda probabilidad Urkullu— tendrá voz pero no voto en la Ejecutiva del PNV. Los nacionalistas vascos son los únicos que establecen en su organización una bicefalia tan histórica como, en determinados períodos de su trayectoria, conflictiva.

Carlos Garikoetxea, primer lendakari nacionalista (1980-1986), intentó por todos los medios alterar, de una parte, la Ley de Territorios Históricos, desposeyendo de poderes a las diputaciones y juntas generales en beneficio del Gobierno y el Parlamento vascos, lo que afectaba al sistema de confederación interna de la comunidad autónoma que el PNV ha defendido desde hace más de un siglo. De otra, el ex presidente vasco defendió el criterio de que el partido se convirtiese, como lo demás, en un instrumento de la acción del gobierno para asumir él el mando de la organización. Arzalluz, entonces presidente del EBB del PNV, se opuso a ambos propósitos. De ese conflicto surgió en 1986 la escisión de Eusko Alkartasuna que prendió especialmente en Navarra y Guipúzcoa, pero apenas con fuerza en Vizcaya y Álava.

Los nacionalistas no se plantean tampoco ahora alterar sus estatutos. Siguen entendiendo que el PNV debe, a través de su Ejecutiva o Euskadi Buru Batzar, controlar que la acción del gobierno se ajuste a su programa. De ahí la bicefalia y el sistema de “descargos” que periódicamente debe realizar el lendakari y otros responsables públicos ante la Asamblea Nacional del partido y, a distintos niveles, los demás cargos institucionales en cualquier esfera de la administración y en todas las instancias parlamentarias. De hecho, el EBB no dio opción a José Antonio Ardanza para repetir como candidato a lendakari y lo sustituyó fulminantemente por Ibarretxe en 1999 después de que su antecesor mostrase serías reticencias al llamado “pacto de Lizarra” que firmó Arzalluz con HB, ETA y los sindicatos ELA-STV y LAB.

La elección del  presidente del EBB requiere de un enorme esfuerzo de organización interna porque participan, mediante el sistema de elección de compromisarios, todas las juntas municipales de los tres territorios. Se trata de un complejo sistema de primarias que se dilucidan pueblo a pueblo, junta a junta, y que desemboca en una asamblea nacional –en este caso de carácter particularmente extraordinario— en la que se produce la votación final. Quién sea el sucesor de Iñigo Urkullu es de gran importancia para conocer las aspiraciones de las bases nacionalistas, bastante autónomas en el establecimiento de prioridades en la acción del Gobierno vasco que se transmiten a través del partido. Hay que recordar a este respecto que Josu Jon Imaz, el antecesor de Urkullu en la presidencia del PNV, un político de gran formación intelectual y académica, fue desalojado por el ala más dura e independentista. Elegido en sustitución de Xavier Arzalluz en enero de 2004, presentó su renuncia en septiembre de 2007, abandonando la política. En la actualidad es presidente de Petronor (Repsol) y un referente para Urkullu y otros dirigentes de su generación porque Imaz representó en su momento el licenciamiento de la antigua guardia nacionalista, desconectada ahora del cuadro de mandos del partido. De hecho, la única figura del pasado reciente del PNV con alguna visibilidad es el guipuzcoano Joseba Egibar, que carece, sin embargo de la relevancia de antaño.

Aunque todavía no hay quinielas en torno a los nombres que podrían competir por la presidencia del PNV la impresión general es que será una persona próxima a las tesis de Iñigo Urkullu al que se atribuye el mérito de haber obtenido 27 escaños (el mejor registro histórico del partido tras los 32 de 1984 y los 30 de 2009, elecciones estas últimas en las que no compareció la izquierda radical abertzale) y casi el 35% del voto emitido (383.565), logrando un práctico empate con EH-Bildu en su feudo de Guipúzcoa. No obstante, se apunta el nombre de Andoni Ortuzar, en la actualidad presidente del Bizkai Buru Batzar (Ejecutiva del PNV en Vizcaya), un periodista que dirigió la radio y televisión vasca durante nueve años hasta 2008 y máximo representante, con Iñaki Azkuna, alcalde de Bilbao, del sector moderado del PNV. Algunas fuentes, sin embargo, sitúan a Ortuzar en un cargo de importancia en el gabinete que forme Urkullu.

En todo caso, parece claro que el nuevo presidente del PNV saldrá de la generación de políticos nacidos en los años sesenta (el propio Urkullu, Imaz y Ortuzar) y que sintonizará con la prioridades de la campaña nacionalista: crisis económica y, para 2015, revisión del estatuto político del País Vasco. Las bases nacionalistas parece que están en esa sintonía y que dejan para mejor ocasión iniciativas independentistas. “No sabemos la presión que meterá en la militancia lo que ocurra en Cataluña, pero nuestros objetivos, ahora, no son los de Artur Mas” confirmó a El Confidencial un burukide vizcaíno, que reconoció, no obstante, que “estos procesos asamblearios para la elección de cargos internos siempre generan inquietud porque, de una forma o de otra, es la manera en la que se mide la correlación interna de fuerzas en la organización. Vamos, que es una especie de segunda vuelta del 21-O”.

En el momento mismo en que Iñigo Urkullu tome posesión de su acta como diputado en el Parlamento de Vitoria estará incurso en una radical incompatibilidad entre su cargo público y la presidencia del Euskadi Buru Batzar (ejecutiva del PNV), según los estatutos de su partido. Que han de cumplirse de inmediato. Estas normas de funcionamiento interno con vigencia hace décadas, establecen la total separación entre los cargos internos del partido y los públicos, sean cuales fueren éstos. El lehendakari –lo será con toda probabilidad Urkullu— tendrá voz pero no voto en la Ejecutiva del PNV. Los nacionalistas vascos son los únicos que establecen en su organización una bicefalia tan histórica como, en determinados períodos de su trayectoria, conflictiva.

Iñigo Urkullu