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Messi y Guardiola se reencuentran seis años después del pacto de Saint Andrews
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Messi y Guardiola se reencuentran seis años después del pacto de Saint Andrews

"Creo que coincidimos en una gala", dijo el argentino en la previa del Barça-Bayern al ser preguntado por Pep, aunque Leo tampoco tiene cuentas pendientes con quien reconoció que "crecí mucho"

Foto: Guardiola durante el entrenamiento del Bayern en el Camp Nou (Efe).
Guardiola durante el entrenamiento del Bayern en el Camp Nou (Efe).

Julio del 2008. La plantilla del FC Barcelona está en Saint Andrews, tierra sagrada para los fanáticos del golf como lo es Pep Guardiola, que ha elegido la ciudad escocesa para conocer a los que serán sus jugadores. Es la primera pretemporada, las primeras charlas, la primera convivencia y a Leo Messi se le nota serio porque no entiende que el Barça y la AFA no lleguen a un acuerdo para que él pueda marcharse a Beijing para disputar sus primeros Juegos Olímpicos con su selección. Le hace ilusión, quiere irse a vivir la experiencia y ante la reticencia del club azulgrana arruga el morro sin complejos durante los entrenamientos que, entonces, eran a puerta abierta y con la presencia de los medios de comunicación. Guardiola se da cuenta y decide pasar a la acción el cuarto día.

Todavía, aún hoy, se ilustran textos que hablan de la relación entre Pep y Messi con las fotos de aquel entrenamiento vespertino en un campo muy cerca de la playa donde se rodaron las inolvidables escenas de la película Carros de fuego. La sesión había terminado y el argentino estaba sentado en el césped cuando Guardiola se le acercó. Durante veinte minutos el jugador apenas habló mientras el entrenador no paró. Primero de pie, luego en cuclillas, dale que te pego, gesticulando sin parar mientras Leo le escuchaba con la cabeza gacha. Hubo un momento que incluso se recostó en el césped y Pep se agachó detrás suyo, le pasó la mano por encima y le habló al oído. Ahí se lo ganó. “¿Que te quieres ir a Beijing? Tranquilo, que irás, pero quédate aquí en la pretemporada conmigo”, pareció decirle.

El hasta aquí hemos llegado de Pep

“Él fue jugador y sabe cómo piensa un jugador en esos momentos, sabía que estaba en una situación difícil para mí y me apoyó desde que llegó al Barcelona, desde el primer día que hablé con él", admitió Messi, ya en Beijing en agosto. En la final, el argentino dio el pase a Di María para que marcara el único gol ante Nigeria que les dio la medalla de oro. Así fue como empezaron Leo Messi y Pep Guardiola.

El ahora técnico del Bayern tenía claro que, o seducía a Messi para la causa, o todo se le podía ir al garete sin haber siquiera empezado. Fue el primero en entender que le debía tratar de forma diferente, mimarle, porque si él era feliz ¡Pam! Asunto solucionado. Su relación fue fructífera, Leo explotó definitivamente y los títulos fueron cayendo de manera implacable. Con los años llegaron las fricciones, algunas ausencias del argentino en entrenamientos puntuales la mañana después de que algo no le gustara, el desgaste, el empacho mutuo. El hasta aquí hemos llegado de Pep.

"Creo que coincidimos en una gala"

Seis años después, Messi no escondió ayer la ausencia de cualquier tipo de relación con Guardiola desde que se marchó. “Creo que coincidimos en una gala”, dijo el argentino, pero tampoco tiene cuentas pendientes con quien tanto le cuidó y con el que reconoció que “crecí mucho”. Leo, simplemente, está en uno de esos momentos dulces en los que todo fluye y como la bestia voraz que es, el feroz animal competitivo que está hecho, tiene entre ceja y ceja llegar a la final de Berlín. Y en las grandes citas, no suele fallar. Así que Pep, que tan bien le conoce, ya sabe lo que le espera: “Si está como intuyo que está no hay defensa que pueda pararle, es imposible”. A las 20:45 horas de esta noche, Pep y Messi vuelven a encontrarse.

Julio del 2008. La plantilla del FC Barcelona está en Saint Andrews, tierra sagrada para los fanáticos del golf como lo es Pep Guardiola, que ha elegido la ciudad escocesa para conocer a los que serán sus jugadores. Es la primera pretemporada, las primeras charlas, la primera convivencia y a Leo Messi se le nota serio porque no entiende que el Barça y la AFA no lleguen a un acuerdo para que él pueda marcharse a Beijing para disputar sus primeros Juegos Olímpicos con su selección. Le hace ilusión, quiere irse a vivir la experiencia y ante la reticencia del club azulgrana arruga el morro sin complejos durante los entrenamientos que, entonces, eran a puerta abierta y con la presencia de los medios de comunicación. Guardiola se da cuenta y decide pasar a la acción el cuarto día.

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