Usain Bolt desafía los límites de la velocidad humana y hace más grande su leyenda

Usain Bolt llegó a Londres con un objetivo: seguir agrandando su leyenda y ya lo ha conseguido. Después de colgarse por segunda vez el oro en los 100 metros lisos de unos Juegos Olímpicos, ya lo hizo en Pekín, en la cita británica el jamaicano consiguió repetir el doblete logrado en la capital China. Bolt volvió a ser oro en los 200 metros lisos y, aunque se quedó a sólo 13 centésimas de batir el récord del mundo, su marca de 19:32 sigue agrandando su leyenda. 

Es el hombre más rápido de todos los tiempos. Bolt ha logrado un doblete en Londres que ya lo ha colocado como el velocista más grande de la historia. Con la medalla de este jueves, el jamaicano se ha colgado su quinto oro olímpico. Después de los logrados en Pekín en 100 y 200 metros lisos y en los relevos 4x100 metros, el metal logrado en Londres en los 100 metros, con récord olímpico incluido de 9:63, y su victoria en los 200 le han hecho aún más grande.  

El único que podía ponerle el freno a Bolt en la lucha por el oro en los 200 metros era su compatriota y amigo Yohan Blake, pero la estrella jamaicana no dio opciones a sus rivales. Bolt fue fiel a su estilo y terminó la carrera dejándose ir. Blake con un tiempo de 19.44 sólo pudo ver como su compañero jamaicano se volvía a llevar la victoria. El tercer puesto fue para el también jamaicano Warren Wair con un tiempo de 19.84. Jamaica colocó en el podio a sus tres participantes en la final de los 200. Ni el francés Christophe Lemaitre, que había renunciado a los 100 metros lisos para preparar la carrera de este jueves, pudo frenar a la 'bestia' caribeña y terminó sexto.

Con este triunfo, Bolt logró un doble-doble de la velocidad sin precedentes. Su carácter 'chulesco' tampoco faltó en la cita de los 200. Desde que entró en el estadio, el jamaicano dio un auténtico ritual de gestos. Primero pidiendo calma a los aficionados congregados en el Estadio Olímpico y nada más terminar la carrera cuando se puso a hacer flexiones sobre el tartán. Eso sí, antes, cuando estaba a punto de cruzar la línea de meta mandó callar a toda la grada. Fue el punto y final a una carrera perfecta.