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El Atlético se gana seguir en la lucha en un partido gris y con demasiada bronca
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Se impusieron al málaga por 1-0

El Atlético se gana seguir en la lucha en un partido gris y con demasiada bronca

Un gol de Correa en la segunda parte abre un partido que se le estaba complicando a los rojiblancos. Sobró bronca y faltó fútbol, pero el atleti logró su objetivo: seguir vivo

Foto: Correa.
Correa.

El partido se había ensuciado lo suficiente para que el Atlético de Madrid empezase a sufrir cuando apareció Correa. Encontró el balón en la frontal y tiró con fe aunque sin mucho estilo. A partir de ahí la suerte se alió con él, rebotó en la defensa del Málagay el balón se coló manso por la portería de Ochoa, que ni siquiera la vio llegar. Estuvo el partido muy lejos de ser bueno, a distancia sideral de lo que puede dar de sí el equipo de Simeone. Pero vale igual, tres puntos, tachar una fecha más del calendario y mantenerse en la línea que lleva a los títulos. Ningún equipo en la historia ha sido campeón sin ganar algún partido tonto. Este lo fue, y vale tanto como los brillantes últimos encuentros que había tenido el conjunto del Manzanares.

El Atlético dominaba, pero lo hacía en una mar encrespada. El Málaga, un equipo bien trabajado, cerraba bien los espacios e incluso apretaba de vez en cuando. Oblakhizo al principio del partido un par de paradas de mérito que en él no parecen tanto, porque es de una sobriedad pasmosa ¿Quién quiere una palomita si puede parar sin saltar? Los rojiblancos atacaban, pero el juego era menos fluido que en otras ocasiones.

Se notó en el Atlético que Koke no tuvo su tarde más inspirada. Es comprensible el cansancio después de tanto partido seguido y, especialmente, de tanta tensión acumulada. Ahora mismo los tres equipos que se juegan la Liga -más aún los dos que siguen en Europa- se sienten como esa joven de instituto americano esperando a ser invitada por el quarterback al baile de graduación. ¿Llamará? ¿Seremos campeones? Es normal que en todo esto haya días en los que la fuerza caiga. Es lógico, de hecho, que con tanta batalla de alto fuste en el camino los jugadores pretendan descansar algo en peleas que parecen menos fieras. El técnico no parece muy de acuerdo con que haya unos días A y otros B, porque él no rota. Tiene a sus cruzados y con ellos irá a todas las batallas.

[El calendario que le queda a los aspirantes]

Además del ritmo medio que reinaba en el partido era evidente que los dos equipos estaban con ganas de guerra. Por un lado Weligton, uno de esos jugadores que han pasado por la vida con el traje de boina verde, siempre dispuesto a encararse, con cierta tendencia a hacer patadas inaceptables en el fútbol. Tiene la teatralidad de una 'prima donna' y la furia desmedida. En el otro bando, se podría incluso decir que en la otra esquina del cuadrilátero estuvo Giménez, que no se corta demasiado en bajar al fango. Mención especial merece la entrada que le hizo a Camacho y que le supuso una amarilla. No se entiende que el siempre parlanchín Mateu Lahoz no le mandara directamente a su casa a reflexionar, porque cerca estuvo de cercenarle una extremidad a su rival. La media de Camacho quedó para hacer trapos después de tan agresiva coz. Mateu amonestó, lo cual es un sinsentido. Si vio algo solo pudo ver una roja. Y si no vio nada tendría que explicar por qué sacó una tarjeta. Misterios.

Es poco probable que en el Atlético se escandalicen con lo de Giménez, porque en general en el cholismo no tienen muy clara la necesidad de poner límites. Con tanta pasión como se rebosa se observan estas cosas como casualidades más que como agresiones. Giménez es joven, si ésta es la entrada más dura de su carrera no pasará nada, pero como siga por esa senda tendremos delante a un indeseable con buenas condiciones y malos modos. Un Weligton, en resumen.

Mateu se hizo verbo

Decíamos que el tema de los límites es difuso en el cholismo y se entiende mejor esa frase si se tiene en cuenta lo que pasó al filo del descanso. El Málaga montó una contra peligrosa y alguien pensó en el banquillo que sería conveniente tirar un balón al campo, a ver si eso detenía el partido. El respeto a las normas no era parte del plan. Mateu expulsó a Simeone, porque no supo quién fue la lumbrera que realizó la acción. Antes de mandarle a la grada le contó una película larguísima, porque Mateu tiene una verborrea irrefrenable, especialmente cuando juega algún equipo de los que están por arriba. No se sabe si le preguntó por sus hijos, si le explicó el reglamento palabra por palabra o le hizo una disección de cómo ve el campeonato. Sí se sabe que sobraron muchas palabras, porque no tiene sentido ser tan didáctico cuando estás expulsando a alguien.

[Una cuestión de fe]

Es posible que a Simeone le caiga una sanción curiosa por tan tonta acción, pero tampoco tendría que significar mucho. El Atlético tiene el cholismo metido en la piel, no necesita que el argentino esté en la banda para dar un paso más. El gol de Giménez, que es también un gol de fe, es una muestra más de un equipo que combina la pasión -a veces en exceso- con buenas características futbolísticas. Es, probablemente, el equipo con mejores conceptos tácticos de toda la liga. Es demostrable, no importa quiénes sean los centrales, contra el Málaga jugaron los dos más bisoños, porque la lección está aprendida y los huecos nunca aparecen para el ataque rival.

La creencia en que es la defensa la que da campeonatos está muy enraizada, y quizá es el único modo posible para un equipo como el Atlético. Porque, no hay que engañarse, los de arriba son buenos pero no tanto como sus rivales en otros campos. Jugador por jugador los rojiblancos estarían destinados a ser terceros en liga, pero con mucho trabajo han conseguido revolver todo hasta aspirar al título. Más mérito tiene aún esta temporada, porque no se ha acertado con la elección del delantero. En otros años sí había un goleador arriba, llámese Forlán, Falcao, Costa o incluso Mandzukic, pero esta vez han tenido que coger el testigo Griezmann o Torres, que son buenos pero no estaban llamados para ser el referente goleador.

La plantilla rojiblanca tiene un 11 de totales garantías y un banquillo con algunas perlas por explotar. Es el caso del héroe del día, Correa, que además de su gol demostró que tiene un mundo de fútbol en sus botas. Controla el balón, lo lleva pegado al pie, sabe mantenerlo y cambiar de ritmo si es necesario. Aún está en la incubadora de Simeone, no tiene la confianza de otros -si salió es, en parte, porque Carrasco estaba tocado después de un golpe en el tobillo- pero apunta maneras de genio. Tener a uno así es un éxito de la secretaría técnica, porque será parte del futuro rojiblanco bien por juego o bien por dinero.

No hay título sin días de entreguerras, no existe liga sin mucho merecimiento y menos aún si se habla de un equipo que no tiene los recursos de sus competidores. El Atlético sigue en la brecha, si alguien quiere quitarlos del medio tendrá que ofrecer mucho más. Ellos no se van a rendir solos.

El partido se había ensuciado lo suficiente para que el Atlético de Madrid empezase a sufrir cuando apareció Correa. Encontró el balón en la frontal y tiró con fe aunque sin mucho estilo. A partir de ahí la suerte se alió con él, rebotó en la defensa del Málagay el balón se coló manso por la portería de Ochoa, que ni siquiera la vio llegar. Estuvo el partido muy lejos de ser bueno, a distancia sideral de lo que puede dar de sí el equipo de Simeone. Pero vale igual, tres puntos, tachar una fecha más del calendario y mantenerse en la línea que lleva a los títulos. Ningún equipo en la historia ha sido campeón sin ganar algún partido tonto. Este lo fue, y vale tanto como los brillantes últimos encuentros que había tenido el conjunto del Manzanares.

Málaga Antoine Griezmann
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