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Las Finales de la NBA o cuando el negocio, el espectáculo y el deporte se dan la mano
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EL PRIMER PARTIDO DEJA A LOS HEAT 15 MILLONES DE DÓLARES

Las Finales de la NBA o cuando el negocio, el espectáculo y el deporte se dan la mano

La final de Copa y el elevado precio de sus entradas fue elevado a la categoría de debate nacional. La crisis obligó a cuestionar los casi

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Las Finales de la NBA o cuando el negocio, el espectáculo y el deporte se dan la mano

La final de Copa y el elevado precio de sus entradas fue elevado a la categoría de debate nacional. La crisis obligó a cuestionar los casi 300 euros de la entrada más cara para el partido disputado en el Bernabéu. Pues bien, la NBA deja claro en su fiesta final que eso de la crisis no va con la mejor Liga de baloncesto del mundo. Los 179 dólares de la entrada más barata y los 2.282 dólares de esas sillas a pie de pista son la mejor demostración del poderío del deporte de la canasta en Estados Unidos. Si ya de por sí el precio de las entradas era casi como un artículo de lujo, su alta demanda llevó a más de uno a adelantar el mes de agosto. La reventa funcionó de lujo en los alrededores del American Airlines, llegando a cotizarse a 10.000 dólares entradas que un días antes en taquilla tenían un valor de 1.000.

El negocio no termina en las taquillas de esa maquinaria perfecta que es la NBA y que en su primer partido de la final contó con la presencia de la selección española de fútbol, invitada por el BBVA y que por primera vez dejó su papel de protagonistas a otros. El dinero se mueve por todos lados. Multitud de bares, tiendas y lo que entre en cabeza humana dan forma a un espectáculo que empieza dos horas antes del inicio del choque y que no cierra hasta una hora después del término del choque.

Partidos como el primero de la serie final que disputan Miami Heat y San Antonio Spurs arrojan unas cifras de negocio, sólo en el pabellón, que superan los 15 millones de dólares, que se reparten a partes iguales entre taquilla y el aparato de consumo que hay dentro del American.

El aficionado (19.600 es la capacidad del pabellón) viene a ver el baloncesto, pero si tiene que comer o comprar no resulta problema alguno eso de perderse unos minutos del partido. Para algo hay televisiones repartidas por todas las galerías y que sirven de testigo a la hora de comprar cualquier artículo imaginable de márketing o de dar un bocado a una pizza o un trago del mejor whisky que se imagina. Y es que en la NBA eso de beber alcohol está permitido. Siempre con moderación y hasta el último cuarto, tal y como ponen los carteles que hay en los bares de todo el pabellón.

La identificación del aficionado con la franquicia es clave para el perfecto funcionamiento del negocio. El seguidor forma parte del espectáculo. Se abren las puertas del vestuario, los jugadores hablan antes y después de los partidos, se implica al aficionado a formar parte del equipo y la consecuencia es que no se limitan a llegar, ver el partido y marcharse. Cada momento, cada partido tiene su camiseta, su recuerdo, se idolatra al jugador, pero estos responden porque saben que forman parte del negocio y que como contrapartida tienen suculentos sueldos. Todos lo tienen claro y juegan su papel a la perfección. Por cierto, ganaron los Spurs, pero en ocasiones tampoco es lo que más importa.

La final de Copa y el elevado precio de sus entradas fue elevado a la categoría de debate nacional. La crisis obligó a cuestionar los casi 300 euros de la entrada más cara para el partido disputado en el Bernabéu. Pues bien, la NBA deja claro en su fiesta final que eso de la crisis no va con la mejor Liga de baloncesto del mundo. Los 179 dólares de la entrada más barata y los 2.282 dólares de esas sillas a pie de pista son la mejor demostración del poderío del deporte de la canasta en Estados Unidos. Si ya de por sí el precio de las entradas era casi como un artículo de lujo, su alta demanda llevó a más de uno a adelantar el mes de agosto. La reventa funcionó de lujo en los alrededores del American Airlines, llegando a cotizarse a 10.000 dólares entradas que un días antes en taquilla tenían un valor de 1.000.