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El viaje que cambió la vida a Villacampa: "Una vez rescatamos a 385 personas, otra a 487"
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EL EXJUGADOR DE BALONCESTO TIENE NUEVAS METAS

El viaje que cambió la vida a Villacampa: "Una vez rescatamos a 385 personas, otra a 487"

Jordi Villacampa ha pasado dos semanas a bordo de un barco de Proactiva rescatando personas que sabían que "estaban muertas". Ha cambiado su mentalidad y metas en la vida

Jordi Villacampa fue uno de los mejores jugadores de baloncesto español en los 80 y 90. Durante 21 años, y pese a las ofertas que recibió, siempre estuvo en el Joventut de Badalona, y cuando lo dejó fue el presidente de la Penya nada menos que 18 años. La suya ha sido toda una vida dedicada al baloncesto, pero en septiembre del 2015 vio algo que le revolvió por dentro: “Fue la imagen de Aylan, el niño de tres años al que el mar devolvió muerto en una playa de Turquía. En ese momento comencé a leer y mirar con atención lo que estaba sucediendo y descubrí a Òscar Camps, el fundador de Proactiva Open Arms, que entonces estaba en Lesbos (Grecia). Era de Badalona, como yo, y me puse en contacto con él”.

La primera vez que le llamó por teléfono Camps le contestó que no le podía atender porque estaba salvando a gente, que le telefoneara más tarde. Eran los primeros pasos, cuando el socorrista catalán se marchó con lo puesto a hacer lo que sabía, salvar vidas. “Desde la Penya, a partir de entonces, intentamos ayudarles. En el círculo central de la pista por ejemplo estaba el logo de Proactiva, y seguí teniendo relación con Òscar mientras iban creciendo como organización. Le dije que cuando terminara con mi trabajo, porque yo ya sabía después de 38 años ligado al baloncesto que este año iba a ser el último, quería ir con ellos para ayudarles”, relata Villacampa.

La duda de hacer pública su presencia

El 25 de abril, Jordi Villacampa dejó de ser presidente del Joventut. Y el 29 de mayo se embarcó en el ‘Golfo Azzurro’ junto a otras 17 personas, voluntarios como él, hasta el 14 de junio. “Sólo conocía a Òscar y ahora tenemos un chat de 'WhatsApp' todos los que estuvimos porque hemos creado unos lazos muy fuertes entre nosotros”. Dudó mucho sobre si hacer público que pensaba viajar con Proactiva, y fue Òscar quien le convenció porque él no necesitaba ir para limpiar su conciencia, sino que su único objetivo era ayudar. "Cuando uno tiene esa convicción no hace falta que se lo digas a nadie. Me daba apuro pensar que alguien pudiera creer que lo hacía por quedar bien, pero Òscar me dijo que era importante que se supiera porque yo era alguien conocido y podía servir de megáfono. Que era necesario sensibilizar, visibilizar lo que está sucediendo. En los barcos por ejemplo siempre van dos periodistas. Así que por eso lo hice público y por eso estoy hablando contigo. Si no, no lo haría”.

"Cuando suben a bordo están tan agradecidos... Saben que estaban muertos porque los traficantes les habían dejado a su suerte, sin gasolina, en lanchas de goma, hacinados", dice Villacampa

Antes de embarcar en el ‘Golfo Azzurro’, como el resto de voluntarios, pasó por el psicólogo para prepararse emocionalmente para lo que estaba a punto de vivir. “La tendencia como seres humanos es a acostumbrarnos a ver imágenes horribles y que dejen de afectarte, endurecemos el corazón. Recuerdo por ejemplo la hambruna de Etiopía, esos niños con las barrigas hinchadas y los ojos llenos de moscas, y te acostumbras a verlos, como si nada. El psicólogo me advirtió para el impacto de lo que iba a ver en primera persona. Me habló por ejemplo de los olores, porque los refugiados llevan días en las lanchas sin ninguna higiene, haciendo sus necesidades, y de los ruidos también, que escucharía a niños chillando y que seguramente vería a algún muerto. Me aconsejó que no empatizara demasiado, que iba a salvar vidas. Proactiva los recoge y los deja en manos de las autoridades, y el poso emocional de pensar qué va a ser de ellos es duro”.

"Al 90% de las mujeres las han violado"

Durante 15 días Villacampa, junto al resto de la tripulación, estuvo en el Mediterráneo central, a 12 millas de Libia. Y a pesar de todas las advertencias, de los reportajes que había visto, los documentales, el psicólogo, no empatizar le resultó imposible. “Rescatamos una vez a 385 personas y otra a 487, y durante dos días y dos noches estuvieron con nosotros. Cuando suben a bordo están tan agradecidos, tanto… Saben que estaban muertos porque los traficantes les habían dejado a su suerte, sin gasolina, en lanchas de goma, hacinados. Y hablas con ellos porque también necesitas su colaboración, para las colas, por ejemplo, para repartir comida y agua, y sus historias son terribles. En su mayoría son subsaharianos que huyen de la violencia, de la guerra, de Boko Haram, y en su desesperación caen en manos de la mafias porque son capaces de lo que sea por escapar. Al 90% de las mujeres, por ejemplo, las han violado. Y es imposible no preguntarse cuando les dejas qué habrá sido de ellos, porque desgraciadamente algunos van a volver al punto de partida. Y eso es muy duro”.

Villacampa se encargaba de la logística. Antes de zarpar en Malta, por ejemplo, compró y organizó miles de botellas pequeñas de agua y barritas energéticas. Durante el viaje preparaba mantas, pelaba patatas o hacía sus turnos de vigilancia para divisar embarcaciones a la deriva. Era, simplemente, uno más. “Y aunque hubo situaciones difíciles allí estuve bien, era gratificante porque me sentí útil, pero desde luego que ves cosas que te dan mucha pena y también hubo muertos, ahogados… Pero estaba bien, esos 15 días estaba bien”. A su vuelta a España volvió a pasar por una psicóloga de nuevo, es el protocolo habitual de todos los que viajan con la ONG. Ahora está en Menorca, descansando. “¿Que cómo estoy? El viaje me ha cambiado, eso desde luego. Hay un antes y un después. Ahora relativizo mucho más todo, mis prioridades son diferentes, me he dado cuenta de que hay cosas por las que no merece la pena ni discutir, por ejemplo. Las tres, cuatro primeras noches después de volver lo pasé mal, tenía sueños por las noches y ya me dijeron que era normal, que no me preocupara. La experiencia es tan impactante que es lógico que después sufras algún tipo de estrés postraumático y que te preguntes ¿qué hago yo aquí mientras todo esto está pasando? Pero es que individualmente no puedes arreglar el mundo tú solo. Se trataba de ayudar, de salvar vidas y eso hicimos”.

Sigue hablando por el chat con el resto de compañeros, que ahora ya son amigos, con los que compartió un viaje que le ha cambiado la vida. ¿El futuro? Aún no lo ha decidido. “Voy a descansar un tiempo y desde luego que voy a seguir ayudando en lo que pueda a Proactiva. No sé a qué me voy a dedicar exactamente, pero me voy a dar la oportunidad de pensarlo bien. Tiene que ser algo que me motive, que me llene. Ya veré”. De momento no tiene previsto volver a embarcarse con Proactiva Open Arms. "Pero no descarto en absoluto volver a hacerlo”.

Jordi Villacampa fue uno de los mejores jugadores de baloncesto español en los 80 y 90. Durante 21 años, y pese a las ofertas que recibió, siempre estuvo en el Joventut de Badalona, y cuando lo dejó fue el presidente de la Penya nada menos que 18 años. La suya ha sido toda una vida dedicada al baloncesto, pero en septiembre del 2015 vio algo que le revolvió por dentro: “Fue la imagen de Aylan, el niño de tres años al que el mar devolvió muerto en una playa de Turquía. En ese momento comencé a leer y mirar con atención lo que estaba sucediendo y descubrí a Òscar Camps, el fundador de Proactiva Open Arms, que entonces estaba en Lesbos (Grecia). Era de Badalona, como yo, y me puse en contacto con él”.

Jordi Villacampa ONG Boko Haram
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