Montoro no cede ante la revuelta del fútbol pese a tener las elecciones a la vista

Altos cargos del Gobierno del PP no salen de su asombro ante el inesperado problema que se les viene encima con las elecciones a la vuelta de la esquina. No se trata del ascenso de Podemos, en aparente declive. Tampoco del boom de Ciudadanos, la nueva fuerza emergente. Se trata del órdago del sindicato de futbolistas españoles (AFE), en connivencia con la Federación Española de Fútbol (FEF) de Ángel María Villar, que esta semana convocaba una huelga indefinida que arrancará en la penúltima jornada de Liga de Primera División. Un sector en armas que desde hace muchos meses está bajo la lupa de Hacienda.

Los primeros, los clubes, cuya deuda aún supera ampliamente los 500 millones de euros. Según los últimos datos del departamento que controla Cristóbal Montoro, los equipos de fútbol de Primera, Segunda y Tercera División acumulaban a 20 de marzo de 2015 un agujero de 520.456.866 millones de euros. En su descargo, ese montante ha disminuido notablemente en los últimos años, tras la conjura entre LFP, Hacienda y el Consejo Superior de Deportes. Basta comprobar cómo, a finales de 2011, esa cifra superaba los 681 millones y, a diciembre de 2013, todavía se mantenía por encima de los 617.

El segundo frente lo abrían la semana pasada los propios futbolistas con la convocatoria de paros, si bien dejaban claro que sus reivindicaciones tienen más que ver con el decreto para la explotación de contenidos audiovisuales aprobado por el Ejecutivo que con el exceso de presión fiscal que dicen soportar. Una tesis que, en todo caso, desde el Ministerio de Hacienda se ve con escepticismo. Y con cierto fundamento. No en vano el secretario de Estado de Hacienda, Miguel Ferre, respondía el 20 de febrero a una misiva remitida por el presidente de la AFE, Luis Manuel Rubiales, en la que éste último exponía algunas de las inquietudes del colectivo al que representa.

“Le agradezco su carta de 22 de enero (…) en la que solicita una entrevista para exponer sus preocupaciones acerca de determinados aspectos normativos modificados por la reforma fiscal y que afectan al sector que usted representa, tales como los nuevos tipos impositivos, la tributación de las indemnizaciones por despido o los planes de ahorro de los futbolistas”, exponía el político. De hecho, el número dos del Ministerio le aclaró que la reforma fiscal está “diseñada con vocación de obtener un sistema tributario inspirado en los principios de equidad, neutralidad, generalidad, suficiencia y eficiencia”. A buen entendedor.

Una persecución en cuestión

Sin entrar en los motivos de la huelga, la Asociación de Inspectores de Hacienda del Estado (IEH) expresaba esta misma semana su preocupación por el lenguaje empleado por los futbolistas y sus referencias al acoso, dureza, incomprensión o persecución que soporta el mundo del balompié. “Se trata de términos injustos y exagerados, que merecen un análisis de la verdadera situación del sector, desde un punto de vista más técnico y detallado, diferenciando la tributación en sede de los futbolistas y en sede de los clubes de fútbol”, refleja la nota de la IHE, que subraya que todos los contribuyentes deben atender sus obligaciones fiscales.

En este sentido, no han sido pocos los jugadores –incluidos los más ilustres- que han recibido la vista de los técnicos de la Agencia Tributaria en los últimos años. Un icono como Iker Casillas, portero del Real Madrid, reconoce en las últimas cuentas de su empresa (Ikersa S.L.) que durante el ejercicio 2013, “debido a unas actas de inspección de los ejercicios 2009,2010, 2011 y 2012, el importe de las reservas se ha visto reducido en 3.123.134,90 euros”. Y remacha: “Debido a dichas actas, la sociedad le debe al administrador 9.306.508,34 euros”. Iker Casillas Fernández figura como administrador único de la sociedad, en lo que supone solo un ejemplo del celo con el que está actuando Hacienda.

Como explica la IHE, el principal motivo de discrepancia entre el Fisco y los futbolistas se produce por la tributación de los derechos de imagen y las diferentes casuísticas para la explotación de los mismos, desde la gestión directa a las cesiones a los clubes. También por el pago directo por los clubes a los representantes de los jugadores, lo que supone que el equipo asume un pago que debería corresponder al deportista. Esto es, mayor rendimiento de trabajo para el profesional y gasto de personal en el caso del pagador. Una normativa más o menos severa que el fútbol tendrá que seguir cumpliendo. También después de la huelga.