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Así se gastan el dinero los turistas alemanes e ingleses en España
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Así se gastan el dinero los turistas alemanes e ingleses en España

¿Cómo se comportan quienes pasan más de dos meses disfrutando del clima? Al parecer, no son ellos los que se adaptan, sino los comercios que quieren sobrevivir

Foto: Una turista toma el sol sobre las rocas en la playa de Levante, en Benidorm. (EFE)
Una turista toma el sol sobre las rocas en la playa de Levante, en Benidorm. (EFE)

El pasado año, España recibió a más de 75 millones de turistas extranjeros, una actividad que supone el 11,1% del PIB. La realidad turística de nuestro país es, no obstante, muy diferente a la de otras regiones de nuestro entorno. Si en otras regiones los viajeros acuden a las playas, ciudades o capitales culturales y vuelven rápidamente a sus casas, España es la nación con más turistas residentes del mundo (un término paradójico en apariencia), tan solo superado por Estados Unidos, y muy por encima de Francia, Italia o Grecia.

Ello quiere decir que nuestro país experimenta desde hace medio siglo un fenómeno curioso: la afluencia masiva de turistas (sobre todo, ingleses y alemanes) que pasan una gran parte del año en nuestras costas, disfrutando del sol, la playa y precios bajos asociados a un nivel de vida bajo. Es lo que ocurre con los suecos, con una población de alrededor de 90.000 personas en España. Estos no solo se benefician de los factores anteriormente señalados, sino también del Estado del bienestar español.

La “aculturación” (o adaptación a otra cultura, con pérdida de la propia) entre estos turistas es muy baja, especialmente aquellos de mayor edad

Las poblaciones más abundantes son, no obstante, las de británicos y alemanes, especialmente en regiones como las Islas Baleares o la costa valenciana. Son ellos el objetivo de estudio de la última investigación de la profesora de la Universidad de Alicante María Dolores De Juan-Vigaray y Joan B. Garau-Vadell, de la Universidad de las Islas Baleares, que se han preocupado por los hábitos de consumo de estos migrantes (pues lo son) y que en este caso se preguntan por sus motivaciones de compra.

Foto: Los nacionales suecos gozan en España de un buen nivel de vida a precios asequibles. (iStock)

El turismo residencial es uno de los más espinosos, ya que causa un impacto aún mayor en el país origen que otras clases de viajeros, y está vinculado de manera estrecha con el mercado inmobiliario. Como señalaban Antonio Aledo, Tomás Mazón y Alejandro Mantecón en 'La inestabilidad del turismo residencial', aunque “el turismo residencial en las comunidades del Mediterráneo español no solo ha impulsado el crecimiento económico sino que ha sido un agente principal del cambio social y cultural en estas regiones”, este “no está exento de problemas y limitaciones”.

Como explican los autores, el círculo habitual del turismo es el siguiente: el descubrimiento del lugar por parte de "aventureros turísticos", el inicio de la explotación, seguida por un período más o menos prolongado de expansión, consolidación y estancamiento. ¿Qué ocurre entonces? La peligrosa masificación y la pérdida de calidad turística, y con ella, la crisis. Es entonces cuando los destinos turísticos se enfrentan al reto de revitalizar su proyecto. O eso, o "la industria turística abandona el ddestino en busca de nuevas áreas no explotadas para continuar su proceso de fagocitación".

¿Allá dónde fueres…?

Este impacto puede ser tanto medioambiental como comercial o cultural. Sin embargo, como señalaban previas investigaciones de los autores, la “aculturación” (o adaptación a otra cultura, con pérdida de la propia) entre estos turistas es muy baja, especialmente aquellos de mayor edad. Lo cual tiene una gran influencia en la forma en que estos consumen.

Los migrantes de sol, playa y sueldos bajos suelen visitar más a sus compatriotas, comprarles más cosas o gastarse más dinero en sus bares

Es decir, las noticias son malas para los comerciantes locales, sobre todo si tienen que competir con otros turistas residentes del país natal de estos viajeros. Los migrantes de sol, playa y sueldos bajos suelen visitar más a sus compatriotas, comprarles más cosas, gastarse más dinero en sus bares y restaurantes y, en definitiva, preocuparse por el futuro de sus negocios. Al menos, en Alicante y en Mallorca, donde los datos fueron recogidos. La consecuencia es clara: “Las empresas necesitan entender que su éxito depende de su habilidad para alcanzar a estos nichos, y deben saber cómo desarrollar ofertas comerciales adecuadas”.

Lo cual no siempre es fácil. Muchas tiendas han optado por ofrecer productos “étnicos”, típicos del lugar de origen y que por lo general no pueden adquirirse en las tiendas españolas, mientras que otras han optado por vender solo productos extranjeros con este público en mente. No es fácil, puesto que estas decisiones pueden suponer también un problema para el turismo, ya que “el desarrollo de una oferta muy específica pero no planeada puede llevar tanto a la homogeneización de esta oferta como a la creación de guetos, con el riesgo subsiguiente de perder encanto para los turistas”.

Es una situación que se puede comprobar en muchas localidades españolas, desde Canarias hasta la Costa Brava pasando por los consabidos Benidorm o Torrevieja. La afluencia masiva de turistas buscando paella, cañas y tortilla ha terminado dando lugar a barrios o calles donde se han instalado muchos de esos antiguos migrantes, actuales empresarios, abriendo pubs, chiringuitos o tiendas que venden productos de fuera… lo cual puede terminar espantándolos. Porque, al fin y al cabo, ¿quién querría viajar a otro país para vivir rodeado de la misma gente que en tu pueblo, comer la misma comida y beber las mismas pintas, aunque eso sí, con menos lluvia?

Dámelo, dámelo ya

La investigación más reciente intenta clasificar los hábitos de compra de estos turistas según sus motivaciones a través de un cuestionario de 31 preguntas. Los resultados muestran que estos hábitos son una extensión de sus costumbres en su país de origen más que una adaptación a la realidad local, lo cual puede provocar que sean los comerciantes locales quienes terminen adaptándose a las exigencias turísticas y no al revés. Allá donde fueres, haz lo quieras, que ya se encargarán de cumplir tus deseos.

Estos turistas residentes no se comportan como los viajeros que desean adquirir bienes de lujo

Los turistas dan más importancia a comprar en la vecindad local, es decir, se decantan por aquellas pequeñas tiendas que se encuentran cerca de casa, así como por las que les permiten y “encontrar aquello que están buscando en el menor período de tiempo posible”. A continuación, resulta decisiva la información que disponen de aquellos productos, seguida por la compra por entretenimiento y diversión, en la que participa la interacción social con otros consumidores.

Los ítems que aparecen en los últimos lugares del informe, no obstante, muestran que estos turistas residentes se comportan de forma tan conservadora como si viviesen ahí todo el año, y de manera muy diferente al mercado del lujo que moviliza a otro perfil de turista. Se trata de la variedad de productos y marcas, un precio más barato y la posibilidad de adquirir algo único, innovador o diferente, vinculado de manera estrecha con otro tipo de turista. Más bien, a tenor de las costumbres de estos visitantes, parece más bien que su objetivo es comprar algo conocido rápido y fácil; es decir, como suele hacer cualquiera en su barrio. Están aquí para quedarse.

El pasado año, España recibió a más de 75 millones de turistas extranjeros, una actividad que supone el 11,1% del PIB. La realidad turística de nuestro país es, no obstante, muy diferente a la de otras regiones de nuestro entorno. Si en otras regiones los viajeros acuden a las playas, ciudades o capitales culturales y vuelven rápidamente a sus casas, España es la nación con más turistas residentes del mundo (un término paradójico en apariencia), tan solo superado por Estados Unidos, y muy por encima de Francia, Italia o Grecia.

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