El método Bielsa deja sin respuesta a unos jugadores extenuados física y mentalmente

La duda se ha instaurado en el Athletic. Fernando Llorente confirmó el martes lo que era un secreto a voces. El delantero no seguirá en el club vizcaíno. El internacional español pasó por la sala de prensa. Y sin problema alguno, no como sucedió dos semanas atrás cuando el club contraprogramó su presencia en Tele Bilbao con una improvisada comparecencia ante la prensa. El citado medio se escapa de la influencia de Urrutia y en Ibaigane no querían que esa entrevista saliera adelante.

Pese a todo, el delantero se mostró elegante a la hora de analizar los motivos de su adiós, en los que se mezclan asuntos deportivos, sociales y sentimentales, tal y como demuestra que la oferta del Athletic haya sido la mejor de las recibidas en el apartado económico. En su decisión han pesado otras cosas, no el dinero. Llorente dio una sensación de hartazgo. Y no es el único en la plantilla. La fatiga y la exigencia de Bielsa están pasando factura. Su método no gusta entre los jugadores. 

El Athletic está viviendo una temporada complicada. Tras el éxito de la pasada campaña llegaron las dudas, especialmente con el entrenador, tanto en el vestuario como en la zona noble. Muchos directivos no querían la continuidad del que fuera seleccionador chileno ante la respuesta del equipo en las finales y la ausencia de una decisión clara por su parte. Bielsa tocó el cielo de la mano de ese fútbol total, pero el precio fue demasiado elevado, con una plantilla al borde de la extenuación debido a la exigencia física y mental que traslada el argentino en cada entrenamiento y en cada convivencia. Algunos jugadores fueron sinceros y le hicieron llegar su negativa a la continuidad del entrenador, pero Urrutia no escuchó nadie. Bueno, sí, a la afición.

El argentino cautivó a todo el mundo con el atrevido planteamiento de su equipo, con hazañas como la de Old Trafford, con las dos finales, pero el fútbol sigue su curso y de nada vale hablar de lo hecho si lo que aparece en el horizonte puede significar el final de uno de los mejores equipos que ha tenido el Athletic en las últimas épocas. Bielsa tiene buena prensa, no como otros técnicos. Se aplaude cuando grita, cuando chilla y cuando exige hasta la extenuación a sus jugadores, vómito en mano, tal y como ha quedado reflejado en diferentes imágenes.

Los jugadores saben que el que se ‘raja’, no juega. Especialmente los más jóvenes, que saben que el tren puede pasar una sola vez. Se han callado lesiones con tal de no verse descolgado. No importa el precio. Se ensalzan sus charlas tras la derrota cuando misteriosamente aparecen en los medios de comunicación meses después, pero la realidad dice que su método choca con la manera que el futbolista de hoy en día tiene de entender su deporte. Por si fuera poco, los jugadores no tienen contacto directo con el entrenador. Todo es por medio de Claudio Vivas, el segundo de Bielsa. Un ejemplo claro de la distancia que mantiene el entrenador con sus jugadores. 

Bielsa es amante del trabajo duro, exigente. En las últimas concentraciones (algunas de ellas llegan a durar hasta 48 horas), el argentino ha dado hasta cuatro charlas tácticas diferentes, cuando otros técnicos no van más allá de una reunión de media hora de duración. Las lesiones de pubis son una constante dentro del equipo dada la exigencia extrema del entrenador. Amorebieta y Herrera ya saben lo que es pasar por el quirófano y jugadores como Aurtenetxe, Iñigo Pérez e Iraola están sufriendo las consecuencias de sesiones de recuperación de seis kilómetros de carrera continua, con los últimos 1.000 metros bajando de cuatro minutos. El técnico quiere motos, jugadores a tope, metidos de lleno tanto en el entrenamiento como en los partidos, algo que pasa factura a los jugadores, tanto en lo físico como mental. Por lago en ningún club ha durado más de dos años. Es lo que tiene el método Bielsa.