Patriotismo americano ante la crisis de la Fórmula 1

Estados Unidos prepara el asalto. A la Fórmula 1, Made in Europe, le ha surgido un extraño. Un inquilino, desde el otro lado del charco, pretende poner patas arriba un deporte que crece desde Inglaterra, domina Italia y está asentado en todo el Viejo Continente. Combinando patriotismo y tecnología, dos ex F1 capitanean este sueño americano. USF1 no es el nombre del nuevo caza estadounidense, es el nombre de la escudería que en 2010 quiere hacer sombra a Ferrari, McLaren, Renault y compañía (ver noticia).

El ex ingeniero F1 Ken Anderson y el que fuera empleado de Williams y Ferrari en los ‘80, Peter Windsor, desean hacer historia en el deporte de motor número uno. El proyecto de la pareja no atiende a crisis. Va en contra de la desaparición de Super Aguri, la venta de Honda o los rumores que ponen en la cuerda floja a otros equipos como Toyota. La idea, que de momento sólo son palabras, parte de establecer la base en Charlotte (Carolina del Norte). Con las dificultades que ello supone, el hecho de sobrevivir ya sería un triunfo.

Todas las escuderías de 2008, incluyendo las japonesas, tienen sede en Europa y 9 de los 17 Grandes Premios de esta temporada se celebrarán en dicho territorio. En estos casos, un equipo con la factoría en Gran Bretaña, suele tener el automóvil de vuelta en casa hacia la madrugada del lunes al martes. Los ingenieros desmontan el coche desde las 6 de la mañana para revisar los componentes y volver a ponerlo a punto según los días que precise. Así, la bala estará lista para embalarla y mandarla al siguiente circuito en un razonablemente corto periodo de tiempo. Más sencillo es cuando el 'paquete' se trata de una pieza determinada, en pocas horas puede ser trasladada desde la central hasta el circuito. Tiempo de transporte, tiempo perdido; tiempo de contacto entre bólido-ingenieros-pilotos, tiempo invertido. Por lo menos, Carolina del Norte está en la costa Este.