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¿Quieres saber lo que tu psicólogo piensa de ti? No siempre conviene...
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UNA METODOLOGÍA REVOLUCIONARIA

¿Quieres saber lo que tu psicólogo piensa de ti? No siempre conviene...

Cada vez son más los terapeutas que comparten sus informes con los pacientes. Una nueva metodología que está generando división entre los profesionales

Foto: Los efectos de esta nueva metodología no son iguales en todos los pacientes. (iStock)
Los efectos de esta nueva metodología no son iguales en todos los pacientes. (iStock)

Cada vez son más las clínicas de salud mental y los terapeutas que comparten sus informes con los pacientes. Una polémica medida que ha dividido a los profesionales, pues ni siquiera los diferentes estudios psicológicos realizados sobre sus supuestos beneficios han podido llegar a una conclusión de consenso.

¿Saberlo que nuestro psicólogo piensa realmente sobre uno, ayuda o perjudica a la hora de superar los problemas mentales? ¿Todo el mundo reacciona igual o depende tanto de la persona como de la fase en la que se encuentre? ¿Es lo mismo revelar el cuadro clínico a un esquizofrénico que a alguien con una depresión transitoria provocada por la muerte de una persona querida? ¿Cuáles son los límites de la transparencia?

Hasta ahora son más las preguntas que las respuestas planteadas por esta revolucionaria técnica. Algunos psicólogos incluso utilizan el método socrático y elaboran sus informes mano a mano con sus pacientes, consensuando el qué, el cómo el por qué.

El paciente es el protagonista y el objetivo es ayudarle a reflexionar sobre sí mismo, y a que extraiga, con la ayuda del terapeuta, sus propias conclusiones y, por tanto, se imponga a sí mismo el tratamiento más adecuado para solucionar o superar sus problemas.

El experimento más ambicioso

Escogiendo alguno de estos informes al azar que circulan ya por algunos foros creados por los propios interesados, y omitiendo el nombre del paciente, se puede leer: “Prestar ayuda a los demás es bueno para su autoestima. Hay que animarlo a que siga colaborando en la asociación de vecinos de su barrio. Por lo demás, no se han notado avances significativos en su lucha contra el trastorno bipolar, la ansiedad y la depresión severa”.

Uno de los experimentos más ambiciosos para valorar los pros y contras de este novedoso método es el del hospital norteamericano Beth Israel Deaconess Medical Center. Alrededor de 700 pacientes se han prestado a participar en el proyecto, aunque no ha sido fácil conseguir una muestra de esta magnitud, pues según los impulsores muchos pacientes creen que podría ser perjudicial para ellos.

Las primeras investigacionesrealizadas sobre esta cuestión concluyeron que conocer la opinión directa del psicólogo o bien confundía aún más al paciente o bien lo ofendía. Sin embargo, estudios posteriores en los que los terapeutas ayudaban a interpretar sus propias notas, llegaron a unas conclusiones mucho más optimistas. Y es que muchos de los pacientes se concienciaban más sobre la necesidad de ser perseverantes en sus tratamientos y aumentaban la confianza en su médico.

El acompañamiento es la clave

Uno de los estudiosmás recientes llegó a la conclusión de que la mayoría de pacientes responden positivamente a este tipo de terapia y logran acortar los tiempos de tratamiento porque se involucran más. Unos resultados que no han apaciguado a las voces críticas, que siguen expresando su preocupación porque estas prácticas pueden provocar, dicen, ansiedad e, incluso, rechazo al tratamiento farmacológico. Otro de los temores es que todos estos informes puedan caer en manos de las aseguradoras.

En lo que sí comienza a haber más consenso es en que los informes no pueden proporcionarse en bruto. El lenguaje técnico puede dificultar su entendimiento, y la falta de acompañamiento durante el momento de la lectura puede llevar a interpretaciones erróneas. La ayuda del psicólogo, por tanto, se antoja imprescindible para conseguir los resultados esperados.

Cada vez son más las clínicas de salud mental y los terapeutas que comparten sus informes con los pacientes. Una polémica medida que ha dividido a los profesionales, pues ni siquiera los diferentes estudios psicológicos realizados sobre sus supuestos beneficios han podido llegar a una conclusión de consenso.

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