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El conspiracionista más influyente, a punto de crear un nuevo grupo mediático
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El conspiracionista más influyente, a punto de crear un nuevo grupo mediático

Todo comenzó en abril de 1991. David Icke era, por aquel entonces, poco más que un conocido presentador de programas deportivos de la televisión pública británica,

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El conspiracionista más influyente, a punto de crear un nuevo grupo mediático

Todo comenzó en abril de 1991. David Icke era, por aquel entonces, poco más que un conocido presentador de programas deportivos de la televisión pública británica, la BBC, así como portavoz del Partido Verde británico. Pero la noche del 29 de abril de aquel año, Icke fue invitado por Terry Wogan a aparecer en su talk show, en pleno prime time británico. Por primera vez, y frente a los ojos de millones de británicos, Icke expuso su teoría sobre las malvadas fuerzas que rigen el mundo (que más tarde elaboraría en su alambicada teoría de los reptilianos) y, ante la pregunta de si de verdad era el hijo de Dios, prefirió hacerse el loco.

Aunque Icke fuese en ese momento objeto de escarnio público por sus alambicadas teorías de la conspiración, no hay duda de que ha conseguido rentabilizar sus ideas, principalmente, a través de una prolífica producción literaria. El pasado mes de octubre, consiguió colgar el cartel de “no hay entradas” en las taquillas del Wembley Arena, donde impartió una conferencia de 10 horas de duración. El precio, nada económico, oscilaba entre las 39 y las 62 libras, aunque, para el que lo desee, también existe una versión en DVD para el consumo doméstico. Una actuación suya que tuvo lugar en Barcelona durante el verano de 2010 costaba 60 euros.

La escritora Alice Walker lo ha defendido por su valentía¿Cuál parece ser que va a ser el próximo movimiento de Icke? Según indican los tabloides británicos, la creación de un conglomerado de medios de comunicación, que abarcaría radio, televisión e internet y que tendría como objetivo tratar todos esos temas “que los grandes medios no se atreven a tratar”. Por ello, ha arrancado un proyecto de financiación por el cual se propone obtener 100.000 libras (unos 117.000 euros) para, en resumidas cuentas, exponer sus teorías de la conspiración.

Según afirma el propio Icke, ha conseguido ya unas 40.000 libras sólo por donaciones. Curiosamente, esta noticia coincide con la defensa pública que la escritora ganadora del Premio Pulitzer Alice Walker (autora de El color púrpura) ha realizado del antiguo periodista, y del cual elogiaba su libertad de pensamiento. A Icke parecen agradarle las empresas mastodónticas: su libro The Perception Deception, que se publicará el próximo mes de noviembre, tiene más de 700 páginas de extensión. 

Los reptilianos y otras familias reales

La más famosa de las teorías desarrolladas por Icke es, por supuesto, la de los reptilianos. Se trata de una raza de seres cambiaformas que, en teoría, mueve los hilos de la sociedad. Una raza profundamente evolucionada que, después de haberse mezclado con los humanos, habría adquirido apariencia antropomórfica y cuya capacidad para cambiar de forma los permite introducirse en las altas esferas de la sociedad. Icke afirma que la teoría de los reptilianos ya está presente entre algunos chamanes africanos que afirman que los chitauri, una raza de lagartos, controlan la tierra.

¿Quiénes pertenecen hoy en día a esta raza de reptlianos? Entre otros, la Reina Madre de Inglaterra (porque, como ha explicado Icke en alguna ocasión, la Princesa Diana se refería a la familia real como “los lagartos”) o el cantante de country y actor Kris Kristofferson, políticos como Mijail Gorvachov, Hillary Clinton, George Bush o el humorista Bob Hope, aunque está condición puede hacerse extensible a todos los grandes líderes de la humanidad, que se organizarían, por ejemplo, a través de sociedades como el Club Bilderberg. También formarían parte de ellos “las profesiones de traje oscuro”, es decir, políticos, empresarios o banqueros. Según Icke, todos ellos medirían en realidad algo más de dos metros de alto y se alimentarían de sangre.

En 1995 tuvo que negar que uno de sus libros fuese negacionistaEs fácil despreciar a Icke como un charlatán disparatado, pero lo cierto es que no se puede negar su capacidad como orador, y su carisma mesiánico. A sus 61 años, y padre de cuatro hijos, Icke puede presumir de contar con legiones de fieles repartidos por todas las esquinas del planeta y de ser seguramente el más influyente de todos los conspiracionistas. Al fin y al cabo, como señaló una reciente investigación realizada en Estados Unidos, un 4% de la población cree en los reptilianos

Icke asegura que la luna es en realidad una nave extraterrestre, que la Isla de Wight (en la que reside) está gobernada por una red de “masones, pedófilos y satanistas” y muestra una curiosa y tensa relación con la ciencia, a la que en ocasiones recurre para justificar sus ideas, a la que en ocasiones menosprecia. En alguna ocasión, sus teorías le han buscado un problema, como cuando en 1995 tuvo que negar las acusaciones de que uno de los libros en los que se encontraba trabajando sugería que el Holocausto no había existido. Ello le ha llevado a ser considerado el “gurú neonazi new age”.

Lo que la conspiración oculta

En realidad, las experiencias vitales de Icke no se lo han puesto nada fácil, y se cree que los problemas mentales han sido una constante en su vida a lo largo de los últimos veinte años. Los meses que antecedieron a su aparición histórica en el programa de Terry Wogan no debieron ser nada fáciles para el presentador, que ahora define la polémica (y el proceso de ridiculización) que rodearon dicha aparición como “una de las mejores cosas” que le han pasado en la vida, puesto que le permitió a partir de ese momento poder decir lo que quería sin miedo al qué dirán.

El médico de infancia de Icke ha señalado sus problemas mentalesA mediados de 1990, la BBC rescindió su contrato ante su negativa a pagar el nuevo impuesto llamado “poll tax” (o Community Charge) que dio lugar a disturbios y que fue aprobado por el gobierno de Margart Thatcher. Su padre, al mismo tiempo, enfermó de cáncer de estómago. Fue entonces cuando Icke comenzó a tener sus primeras revelaciones, en las que se sentía paralizado y oía voces. Una de ellas le llevó a leer un libro de una curandera llamada Betty Shine. Otra, que está vez le pilló en pleno viaje a Perú, le animó a escalar una montaña, en una metáfora plenamente bíblica. Durante ese viaje, su padre falleció e Icke tomó la decisión que cambiaría para siempre su vida.

En su biografía, el médico de la familia que trató a Icke durante su infancia lo define como un pequeño con problemas mentales. Según cuenta, era un niño solitario que pasaba horas aislado, jugando con trenes de juguete, enfermizo, nervioso y vergonzoso. Sin embargo, si las ideas de Icke pertenecen a una mente enferma y alucinada, o son producto de un complejo plan que tiene como objetivo primordial de vender millones de entradas, libros y DVD, se trata de un misterio aún por resolver.

Todo comenzó en abril de 1991. David Icke era, por aquel entonces, poco más que un conocido presentador de programas deportivos de la televisión pública británica, la BBC, así como portavoz del Partido Verde británico. Pero la noche del 29 de abril de aquel año, Icke fue invitado por Terry Wogan a aparecer en su talk show, en pleno prime time británico. Por primera vez, y frente a los ojos de millones de británicos, Icke expuso su teoría sobre las malvadas fuerzas que rigen el mundo (que más tarde elaboraría en su alambicada teoría de los reptilianos) y, ante la pregunta de si de verdad era el hijo de Dios, prefirió hacerse el loco.