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Las dos caras de la verdad
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AGAG, ‘EL BIGOTES’ Y EL NEGOCIOS DE LA FÓRMULA UNO

Las dos caras de la verdad

El martes borró a todos sus amigos: los Aznar, los Fierro, los March. El mismo se borró de Facebook. Poco antes de saberse que estaba imputado

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Las dos caras de la verdad

El martes borró a todos sus amigos: los Aznar, los Fierro, los March. El mismo se borró de Facebook. Poco antes de saberse que estaba imputado en la Operación Gürtel contra la corrupción desarrollada por la Comisaría General de Policía Judicial y dirigida por el juez Baltasar Garzón y la Fiscalía Anticorrupción, Jacobo Gordon decidió limpiar las huellas en Internet que pudieran ponerle sobre su pista. Dio de baja su página de Facebook, la red social más pujante en estos momentos, donde aparecía sonriente, descocado y con una amplia lista de amigos en las que figuraban todos los apellidos ilustres del país, hijos de aristócratas y grandes fortunas.

 

Gordon es socio y amigo del yernísimo, Alejandro Agag, y desde muy joven apuntaba maneras. Empezó con la comida basura. Con tan sólo 19 años montó dos Tele Burguer en Madrid, uno en Raimundo Fernández Villaverde y otro en la calle Cartagena. “Eramos varios socios, pero la idea fue de Jacobo. Era un empresario de los pies a la cabeza y el más emprendedor de todos. Aun siendo tan joven, estuvo como dos años en Perú construyendo pisos y levantando negocios”, asegura un antiguo socio suyo.

La vena inmobiliaria no parece haberla abandonado en ningún momento. Una de las razones por las que el nombre de Gordon aparece en Gürtel se debe a su cargo de administrador único en la sociedad de inversión inmobiliaria Castano Corporate, donde los también imputados Pedro Crespo y Ramón Blanco, ex consejero delegado de Repsol con Alfonso Cortina, fueron socios y administradores.

A pesar de la afición de Alejandro Agag a coleccionar amigos y renegar de ellos según su antojo (“no tengo ninguna vinculación con Correa [cabecilla de la supuesta trama]”, aseguró a elmundo.es aun siendo público que este último fue testigo en su boda), nadie pone en duda que Agag y Gordon son uña y carne. Lo son desde su etapa de Cunef, la universidad de los banqueros, donde desarrollaron una inusitada actividad organizando encuentros con distinguidos personajes de la época, caso de Mario Conde y Mariano Rubio, quienes terminarían con sus huesos en la cárcel por escándalos de corrupción. Jacobo Gordon montó varios negocios con Alejandro Agag, estuvo a su lado en el intento de asalto del italiano Caltagirone a Metrovacesa, y después acompañó al yernísimo en su periplo londinense. Hace dos años, Gordon decidió regresar a Madrid.

En las grabaciones realizadas por la Policía en el desarrollo de la Operación Gürtel, su nombre aparece en reiteradas ocasiones vinculado con una promoción inmobiliaria en Majadahonda, con el “tema valenciano”, con su “desastrosa” gestión en algunos negocios y con su relación con Aznar. “Jacobo, todo el verano con Aznar y no es capaz de pedirle que nos eche una mano para desbloquear la licencia. No ha hecho nada”, asegura Francisco Correa, presunto cabecilla de la trama.

La imputación de Gordon, así como la de otras personas próximas al denominado Clan de Becerril, caso de Alvaro Pérez o Francisco Correa (que se encargaban de organizar los actos de los cachorros del PP), o de Pau Collado (ex presidente de Jóvenes Empresarios y ex director de la Fundación para el Desarrollo Sostenible de Baleares), deja en entredicho a toda una generación de jóvenes populares que tras la derrota de las generales en 2004 decidió poner pies en polvorosa o pasar a un segundo plano.

“Da mucha pena ver lo que éramos y lo que ha quedado de todo aquello”, asegura un antiguo miembro de Becerril. Aquel grupo de jóvenes murió cuando Agag y sus amigos tomaron las riendas y las “nuevas generaciones del PP se transformaron en el Clan de Becerril. Eso sentó muy mal en el partido. Eso y la aparición de un libro sobre nosotros que ponía en evidencia a mucha gente”. Después de aquello, Alejandro Agag ha desconectado de todos ellos. “No se nos pone ni al teléfono”, asegura.  

Los temores de la familia Aznar

Como si viviera en un carnaval continuo, a Alejandro Agag siempre le ha gustado esconderse detrás de una máscara. A pesar de tratarse de un personaje público, no le gustaba que hablasen de sus negocios ni sus amistades peligrosas. Y se escondía. Ahora, sin quererlo ni verlo venir, ha llegado la hora de quitarse la careta. “El punto flaco de Aznar, que se caracteriza por tener un perfil frío y muy racional, está en la familia: en la mujer, en la hija, en Agag. ¿Sabrá Aznar todo lo que está haciendo Agag? Supongo que si no todo, casi todo. Aznar maneja mucha información pero también tiene esos puntos débiles”, asegura un ex alto cargo de su Gobierno.

De ahí el temor de buena parte de su entorno a que el sumario abierto por el juez Baltasar Garzón acabe implicando a alguno de ellos, o al propio Agag. Y es que la relación del yerno de José María Aznar con estos personajes no se limita sólo a haberlos invitado a la boda, o incluso a haber encargado a Álvaro Pérez que la organizara. Hay más. Los ahora imputados siempre han dejado una puerta abierta al yernísimo, un hombre que aparcó la política para dedicarse a negocios como el de la Fórmula 1.

Agag es un hombre de Briatore y también de Ecclestone, dos de los factótum en esto de las cuatro ruedas. De hecho, es a través de la Fórmula 1 donde, según diversas fuentes, puede acabar encontrando Garzón las temidas conexiones.

La escena se produjo hace ya unos meses en un conocido restaurante valenciano. Álvaro Pérez comía con el vicepresidente primero y consejero de economía del Consell, Gerardo Camps. “Oye, Gerardo, quiero entrar en la Fórmula 1, ¿puedes ayudarme?”. Camps, sin perder un minuto, cogió su teléfono móvil e hizo una llamada: “Jorge (por Jorge Martínez Aspar), oye, tengo un amigo…”. La anécdota la cuenta el propio Pérez, que alardea de amigos y contactos, entre ellos el propio Agag, directamente implicado en la construcción del Circuito Urbano de Valencia, en el que este verano pasado se celebró el Campeonato de Europa y que gestiona Aspar.

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El ‘conseguidor’ del circuito de Valencia

Agag fue el ‘conseguidor’ del patrocinio de Ecclestone para el circuito. Dice la prensa local que, a cambio, la Generalitat le ayudó con 40 millones de euros para montar su propia escudería de Fórmula 3, una escudería, por cierto, está plagada de chicas-diez, modelos metidas a pilotos, un ‘capricho’ heredado de su padrino al volante, Flavio Briatore. Agag fue también, según apuntan las fuentes, quien propuso a Aspar para gestionar la sociedad que explota el nuevo circuito.

¿Llegó a entrar Pérez, de la mano de Agag, en el mundo de la Fórmula 1? Eso es, precisamente, lo que está investigando el juez Baltasar Garzón, pero diversas fuentes consultadas por este diario aseguran que tanto en la inauguración oficial del Circuito el pasado verano en los Jardines del Real de Valencia, como en la menos glamurosa del Holiday Inn, Pérez se movía como pez en el agua, aunque no se ha podido confirmar que fuera el organizador de estos acontecimientos. Cosa que, por otro lado, no sería nada raro a la vista de que casi todos los actos importantes pasaban por sus manos.

Si todos los implicados en esta trama habían tenido alguna relación con el entorno de Aznar, no por nada se ocuparon de organizar todos los actos del PP en aquella época, Pérez es de los que sigue haciendo gala de esa relación preferencial y se presenta en público como Asesor de Relaciones Públicas del Gobierno de José María Aznar, o al menos eso atestiguan en la Universidad Pontificia de Salamanca, donde acudió a dar clases a un máster de Asesoramiento de Imagen y Consultoría Política.

Todo un personaje que consiguió que medio Consell valenciano, con su presidente a la cabeza, acudiera a su boda con una ex Mamachicho. No estuvo Agag, pero Garzón investiga la lista de regalos de aquel enlace.

El martes borró a todos sus amigos: los Aznar, los Fierro, los March. El mismo se borró de Facebook. Poco antes de saberse que estaba imputado en la Operación Gürtel contra la corrupción desarrollada por la Comisaría General de Policía Judicial y dirigida por el juez Baltasar Garzón y la Fiscalía Anticorrupción, Jacobo Gordon decidió limpiar las huellas en Internet que pudieran ponerle sobre su pista. Dio de baja su página de Facebook, la red social más pujante en estos momentos, donde aparecía sonriente, descocado y con una amplia lista de amigos en las que figuraban todos los apellidos ilustres del país, hijos de aristócratas y grandes fortunas.