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Las sospechas de la UCI hacia Contador eran un rumor creciente en el pelotón mundial
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EL ENTORNO DEL CORREDOR HABLA DE PERSECUCIÓN

Las sospechas de la UCI hacia Contador eran un rumor creciente en el pelotón mundial

El caso de Alberto Contador, por lo extraño de sus acontecimientos, no quedará cerrado con la sanción de dos años dada a conocer el lunes. A

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Las sospechas de la UCI hacia Contador eran un rumor creciente en el pelotón mundial

El caso de Alberto Contador, por lo extraño de sus acontecimientos, no quedará cerrado con la sanción de dos años dada a conocer el lunes. A nivel de justicia deportiva sí será así, puesto que el TAS es última instancia en este sentido y nada puede impedir que el corredor español cumpla íntegramente la pena. Pero la controversia levantada (más por la normativa en sí y los métodos de detección vigentes que por la decisión del tribunal, que ciertamente y de forma estricta se ajusta a derecho) hace prever que el asunto seguirá coleando mucho tiempo.

El entorno del ciclista habla de que éste ha sufrido una persecución en toda regla. El propio Contador no quiso desmentir que exista una campaña orquestada en su contra desde Francia. Sin entrar en favoritismos y dejando a un lado la bandera, lo cierto es que desde mucho antes de destaparse el escándalo, en el pelotón ya existía el rumor cada vez más creciente de que la UCI sospechaba de la limpieza del hasta el lunes triple ganador del Tour de Francia.

Así lo confesaban a este diario miembros del ciclismo profesional desinteresados en este caso concreto: "Le tenían ganas". Los rumores tienen que ser tomados siempre como eso, simples rumores. Y no se trata ahora de buscar excusas a la actuación de las autoridades deportivas que, dicho sea de paso, han decidido sancionar a un ciclista con la pena máxima admitiendo a la vez que no se puede demostrar que se haya dopado. Pero ya sea porque de verdad existieran indicios fiables desde años atrás (quien sabe si desprendidos de análisis que en principio dieron negativo pero que tuvieron resultados anómalos) o bien porque se quisiera derrocar de cualquier manera al de Pinto, reinaba en el ambiente la sensación de que tarde o temprano Contador iba a caer.

Atendiendo a los sentimientos, al corazón, habrá muchos aficionados que crean ciegamente en Alberto. Otros muchos aficionados se quedarán con la sensación de no saber qué pensar. Y los peor pensados asegurarán que "le han pillado como a tantos otros" y punto. Esta falta de unanimidad en los análisis de una sentencia es consecuencia del sistema antidopaje en sí, que ha demostrado su incapacidad para trazar una línea coherente que delimite qué es dopaje y que no lo es.

¿Complemeto alimenticio? ¿Carne contaminada?

Sólo así se entiende que se esté aplicando el principio de responsabilidad objetiva (incluido hace décadas en la normativa antidopaje, cuando los sistemas de detección estaban en la prehistoria) a la vez que se están utilizando métodos tan avanzados que recogen ínfimas cantidades de una sustancia, en niveles que ni benefician al rendimiento ni dañan al organismo y que pueden ser introducidos en el cuerpo de manera totalmente accidental.

Así lo reconoce la sentencia del TAS, que lo único que explica es que, una vez descartada la autotransfusión sanguínea, probablemente el clembuterol llegaría al cuerpo de Contador a través de un complemento alimenticio. Cabe recordar que de haber sido así, existiría negligencia por parte del deportista, con lo cual sería considerado culpable de dopaje, al contrario de lo que ocurriría si se hubiera tratado de una carne contaminada. Pero la locura por la mejora en la detección de sustancias ha creado una peligrosa espiral que deja a un lado lo más importante: cuándo esas sustancias son dopantes.

El clembuterol de Contador se detectó en un laboratorio de Colonia (Alemania), con un sistema innovador que sólo tenían otros tres laboratorios más en todo el mundo. Es decir, los organizadores del Tour y la UCI acudieron a un centro puntero para encontrar los famosos 50 picogramos. Desde el momento en que se dio a conocer la noticia, la maquinaria antidopaje empezó a esperar las justificaciones del ciclista en pos de la responsabilidad objetiva. Él era quien tenía que demostrar cómo había llegado el clembuterol a su organismo, todo lo demás daba igual. Meses después, y tras miles de folios de argumentos jurídicos pro y contra su tesis, el TAS le declaró culpable tras no creerse su versión del 'solomillo'.

Con este azaroso recorrido, parece lógico que el entorno de Contador hable de persecución. Será muy difícil que alguna vez se demuestre si tienen razón o no. Igual de complicado que resulta entender que una sentencia acabe arrojando más sombras que luces sobre el caso que trataba de resolver. No es de recibo que sea ahora la corazonada de cada cual la que acabe juzgando a todo un campeón. Y esta es la mejor muestra de que el sistema falla.

El caso de Alberto Contador, por lo extraño de sus acontecimientos, no quedará cerrado con la sanción de dos años dada a conocer el lunes. A nivel de justicia deportiva sí será así, puesto que el TAS es última instancia en este sentido y nada puede impedir que el corredor español cumpla íntegramente la pena. Pero la controversia levantada (más por la normativa en sí y los métodos de detección vigentes que por la decisión del tribunal, que ciertamente y de forma estricta se ajusta a derecho) hace prever que el asunto seguirá coleando mucho tiempo.

Alberto Contador