Mato estudia varias fórmulas de copago sanitario... para después de las andaluzas

Lejos del ciclón reformista que ya han adelantado Soraya Sáenz de Santamaría, Alberto Ruiz Gallardón y Luis de Guindos, Ana Mato se presentó en Comisión sin dar ninguna explicación sobre cómo digerirá los 15.000 millones de euros de deuda que soporta el ministerio de Sanidad. La ministra se limitó a repetir como sus antecesores en el cargo que hará un pacto de Estado para asegurar la sostenibilidad del sistema, y aunque no cerró la puerta a introducir algún tipo de copago, tampoco dijo que lo vaya a hacer. A siete semanas de las elecciones andaluzas, su secretario de Estado de Política Social, Juan Manuel Moreno, mano derecha de Javier Arenas en Génova, se mostró partidario de guardar en el cajón el fantasma del copago y limitarse a hacer una declaración de intenciones sin entrar en materia.

Sobre la mesa de Ana Mato, todas las medidas de austeridad tocan en mayor o menor medida el copago. Copago, céntimo sanitario, tique moderador… consciente de que con cualquier medida donde el paciente tenga que pagar la sociedad la rechazará en bloque, la ministra evitará coger el toro por los cuernos hasta que Cristóbal Montoro, titular de Hacienda, le obligue a disminuir su deuda sanitaria y hacer más sostenible la sanidad pública. “El Pacto de Toledo sanitario se convertirá en un Pacto de Toledo con Hacienda”, aseguran fuentes cercanas a la ministra.

Pese a la prudencia de Mato a la hora de poner en marcha cualquier reforma sanitaria, ya tiene sobre su mesa los modelos de financiación sanitaria de todos los países europeos. Aunque entre todos presentan realidades muy dispares tanto en derechos como en medios de financiación, el círculo cercano a la ex secretaria de organización del PP le aconseja hacer para España un traje a medida copiando la experiencia que mejor le resulte de la que ya han aplicado otros países europeos.

Titularizar la deuda, como las eléctricas

Mato sabe que una de las principales críticas cuando aplique el copago forzoso vendrá por su incidencia sobre la equidad y limitar la igualdad de acceso, pero para moderar el gasto y la demanda innecesario más pronto o más tarde será necesario implantarlo. La financiación de la sanidad española es un complejo rompecabezas donde el Estado tiene la competencia regulatoria básica pero pagan las autonomías, y hay que empezar a desgranar dónde empieza la responsabilidad de cada uno de los actores, incluidos los pacientes. Como posible salida al sostenimiento del sistema sanitario, se habla de titularizar los 15.000 millones de déficit de la deuda sanitaria, un volumen veinte veces superior a hace siete años, copiando el modelo que se aplica a las compañías eléctricas.

La ministra de Sanidad está avalada por rigurosos trabajos científicos que evidencian la eficacia del copago en aquellos lugares donde está implantado. Hay expertos que han contado al equipo ministerial la necesidad de construir, como Reino Unido y Suecia, una agencia independiente (National Institute for Health and Clinical Excellence, NICE, en el caso de Gran Bretaña) para mejorar y racionalizar la eficiencia de este gasto público y salvarlo de la disputa política. El NICE utiliza un baremo muy riguroso para evaluar el coste/efectividad de los procedimientos, y excluye de la financiación cualquier diagnóstico, tratamiento o fármaco que supere las 30.000 libras esterlinas.