Las eléctricas lavan su imagen para subir la luz: grandes contribuyentes y generadores de empleo

Las eléctricas quieren desprenderse de los clichés negativos que se asocian a su nombre. Por este motivo, la patronal Unesa presenta este martes el libro “La situación económico-financiera de la actividad eléctrica en España 1998-2010”, un manual elaborado por Ernst&Young, KPMG y PWC en el que explica su realidad de la situación económico-financiera de las actividades eléctricas realizadas en nuestro mercado por las cinco empresas asociadas, Endesa, Iberdrola, Gas Natural-Fenosa, E.On y EDP, y su versión sobre algunos elementos regulatorios relevantes y sus consecuencias económicas.

Como adelantó la semana pasada este diario, el trabajo elaborado por Unesa pretende demostrar como el negocio de la generación en España no es rentable para las compañías eléctricas debido al déficit de tarifa, por el que se apuntan como beneficios derechos de cobro avalados por el Estado que cubren la diferencia entre el coste de producción y el precio de venta final. Son ganancias virtuales, pero no reales. Más aún, las eléctricas hacen gala de pagar impuestos (más de 1.000 millones al año entre los tres grandes) en base a beneficios que sólo son virtuales, en cuanto que los 24.000 millones de déficit están pendientes de cobro.

Pero este es sólo uno de los argumentos. En su batalla por ganarse el favor de la opinión pública, es decir, de los consumidores, las eléctricas tradicionales han decidido erigirse como motor de creación de empleo estable, en contraposición con las tecnologías renovables, que en su opinión son creadoras de un empleo procíclico y por tanto más sujeto a eventualidad, más cortoplacista, mientras que las grandes eléctricas hacen gala de mayor sostenibilidad en la carga de trabajo que crean sus modelos de negocio. De nuevo, por tanto, una comparación excluyente, que enfrenta a dos bandos.

Según los datos del estudio de Unesa, sólo en 2010, las eléctricas convencionales acapararon un bolsa de cerca de 37.000 empleos, por los sólo 18.000 trabajadores que ocupó todo el sector eólico, el más desarrollado de todas las energías verdes. Esta diferencia es aún mayor cuando la comparación se hace extensiva a los empleos indirectos. Según el trabajo realizado por las tres consultoras, las eléctricas de la patronal generan hasta 100.000 trabajos relacionados con su actividad, por los sólo 13.000 que se relacionan al sector eólico, una diferencia de casi ocho veces más.  

Este carácter intensivo en personal de la generación eléctrica tradicional hace que el ratio de empleados por cada 100 MW en operación y mantenimiento sea mayor, y por tanto más estable, en las tecnologías convencionales, como son la nuclear (64%), carbón (16,5%) y ciclos combinados (4,5%), según los datos del estudio. Mientras, las tecnologías renovables, como son las termosolares (0,9%), eólica (0,4%) y solar fotovoltaica (0,2%) generan un volumen de trabajo casi marginal, por su proporción, una vez que se ha completado el proceso industrial de fabricación y construcción de la planta.

El empleo en las renovables

En la actual coyuntura, con más de cinco millones de parados, también las renovables han explotado durante los últimos meses la palanca del empleo como argumento para poner en valor su discurso. En su caso, además, dependiendo de la patronal o del sector, las cifras que se barajan en cuanto a creación de puestos de trabajo son algo dispares, pero en todos los casos con el mismo fin: destacar su papel como motor de creación de empleo en un entorno económico como el actual, necesitado de un sector capaz de emplear mano de obra, una buena parte cualificada.

Esta misma semana, por ejemplo, coincidiendo con el día de la eficiencia energética, la Fundación de Energías Renovables aprovechó la ocasión para reclamar la puesta en marcha de un Plan de Rehabilitación Energética de los Edificios. Inicialmente, afectaría a 500.000 inmuebles al año, un volumen con el que en el plazo de 20 años se habría actuado sobre todo el parque de edificios del país. Este programa se financiaría, en una gran parte, con los ahorros en energía y al tiempo serviría para generar más de 150.000 nuevos empleos en el primer año, que se incrementarían según avanza el programa.