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El abrazo de Lebron James a Duncan simboliza el valor del deporte
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LA ESTRELLA DE MIAMI CONSOLÓ AL GRAN SÍMBOLO DE LOS SPURS

El abrazo de Lebron James a Duncan simboliza el valor del deporte

El deporte profesional en Estados Unidos se mueve en unos parámetros que nada tienen que ver con la mentalidad del deporte en Europa. La rivalidad se

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El abrazo de Lebron James a Duncan simboliza el valor del deporte

El deporte profesional en Estados Unidos se mueve en unos parámetros que nada tienen que ver con la mentalidad del deporte en Europa. La rivalidad se entiende de otra manera. Escenas como las vividas en el American Airlines al término del séptimo y último partido de la final de la NBA engrandecen al deporte y a estrellas millonarias que demostraron tener sensibilidad, uno con la derrota y otros con los vencedores. Los abrazos de LeBron James con Tim Duncan, con Popovich o con Parker rebosaron sinceridad y, sobre todo, deportividad. Además, tanto Heat como Spurs han escrito una de las mejores finales de la historia por su emoción e igualdad, que pasó de estar muy cerca de Texas a quedarse en Miami por segundo año consencutivo.

Tanto James como Wade, Bosh o el sorprendente Battier, por el protagonismo alcanzado en el último partido, no corrieron, ni gritaron, ni buscaron en la grada a su madre o novia cuando el tiempo del marcador se quedaba a cero. Acababan de lograr su segundo título consecutivo y del primero que se acordaron fue de Duncan, el mismo que casi les deja sin anillo, pero que veinte segundos antes falló un de los tiros más sencillos de su carrera. Un simple toque bastaba para que la pelota entrara y colocar el empate en el marcador. El hombre de los cuatro títulos falló y dejó a los San Antonio Spurs sin un título que fue suyo durante muchos minutos del sexto partido.

Uno por uno buscaron a la estrella de los Spurs, pero especialmente emotivo fue el de LeBron James. El jugador más valioso de la Liga y clave junto a Battier en el triunfo definitivo quiso consolar a un hombre que se sentía culpable, que instantes antes se había dejado la mano en el suelo dando golpes de lamentación por el fallo que él sabía que era definitivo. Le animó a seguir en la pelea el próximo año y le confesó que vio la final perdida en el sexto partido. Parker, el señalado Leonard por su fallo en un tiro libre decisivo en el sexto partido, Parker y Popovich, todos recibieron el consuelo de los vencedores.

James fue el encargado de recibir el trofeo de la mano de David Stern, comisionado de la NBA, para después recibir el de mejor jugador, antes de dirigirse a las 19.000 espectadores que llenaban el American Airlines. Después, el resto de vencedores. Mientras, los perdedores pasaban uno a uno por la sala de Prensa para dar su versión de lo sucedido y para felicitar al campeón. Parker, Ginobili, Green, Popovich... Todos dieron la cara en su día más triste. Y es que entienden como nadie el negocio.

El deporte profesional en Estados Unidos se mueve en unos parámetros que nada tienen que ver con la mentalidad del deporte en Europa. La rivalidad se entiende de otra manera. Escenas como las vividas en el American Airlines al término del séptimo y último partido de la final de la NBA engrandecen al deporte y a estrellas millonarias que demostraron tener sensibilidad, uno con la derrota y otros con los vencedores. Los abrazos de LeBron James con Tim Duncan, con Popovich o con Parker rebosaron sinceridad y, sobre todo, deportividad. Además, tanto Heat como Spurs han escrito una de las mejores finales de la historia por su emoción e igualdad, que pasó de estar muy cerca de Texas a quedarse en Miami por segundo año consencutivo.

LeBron James