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El arte como erección
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El arte como erección

La Hayward Gallery de Londres dedica una exposición a la obra de Martin Creed, Premio Turner en 2001 y centro de tantas críticas como alabanzas

Foto: 'Work no.1000' de Martin Creed dentro de la exposición 'What's the Point of it' en la Hayward Gallery de Londres (Linda Nylind)
'Work no.1000' de Martin Creed dentro de la exposición 'What's the Point of it' en la Hayward Gallery de Londres (Linda Nylind)

Todo lo que sube, baja. La erección y posterior caída de un miembro viril sobre el cielo de Londres podría ser una metáfora de las fluctuaciones del mercado inmobiliario, actualmente en plena eclosión. O del mercado del arte, donde a menudo el valor de los artistas sube y baja sin que el público, o los propios artistas, entiendan muy bien el por qué. Y aunque la metáfora funcionaría a la perfección para el caso que nos ocupa, resulta que la erección es tan real que hasta tiene propietario: el artista Martin Creed. Este británico, ganador entre fuertes polémicas del premio Turner 2001, ha colocado una gran pantalla de vídeo con el citado pene en movimiento en una de las terrazas de la Hayward Gallery de Londres, donde desde el miércoles y hasta el próximo 27 de abril puede verse la exposición antológica What’s the point of it?, cuya traducción más precisa sería ‘¿qué sentido tiene esto?’.

Eso es exactamente lo que uno se pregunta al ver la gigantesca erección sobre el skyline londinense pero a Creed, de 45 años, nunca se le ha dado bien aclarar las dudas que plantea su obra. “No tengo ni idea de lo que significa” contesta al ser inquirido por lo que él ha titulado Work No 1029. Después piensa un poco más y con su fuerte acento escocés explica a El Confidencial: “Creo que la vida de la gente está regida por sus deseos sexuales y en el caso de los hombres su pene es su centro de control, junto con la cabeza, aunque se podría discutir cuál de los dos tiene más poder. El caso es que me hizo gracia hacer algo así”.

El sentido de la vida no se esconde tras la bolita de Blu-Tack que ha pegado en una pared y que nadie comprendió a su paso por Madrid hace tres años, ni bajo los 7000 globos blancos que llenan una sala bajo el título Work 200: Half the air in a given space, ni tras la pirámide hecha con docenas de rollos de papel higiénico que Creed ha bautizado Work No 1882. “La gente necesita encontrar palabras para explicar las cosas porque el sentimiento general es de ansiedad. Mirar una obra de arte es una experiencia extraña, mirar en general, y vivir. Nos asusta, por eso tratamos de encontrar palabras que expliquen las cosas cuando en realidad el mundo es inexplicable”.

Inexplicables son también algunos de los cuadros que hay en esta antológica en la que se presentan 160 obras. ‘Esto lo hace cualquiera’ suelen decir quienes no entienden el arte contemporáneo pero frente a algunos óleos o dibujos a rotulador de Creed, hasta los amantes del género podrían tener dudas. Aunque cuando uno se entera de que la razón de que sean tan malos es que el artista los hizo con los ojos vendados, resultan menos molestos. “Estoy harto de mirar las cosas. A veces todo sale mejor cuando lo haces con los ojos cerrados. Cuando tratas de controlarlo todo, puede ser mortal” dijo Creed hace un par de años al hablar de esas obras.

Y es que la cualidad de gustar y enervar al mismo tiempo parece haber sido creada para definir la obra y la filosofía de este artista que tampoco tiene explicación para el título de su muestra. ““La verdad es qué no sé cuál es el sentido, supongo que el sentido literal. Me pidieron que le diera un título, eso es todo”.

Posiblemente tenga razón, ¿hay que explicarlo todo en el arte contemporáneo, camuflarlo de palabras grandilocuentes para que tenga sentido? ¿ Intelectualizar en exceso toda propuesta artística? Recientemente otro artista británico no ajeno a la provocación, Greyson Perry, se cachondeaba del lenguaje que utilizan los críticos de arte y de cómo había quién se había atrevido a afirmar que unos colores “venden mejor que otros”. En el caso de Creed lo que vende es el atrevimiento, el todo vale, hasta el punto de que la obra Work No 227, Las luces se encienden y se apagan, con la que ganó el premio Turner en 2001, era una sala vacía en la que las luces se encendían y se apagaban.

Duchamp ya puso su urinario en una exposición provocando una revolución en los cimientos del arte hace ya más de un siglo. En 1961 Piero Manzoni enlataba su propia caca y la vendía bajo el título Mierda de artista. Y después de que se hayan visto esas cosas, y todo lo que ha venido después, Creed, en pleno siglo XXI, conseguía volver a hacer palpitar al mundo del arte metiendo un trozo de papel arrugado (Work No 293) en una vitrina.

Si algo así aún provoca erecciones intelectuales entre los críticos y monetarias entre los coleccionistas, no hay nada que reprocharle a Creed. Él hace, literalmente, lo que le apetece: “Busco entretenerme ,divertirme, mejorar mi vida y no tener jefes. El arte me ha permitido perseguir pequeñas cosas que me hacen sentir bien”.

Entre el público, en cambio, las opiniones siguen siendo contradictorias: no ha todo el mundo le gusta ver a un señor vomitando y a una señora defecando en un video (Work No 660) pero parece que cientos de cuadros con la huella de colores de un brócoli sobre una pared (Work No 1000) provoca paz y sonrisas. Quizás hasta erecciones.

Todo lo que sube, baja. La erección y posterior caída de un miembro viril sobre el cielo de Londres podría ser una metáfora de las fluctuaciones del mercado inmobiliario, actualmente en plena eclosión. O del mercado del arte, donde a menudo el valor de los artistas sube y baja sin que el público, o los propios artistas, entiendan muy bien el por qué. Y aunque la metáfora funcionaría a la perfección para el caso que nos ocupa, resulta que la erección es tan real que hasta tiene propietario: el artista Martin Creed. Este británico, ganador entre fuertes polémicas del premio Turner 2001, ha colocado una gran pantalla de vídeo con el citado pene en movimiento en una de las terrazas de la Hayward Gallery de Londres, donde desde el miércoles y hasta el próximo 27 de abril puede verse la exposición antológica What’s the point of it?, cuya traducción más precisa sería ‘¿qué sentido tiene esto?’.

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