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Mourinho pone al madridismo de acuerdo y termina con la tiranía del Barcelona
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EL PORTUGUÉS CREE QUE SU OBRA SERÁ PERFECTA CUANDO LOGRE LA TERCERA CHAMPIONS

Mourinho pone al madridismo de acuerdo y termina con la tiranía del Barcelona

José Mourinho fue aclamado el pasado sábado por el Santiago Bernabéu como nunca hasta ahora. El orgullo del portugués quedó colmado. Los pitos que aparecieron el

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Mourinho pone al madridismo de acuerdo y termina con la tiranía del Barcelona

José Mourinho fue aclamado el pasado sábado por el Santiago Bernabéu como nunca hasta ahora. El orgullo del portugués quedó colmado. Los pitos que aparecieron el día de Reyes con Casillas en el banquillo, y en algún que otro partido más, son historia. El fútbol concede oportunidades cada semana y el portugués ha sabido reconducir una situación que se había convertido en insostenible en las primeras semanas de 2013. La pésima marcha liguera del equipo blanco y una más que deteriorada relación con buena parte de la plantilla blanca, llevaron al técnico a vivir en el alambre y a ser cuestionado por cada una de sus decisiones. Dos victorias ante el Barcelona en cinco días han volteado la situación, pero el portugués no se conforma, quiere más, y eso pasa por ganar su tercera Champions, la Décima del Real Madrid.

Ahora, el panorama ha cambiado por completo. Ni una eliminación ante el Manchester United distanciaría a la afición de los pronunciamientos del entrenador. Los seguidores están con el portugués. Se siente saciada. El técnico se ha ganado la admiración de la grada, del siempre exigente Santiago Bernabéu. Y es que Mourinho, lo vean o no los detractores que tiene, ha conseguido terminar con el sometimiento que el Barcelona aplicaba al Real Madrid en los duelos directos en los últimos cuatro años.

El exentrenador del Inter llegó a la entidad madridista con el objetivo marcado a fuego de dar por terminada la hegemonía del Barcelona de Guardiola. Florentino Pérez se vio obligado a cambiar su manera de entender el fútbol y, sobre todo, renunciar al que había sido su guía en lo deportivo, que no era otro que Jorge Valdano. La convivencia duró un año, pero Mourinho terminó inclinando el pulso de su lado. La Copa y una oferta del Chelsea le hicieron sentirse fuerte y pedir al presidente plenos poderes para lograr lo que había iniciado en Valencia, arrebatar al Barcelona el cetro del fútbol español.

Ni la conquista de la pasada Liga sirvió para que Mourinho recibiera el salvoconducto logrado tras derrotar al eterno enemigo, primero en el Camp Nou, con eliminación de Copa incluida, y cinco días después en la Liga, con un Real Madrid cargado de suplentes. La felicitación y el abrazo que el presidente madridista dio al técnico tras el partido hace las veces de reconocimiento del madridismo a lo hecho por el técnico. Y es que por mucho que se critique al técnico, Mou ha dado con la tecla para dar la vuelta a la situación y lograr que el Barcelona imparable se cuestione todo y se empiece a acordar de los ausentes, con Guardiola a la cabeza. 

Para llegar a ese punto, el de dominar el escenario, Mourinho ha tenido que renunciar a ciertas de sus señas de identidad. El primero y principal ha sido el reducir tensión, crispación hacia sus propios jugadores, tal y como le pidieron. El resultado es evidente. La apuesta por el fútbol, por el buen trato al balón con Varane como titular en el centro de la defensa por encima de Pepe, es un síntoma del cambio. El francés se ha sabido hacer a fuego lento y el responsable de esa cocción es el técnico portugués.

Es evidente que por momentos aparece ese Mourinho, el polémico, el capaz de hacer salir a Casillas a la rueda de prensa en el Camp Nou o el de pronunciar al aire el calificativo de “hijo de puta” tras una entrada de Álves a Ronaldo, pero también es el que es capaz de acercarse a Roura para preguntar por el estado de Vilanova o el de poner el fútbol como argumento para derrotar al Barcelona en el Camp Nou. Tras su semana fantástica se siente con el deber cumplido, pero su ambición le impide conformarse con lo hecho, quiere marcharse por la puerta grande. Y es que como dijimos tras la victoria en el Camp Nou, nada ha cambiado.  El adiós, sin ser oficial, se da por seguro por la zona noble del Bernabéu, ese mismo estadio que le aclamó el sábado al grito de “José Mourinho, José Mourinho”.

José Mourinho fue aclamado el pasado sábado por el Santiago Bernabéu como nunca hasta ahora. El orgullo del portugués quedó colmado. Los pitos que aparecieron el día de Reyes con Casillas en el banquillo, y en algún que otro partido más, son historia. El fútbol concede oportunidades cada semana y el portugués ha sabido reconducir una situación que se había convertido en insostenible en las primeras semanas de 2013. La pésima marcha liguera del equipo blanco y una más que deteriorada relación con buena parte de la plantilla blanca, llevaron al técnico a vivir en el alambre y a ser cuestionado por cada una de sus decisiones. Dos victorias ante el Barcelona en cinco días han volteado la situación, pero el portugués no se conforma, quiere más, y eso pasa por ganar su tercera Champions, la Décima del Real Madrid.

José Mourinho