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El Sevilla es imbatible, el Sevilla es inmortal
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tercera liga europa consecutiva

El Sevilla es imbatible, el Sevilla es inmortal

Los hispalenses son pentacampeones de la Liga Europa, una competición a la que tratan como si fuese su jardín trasero. Remontaron al Liverpool con una magnífica segunda parte

Foto:  Los sevillistas celebran su quinta Liga Europa. (EFE)
Los sevillistas celebran su quinta Liga Europa. (EFE)

El Sevilla cuida la Liga Europa como el jardín trasero de su casa. Es feliz jugando los jueves y no dejando a nadie vivo. Son tres años seguidos, cinco campeonatos. El mayor dominio que nadie ha tenido en esta competición. Ha dejado de sorprender, aunque los motivos para que sus aficionados festejen sigan ahí ¡cómo no! Cuando entra en el cuadro, el Sevilla es el favorito y los demás solo aspiran a retarle. En el último trienio, todos y cada uno de ellos salieron escaldados. Van a terminar cambiándole el nombre a un trofeo del que los de Emery se han apropiado completamente. Desde el Bayern de los setenta, ningún equipo ha encadenado tres títulos seguidos en Europa. Más aún, todavía no han perdido una final. Cinco de cinco, como los grandes. Son imbatibles.

La expectación decía que esta final podía ser diferente, que el rival era un histórico del continente, un patricio en el fútbol mundial. El Liverpool, que suena mucho aunque no llegue a ser tanto. Los nervios no afloraron en los hispalenses. No importó nada el escudo, la camiseta roja, el 'You'll never walk alone' ni la abrumadora mayoría inglesa en la grada. Ni siquiera fue determinante que se pusiesen por delante en el primer tiempo y jugasen mucho mejor. Al final, la apuesta del Sevilla, en la Liga Europa, siempre sale.

Los aficionados del Liverpool tienen motivos para el lamento. Vieron cómo su equipo era mucho mejor en la primera parte. Disfrutaron de un golazo de Sturridge, que inventó un remate con el exterior de su pie izquierdo que, tras una preciosa curva, terminó besando la red sevillista. Eran momentos altos para los ingleses, que atacaban, y pegaban, y corrían. Todo muy de fútbol británico, con intensidad y dedicación absolutas. El Liverpool tiene talento arriba y lagunas atrás, aunque en ese momento sus aficionados eran todo alegría y no se acordaban de esa cruda realidad. La cuesta arriba era pronunciada para los sevillanos, pero no temblaban. No tienen miedo, son inmortales.

En el llanto de los de Liverpool se puede añadir la reclamación de dos penaltis, ambos por mano, ambos muy probables. Eriksson no vio lo que existía y eso redujo los problemas para un Sevilla que no había encontrado el camino en la primera parte. También es cierto que el Liverpool de Klopp, como pasa tantas veces, confundió con demasiada frecuencia la intensidad con la agresividad y dio un recital de patadones del que el Sevilla salió vivo de milagro. El árbitro sueco miraba y señalaba faltas, pero parecía igual de desganado para amonestar que para señalar penaltis claros. El equipo de Emery llegó grogui al descanso, y en ese descanso empezó todo.

El vendaval de la segunda parte

No se sabe de momento qué les dijo Emery a los suyos, pero la reacción fue inmediata. O quizá no tuvo que decir nada y fue todo un golpe de suerte. El caso es que en la primera jugada de la segunda mitad, el balón cayó en la banda derecha y Mariano se puso a crear. Una carrera vigorosa, un caño a su defensor, el centro precioso... y Gameiro. Alguien tendrá que explicar cómo Francia se lo va a dejar para la Eurocopa. Es rápido, es listo y entiende de fútbol lo suficiente para saber que si su lateral tiene la pelota en la línea de cal, él tiene que matar para conseguir el gol. De eso mismo, que es una de las bases de cualquier futbolista, no se enteraron ni Lovren ni el anciano Touré, incapaces de asir al delantero francés. Se quedó solo en la boca de gol, más que sobrado para empatar el partido.

Primer minuto del segundo tiempo y el encuentro entero había cambiado. Lo que solo 15 minutos antes eran descargas del Liverpool y rezos del Sevilla se convirtió en un mundo diferente. En el fútbol, el gol es magia capaz de mover montañas y cambiar dinámicas. El Sevilla se lo creyó porque ¿cómo no se lo iba a creer? Si son los reyes en esta competición, los absolutos zares de los jueves europeos. Nadie puede decir lo contrario. Eso también da alas, para ganar es importante saber ganar, conocer el oficio. Dicen que para vencer primero hay que perder, y eso lo estará pensando ahora mismo la afición de Anfield. En el diccionario del Sevilla no se contempla ese extremo.

El empuje que había tenido el Liverpool y no había fructificado más que en un golazo lo retomó el Sevilla y lo convirtió en rabia. Un jugador destaca sobre todos, aunque la cosa fue una labor de equipo: Coke. Marcó el segundo y el tercero. Empezó rematando desde la frontal una jugada magistral, entrando por el centro a base de paredes y definiendo con una soltura impropia de un lateral. Después se aprovechó de un fallo del Liverpool, que no se enteró de que no hay fuera de juego si el balón llega del rival. Coke, un buen jugador, tuvo una de las mejores noches de su vida y propulsó a los suyos hacia un futuro amable, conocido. Reyes, como capitán, tuvo que subir al palco a reclamar lo que le pertenece por derecho a su equipo. Incluso se la quedan en propiedad por lo repetido de su gloria. Coke, que había portado el brazalete en el campo, sonreía con costumbre ante lo ya conocido.

La grada de Basilea, que parecía Anfield con tanto inglés en ella, empezó a retumbar el himno del Arrebato, el que ha acompañado a los diversos títulos que los hispalenses han conseguido en esta última década. Mudos quedaron los ingleses, sin entender qué podía haber pasado para parecer tan buenos en la primera mitad y deshincharse a la primera de cambio ante la adversidad.

Emery hacía aspavientos en la banda, porque en él es costumbre resultar teatral. Se va a la cama con una nueva Liga Europa, la tercera en los tres años que lleva en Andalucía. Ha tenido que aguantar mucho porque, efectivamente, su fútbol no es el más bonito del mundo. Nadie le podrá señalar por efectividad y eso, en muchas ocasiones, es lo que más vale. Los entrenadores como él valen mucho y este verano se volverá a cavilar con su posible salida de Nervión. No puede demostrar mucho más en Sevilla, pues es ya por derecho propio el entrenador más exitoso que nunca tuvo la institución. Le queda la opción de soñar con progresar en la Champions, una asignatura pendiente para el club. Esta temporada jugaron primero en esa competición, pero terminaron terceros en el grupo, rebotados a la Europa League o, lo que es lo mismo, expulsados a su jardín trasero.

La Liga Europa del Sevilla marca un nuevo hito para el fútbol español. Será el tercer año consecutivo en que las dos competiciones europeas estén copadas por equipos del mismo país. La liga inglesa tiene mejor fama y, desde luego, mucho más dinero, pero en Europa se rinde. Sus equipos no son capaces de estar a la altura de lo que se les supone, ni qué decir tiene que tampoco a la de sus carteras. La Liga en España puede ser desigual, pero genera equipos que saben competir y, entre ellos, ninguno como el Sevilla, fiero, potente, fuerte, imbatible, inmortal... campeón. Y ahora les queda la Copa.

Ficha técnica

El Sevilla cuida la Liga Europa como el jardín trasero de su casa. Es feliz jugando los jueves y no dejando a nadie vivo. Son tres años seguidos, cinco campeonatos. El mayor dominio que nadie ha tenido en esta competición. Ha dejado de sorprender, aunque los motivos para que sus aficionados festejen sigan ahí ¡cómo no! Cuando entra en el cuadro, el Sevilla es el favorito y los demás solo aspiran a retarle. En el último trienio, todos y cada uno de ellos salieron escaldados. Van a terminar cambiándole el nombre a un trofeo del que los de Emery se han apropiado completamente. Desde el Bayern de los setenta, ningún equipo ha encadenado tres títulos seguidos en Europa. Más aún, todavía no han perdido una final. Cinco de cinco, como los grandes. Son imbatibles.

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