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Sandro Rosell nunca creyó que Guardiola sería capaz de dejar tirado al Barcelona
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ACUDE A VILANOVA SIN CONVICCIÓN Y CON LA BALA DEL POSIBLE CAMBIO

Sandro Rosell nunca creyó que Guardiola sería capaz de dejar tirado al Barcelona

Sandro Rosell siempre confió en el poder de persuasión que desprende con su aire de ejecutivo agresivo y, en especial, en la presión que pudiera hacer

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Sandro Rosell nunca creyó que Guardiola sería capaz de dejar tirado al Barcelona

Sandro Rosell siempre confió en el poder de persuasión que desprende con su aire de ejecutivo agresivo y, en especial, en la presión que pudiera hacer el famoso entorno azulgrana. El objetivo, conseguir el sí de Guardiola. Sabía la negativa del técnico desde noviembre pero el presidente esperó el cambio de opinión hasta un día antes de que se hiciera público su decisión de decir adiós al club azulgrana. Esa ilusión por mantener vivo el carisma de Pep dentro del vestuario se la transmitía a los directivos en todas las reuniones. Sin excepción. Todos confiaban en la marcha atrás del entrenador y más tras las derrotas ante Real Madrid y Chelsea. "Ahora no se va, seguro", llegaron a afirmar con el cadáver deportivo del equipo aún caliente.

Lo intentó por todos los medios, especialmente en las reuniones que mantuvo con Guardiola tras la eliminación ante el Chelsea. Primero en la noche del miércoles y después en el desayuno que mantuvieron el jueves. Nada que hacer. La búsqueda del sustituto no fue problema. No se complicaron la vida y presidente y director deportivo pensaron en Tito Vilanova. Un seguro de vida. Si sale bien, éxito. Si la situación se complica, la bala del cese y la llegada de un tercero calmaría los ánimos.

Sandro Rosell se quedó atónito cuando el pasado mes de noviembre Pep Guardiola le anunció su deseo de arrojar la toalla, de no seguir en el banquillo del Barcelona. El presidente no se creía lo que el carismático entrenador le acaba de confesar a solas. En el fondo, Rosell pensaba que iba a ser capaz de voltear la situación utilizando todo tipo de estrategias. La primera, presionar a través de la Prensa. Si lo dudan, recuerden las portadas de los periódicos deportivos editados en Cataluña y que hablaban de un acuerdo total y absoluto allá por el mes de diciembre, en plena disputa del Mundial de Clubes. Y así cada dos o tres semanas.

La renovación no llegaba y las excusas que se filtraban desde el club eran de todo tipo. La enfermedad de Vilanova enfrió el asunto y restó importancia al futuro de Guardiola. Todo el mundo ya veía como normal que no hubiera respuesta. El transcurrir de la competición invitaba a pensar en otras cosas, el distanciamiento del Real Madrid fue el argumento que faltaba para que el futuro de Pep dejará de ser el asunto prioritario.

La verdadera sorpresa llegó cuando Pep supo que Tito sería su sustituto

Ya con el mes de abril apuntando a su fin, el equipo de Mourinho da el primer golpe, tres días antes de que Fernando Torres dejará mudo el Camp Nou. En ese momento, ninguno de los cien mil espectadores que llenaban el estadio azulgrana, Rosell tampoco, pensaban en la posibilidad de un adiós de Guardiola. Y así se marcharon a casa, continuando con ese pensamiento hasta que en la noche del miércoles reiteró su decisión, ratificada de nuevo en la mañana del jueves. Nada valió. Presión periodística, de los jugadores, de los directivos, de los aficionados. El hasta luego era firme.

Y así se presentó Guardiola en Sant Joan Despí en la mañana del viernes. Ignoraba el ofrecimiento hecho por Rosell a Vilanova. Era su día y jamás pensó que se iba a producir tal interferencia y, menos aún, que su segundo no le hubiera informado de la propuesta, la misma que aceptó en dos minutos. Cuando se enteró, torció el gesto. Zubizarreta fue el encargado de comunicárselo. A partir de ese momento frialdad en la relación.

¿Por qué el elegido fue Tito? Muy sencillo. Rosell tenía pánico a aparecer ante la Prensa sin nada que llevarse a la boca. Iba a ser el gran perdedor, el presidente que no logró convencer al entrenador que mejores títulos ha conquistado para el Barcelona. Dicho y hecho. No lo dudó y escuchó el consejo de Zubizarreta. "Lo tenemos en casa. El sustituto será Tito", pensó. Además, con el ascenso del actual segundo, la bala del fichaje de un técnico estrella, que nunca sabes cómo puede resultar, sigue viva y a la espera de algún que otro mal resultado del equipo. Vamos, manos libres para un cambio de entrenador llegado el caso. Nadie podría reprochar nada en caso de cese al dar la oportunidad al más puro continuismo, el que representa Vilanova.

Sandro Rosell siempre confió en el poder de persuasión que desprende con su aire de ejecutivo agresivo y, en especial, en la presión que pudiera hacer el famoso entorno azulgrana. El objetivo, conseguir el sí de Guardiola. Sabía la negativa del técnico desde noviembre pero el presidente esperó el cambio de opinión hasta un día antes de que se hiciera público su decisión de decir adiós al club azulgrana. Esa ilusión por mantener vivo el carisma de Pep dentro del vestuario se la transmitía a los directivos en todas las reuniones. Sin excepción. Todos confiaban en la marcha atrás del entrenador y más tras las derrotas ante Real Madrid y Chelsea. "Ahora no se va, seguro", llegaron a afirmar con el cadáver deportivo del equipo aún caliente.

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