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Esperanza Aguirre, la última gran mecenas pública del cine español
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Crisis de las subvenciones

Esperanza Aguirre, la última gran mecenas pública del cine español

Los 15 millones dados por la CAM a Garci por 'Sangre de mayo', estrenada hace ahora cinco años, siguen siendo la ayuda más alta dada nunca a un filme

Foto: Esperanza Aguirre, expresidenta de la CAM (EFE)
Esperanza Aguirre, expresidenta de la CAM (EFE)

"En aquel momento parecía una buena idea". Puede que cuando Esperanza Aguirre publique sus memorias políticas, escriba eso sobre la subvención multimillonaria que otorgó un día a Sangre de mayo (José Luis Garci, 2008), de cuyo estreno se cumplen ahora cinco años. En efecto, el paso del tiempo ha convertido los 16,5 millones de euros públicos gastados en el filme de Garci en un triple fiasco cinematográfico, económico y político. Primero, porque la película no es precisamente una de las mejores del director. Segundo, porque la Comunidad de Madrid se gastó 16,5 millones de euros (rodaje: 15 millones de euros; publicidad: 1,5) en producir un largometraje que recaudó 750.000 euros en taquilla (lo que en Hollywood se denominaría "catástrofe comercial de las que hacen época"). Tercero, porque el quinto aniversario de Sangre de mayo coindice con la actual guerra entre el Gobierno y el cine español a cuenta del recorte de las subvenciones. En otras palabras: el mismo partido que dice ahora que las ayudas públicas no son el camino otorgó a Garci la mayor subvención de la historia del cine español (ocho veces más alta que la segunda de la lista). ¿Quién dijo doble discurso?

Torrente 3 recibió 1 millón de euros de ayuda, 15 veces menos que el filme de Garci pese a recaudar 24 veces más

"En vez de erigir una estatua, hemos hecho una película para divulgar los acontecimientos del 2 de mayo de 1808". Esta fue la explicación oficial de la Consejería de Cultura de la Comunidad de Madrid para justificar su repentina conversión en productora de cine. Una decisión insólita dado que Madrid no ofrecía entonces (ni ahora) ningún tipo de ayuda a largometrajes. Por no hablar del descomunal agujero que dejó en las arcas públicas madrileñas (más de 15 millones de euros de déficit) y del agravio comparativo con el resto del cine nacional. Para que se hagan una idea: el año anterior, el ICAA había otorgado a Torrente 3 (Santiago Segura, 2005) 1 millón de euros de ayuda a la amortización, 15 veces menos que el filme de Garci pese a recaudar 24 veces más (18,1 millones de euros).

La maldición de Sangre de mayo vuelve ahora a planear al agudizarse la crisis de las subvenciones al cine español, que estalló tras conocerse el hachazo al Fondo de Ayuda a la Cinematografía para 2014, cuyo presupuesto ya no da ni para pagar la deuda (61 millones de euros) contraída con los productores los años anteriores. Una dotación en caída libre con la siguiente involución: de los 89,3 millones de euros (2010) a los 33,7 millones (2014). Luego llegaron las palabras de Cristóbal Montoro, ministro de Hacienda, para el que el problema del cine español no son los recortes, sino su falta de calidad. La salida de tono del ministro provocó tal escándalo que el Gobierno acabó por recular: Cultura y Hacienda se comprometieron a devolver cuanto antes el dinero a los productores, un movimiento que frenó la escalada del enfrentamiento, pero no solucionó el problema de fondo: el Gobierno ha decidido acabar con el sistema de subvenciones, o al menos reducirlo a su mínima esencia, sin tener lista una alternativa, que pasaría por aumentar las deducciones fiscales para inversores de cine del 18% al 24%, subida que aún espera el visto de Hacienda y cuya efectividad industrial está por ver.

Demasiadas ayudas

La decisión de acabar con el sistema de subvenciones se apoya en una percepción pública que ha calado hondo en los últimos años: las películas españolas han recibido demasiadas ayudas. Tantas que producir filmes se ha convertido en un chollo pagado por todos los españoles, algo que está meridianamente claro en el caso de Sangre de mayo, pero no en el resto de filmes nacionales si hacemos caso a las cifras.

placeholder Cartel de 'Sangre de mayo'

En efecto, la película de Garci encabeza el ranking de ayudas públicas directas con una diferencia sideral respecto al segundo opuesto, ocupado por Tres metros sobre el cielo (Fernando González Molina, 2010), que en 2012 recibió 2 millones de euros de subvención del ICAA. Son las llamadas ayudas a la amortización, vinculadas al resultado en taquilla y al coste de la producción, que el Estado abona dos años después del estreno, según los méritos comerciales alcanzados. Se trata de la principal partida del presupuesto del ICAA.

La tercera en la lista de las más subvencionadas sería Primos (Daniel Sánchez Arévalo, 2011), que este año ha recibido 1,9 millones de euros de subvención. El filme costó 3,8 millones de euros y recaudó 3,5. La cuarta sería Balada triste de trompeta (Álex de la Iglesia, 2011), que costó 6 millones de euros, recaudó 2,3 millones y se llevó una subvención de 1,68 millones.

Las doce películas más subvencionadas de la historia del ICAA costaron menos a las arcas públicas que el filme de Garci

Entre el quinto y el decimotercer lugar estarían ocho películas que recibieron 1,5 millones de euros de subvención. Conocerás al hombre de tus sueños (Woody Allen, 2010), Entre lobos (Gerardo Olivares, 2010), Los ojos de Julia (Guillem Morales, 2010), También la lluvia (Icíar Bollaín, 2010), Lo contrario al amor (Vicente Villanueva, 2011), Encontrarás dragones (Roland Joffé, 2011), La piel que habito (Pedro Almodóvar, 2011) y Torrente 4 (Santiago Segura, 2011). Resumiendo: las doce películas más subvencionadas en la historia del ICAA costaron menos a las arcas públicas (15,78 millones de euros) que Sangre de mayo.

Subvenciones al 50%

Resulta interesante detenerse en dos de las películas que recibieron 1,5 millones de euros, las de Pedro Almodóvar y Santiago Segura, por el contraste entre la ayuda pública y su volumen de negocio. El filme de Almodóvar costó 9 millones de euros y recaudó en España 4,6, una pequeña parte de los 22,7 millones que hizo en todo el mundo. Torrente 4, por su parte, costó 9,3 millones de euros y recaudó 19,3 en España.

Salvo en el caso del filme de Garci, lo normal es que una película española recaude más y cueste más que el valor de la subvención pública. Según la última convocatoria de ayudas a la amortización del ICAA, la subvención nunca puede superar el 50% del coste de la película ni el 75% de la inversión del productor.

Se podría alegar que no tiene sentido que las subvenciones vayan a las películas que más recaudan en taquilla, dado que, en principio, son las que menos lo necesitarían. ¿Acaso el cine de autor, independiente y de bajo presupuesto no necesita desesperadamente ese dinero? No obstante, cabe matizar que una cosa es lo que la película gana en taquilla y otra bien diferente lo que se lleva el productor de dicha recaudación.

Imaginemos que se estrena una película española de éxito. Un filme de presupuesto holgado (5 millones de euros) que recauda exactamente la misma cantidad. Sólo habría que sumar las ayudas a la amortización (pongamos 1,5 millones de euros), los derechos televisivos, las ventas internacionales y el lanzamiento en DVD/VOD para pensar que los productores han obtenido suculentos beneficios a costa de los presupuestos generales del Estado.

Pero las cuentas no son tan golosas como parece a primera vista. De los 5 millones de euros de recaudación, el Estado se lleva un 21% vía IVA: 1,05 millones de euros. La factura en derechos de autor (2%) sale por 100.000 euros. Los cines se llevan aproximadamente el 50% del resto de la taquilla: 1,92 millones de euros (38,4% del total, aunque esta cifra varía según cada caso). Quedarían aún 1,93 millones de euros a repartir, pero todavía quedaría pagar tanto a la distribuidora (que se encarga de llevar las copias del filme a los cines) como la campaña de publicidad (de la que a veces se encargan los productores y a veces los distribuidores). El gasto en anuncios de una película de estas características se mide en centenares de miles de euros. Resumiendo: los suculentos 5 millones de euros de recaudación se han transformado de pronto en 750.000 euros limpios para el productor.

"En aquel momento parecía una buena idea". Puede que cuando Esperanza Aguirre publique sus memorias políticas, escriba eso sobre la subvención multimillonaria que otorgó un día a Sangre de mayo (José Luis Garci, 2008), de cuyo estreno se cumplen ahora cinco años. En efecto, el paso del tiempo ha convertido los 16,5 millones de euros públicos gastados en el filme de Garci en un triple fiasco cinematográfico, económico y político. Primero, porque la película no es precisamente una de las mejores del director. Segundo, porque la Comunidad de Madrid se gastó 16,5 millones de euros (rodaje: 15 millones de euros; publicidad: 1,5) en producir un largometraje que recaudó 750.000 euros en taquilla (lo que en Hollywood se denominaría "catástrofe comercial de las que hacen época"). Tercero, porque el quinto aniversario de Sangre de mayo coindice con la actual guerra entre el Gobierno y el cine español a cuenta del recorte de las subvenciones. En otras palabras: el mismo partido que dice ahora que las ayudas públicas no son el camino otorgó a Garci la mayor subvención de la historia del cine español (ocho veces más alta que la segunda de la lista). ¿Quién dijo doble discurso?

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