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“La desgracia de España es que ya no depende de sí misma”
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'EL CONFIDENCIAL' ENTREVISTA A PAUL KRUGMAN

“La desgracia de España es que ya no depende de sí misma”

Paul Krugman lo tiene claro: la permanencia de España en el euro ya no depende de ella, sino de las concesiones que quieran hacer Alemania o

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“La desgracia de España es que ya no depende de sí misma”

Paul Krugman lo tiene claro: la permanencia de España en el euro ya no depende de ella, sino de las concesiones que quieran hacer Alemania o el Banco Central Europeo. “Si éstas se producen, la vuelta del país a la senda de la prosperidad no será ni mucho menos rápida; llevará años. Pero si no se dan, no hay que descartar fugas de capital, colas ante los bancos y un ‘corralito’, que asusta pero que es una posibilidad cierta”. En ese caso, el profesor lo tiene claro: España saldría del euro y, tras ella, Italia y Francia.

Esa es la principal conclusión del encuentro mantenido por El Confidencial con el Premio Nobel en la sede de la Fundación Rafael del Pino. Bajito, regordete y de andar encorvado, atendía a este medio tras una jornada agotadora que había empezado casi diez horas antes.

 

Ardoroso defensor de sus postulados, distingue en cada una de sus respuestas las dos ramas de la política económica: la monetaria y la fiscal, con alusión a los elementos más de moda en cada una de ella.

Así, no duda en señalar que es precisamente la ‘paradoja del ahorro’ la que justifica la intervención del estado para suplir la inacción privada. El déficit, al que se opuso “cuando la economía iba bien y era innecesario”, es una consecuencia natural. Sin embargo, afirma, “rechazo el mayor papel de la Administración porque sí, sin causa que lo justifique”.

Cree, por otra parte, que la ‘trampa de la liquidez’, por mor de la cual el dinero no circula, solo puede ser quebrada por los bancos centrales al actuar con decisión sobre "las expectativas de los agentes económicos". Un papel que cobra mayor importancia en Europa, donde el BCE se ha convertido en “lo único eficaz que la región tiene”.

Defiende, además, un uso racional de la represión financiera como forma regulatoria de mantener los tipos de interés artificialmente bajos. “Usada de forma racional, no tiene que ser necesariamente mala. En el pasado su existencia ha coincidido con épocas de extraordinario crecimiento económico”, concluye.

"Una pesadilla convertida en realidad"

Apenas tuerce el gesto durante toda la conversación. Mira fijamente y se sonríe cuando le recuerdo las declaraciones de Arthur Laffer de la semana pasada, en la tesis contraria a la por él defendida: “La crisis ha permitido que cualquiera pueda hacer pronósticos, como Laffer que en 2009 predijo la llegada de la inflación y la subida de los tipos de interés reales”. ¿Y?, le pregunto. Silencio.

El economista, al que el Nobel no le “cambió en exceso la vida”, es un declarado demócrata, defensor de un Obama que, en su opinión, “hace lo que puede” frente a un Mitt Romney que se dedica a “sabotear la economía” con fines puramente electoralistas. Aún así coincide con Joseph Stiglitz en el final del sueño americano: “Aún fantaseamos con que Estados Unidos es la tierra donde ‘cualquiera puede hacerlo’ cuando hace tiempo que no es verdad. Somos una sociedad más clasista que otras naciones desarrolladas”.

Mantiene el nombre de su blog, La Conciencia de un Liberal, como un  guiño a su orientación política. No en vano nace como contraposición a La Conciencia de un Conservador, libro publicado por el republicano Barry Goldwater en 1964. Afirma estar viviendo “la concreción diez años más tarde de una pesadilla” que tuvo a finales de los 90, cuando se dedicó a estudiar la depresión japonesa.

Ni una vez la palabra “austeridad” en toda la conversación. Se lo recuerdo. Me mira con sus ojos nerviosos, sonrisa de medio lado y se va, bajito, regordete y con andar encorvado.

Paul Krugman lo tiene claro: la permanencia de España en el euro ya no depende de ella, sino de las concesiones que quieran hacer Alemania o el Banco Central Europeo. “Si éstas se producen, la vuelta del país a la senda de la prosperidad no será ni mucho menos rápida; llevará años. Pero si no se dan, no hay que descartar fugas de capital, colas ante los bancos y un ‘corralito’, que asusta pero que es una posibilidad cierta”. En ese caso, el profesor lo tiene claro: España saldría del euro y, tras ella, Italia y Francia.

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