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“¿Quién ha dado el aire?” y otros motivos por los que odiamos las grandes oficinas
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LA AUSENCIA DE DESPACHOS NO ES POSITIVA

“¿Quién ha dado el aire?” y otros motivos por los que odiamos las grandes oficinas

Si estás leyendo este reportaje desde el trabajo es muy probable que no estés sólo en la habitación. Las oficinas abiertas, con salas grandes en las

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“¿Quién ha dado el aire?” y otros motivos por los que odiamos las grandes oficinas

Si estás leyendo este reportaje desde el trabajo es muy probable que no estés sólo en la habitación. Las oficinas abiertas, con salas grandes en las que trabajan muchos empleados, y sin apenas despachos, son cada vez más habituales. Según un estudio de la International Management Facility Association el 70% de las oficinas estadounidenses son de este tipo, una cifra que a buen seguro es similar en Europa.

Este tipo de oficinas eran habituales en entornos donde el trabajo en equipo era un requisito indispensable o se necesitaban grandes espacios por fuerza (talleres, redacciones, estudios…) pero el modelo se ha extendido a todo tipo de compañías. Los directivos suelen defender este tipo de espacios porque facilitan la colaboración, el trabajo en equipo, y las labores de supervisión, pero la verdadera razón por la que se ha impuesto su uso es meramente económica: son instalaciones que ahorran espacio y, por tanto, dinero. A cambio, tal como han demostrado más de un estudio, tienen desventajas claras, que deberían considerar los directivos antes de apiñar a los trabajadores en ellas. 

1. La enfermedad campa a sus anchas

Tal como atestiguó un estudio publicado en la revista Scandinavian Journal of Work, Environment and Health, los trabajadores de oficinas abiertas están de baja por enfermedad un 62% más que los empleados que trabajan en su propio despacho. No es de extrañar, dada la facilidad con que los virus y bacterias se trasmiten entre trabajadores que comparten un mismo espacio. Y a más trabajadores por metro cuadrado mayor posibilidad de enfermar. Además, tal como apuntaba el estudio, las oficinas abiertas provocan más estrés en los trabajadores, lo que a su vez debilita su sistema inmunológico y facilita la contracción de enfermedades.

2. Reducen la productividad

Las investigadoras estadounidenses Tonya L. Smith-Jacksona y Katherine W. Kleinb realizaron en 2009 una revisión de estudios sobre las oficinas con espacios abiertos y llegaron a una contundente conclusión: los empleados están menos motivados, están menos satisfechos y, por tanto, son menos productivos. Hay varias razones que explican esta merma de la productividad:

  • Hay mucho ruido

Las conversaciones del resto de compañeros son intrusivas y molestas para los trabajadores. Se trata de discursos irrelevantes para los empleados que no participan en ellos que contribuyen a dificultar su trabajo mental y hacen que aumente su estrés y su fatiga. El sonido casi continuo de los teléfonos también irrita a los trabajadores. Un estudio de la Universidad Politécnica de Hong Kong destacó, no obstante, que el ruido afecta más a los trabajadores mayores de 45 años, cuya productividad descendiende más que en los jóvenes en este tipo de ambientes laborales.

  • La temperatura nunca contenta a todos. 

Después del ruido, la temperatura es el factor que más afecta a la productividad de los trabajadores, pero es el mayor causante de las bajas por enfermedad. Según un estudio del investigador holandés Paul Roelofsen, llevado a cabo entré 7.000 trabajadores holandeses, los problemas derivados de la temperatura de la oficina estaban detrás de 2,5 días de baja de media por trabajador.

Cualquiera que haya trabajado en una oficina abierta de un moderno parque empresarial sabe lo irritante que pueden ser los cambios de temperatura. Según el lugar de la oficina en que se esté se puede tener más o menos calor, dependiendo de lo lejos o cerca que esté el conducto del aire. Pero, además, no todo el mundo trabaja a gusto con la misma temperatura. Sólo hay que darse una vuelta por este tipo de espacios para ver como algunos trabajadores están en mangas de camisa y otros llevan un jersey de lana. Y este tipo de incomodidades, tal como han demostrado varios estudios, afectan en última instancia a la productividad.

3. Nos hacen menos felices

¿Puede el espacio en el que trabajamos afectar a nuestra felicidad? Es lo que trató de averiguar un grupo de investigadores de la Universidad de Calgary (EEUU), que observó la evolución de 21 trabajadores en el transcurso de una mudanza de una oficina convencional a un espacio abierto. Tras el cambio los trabajadores mostraron más estrés y menos satisfacción y su productividad disminuyó. No fue una cuestión de adaptación al cambio. Seis meses después de la mudanza los trabajadores seguían prefiriendo su anterior oficina y, en conjunto, aseguraron que eran menos felices y las relaciones entre compañeros lejos de mejorar habían empeorado. 

Si estás leyendo este reportaje desde el trabajo es muy probable que no estés sólo en la habitación. Las oficinas abiertas, con salas grandes en las que trabajan muchos empleados, y sin apenas despachos, son cada vez más habituales. Según un estudio de la International Management Facility Association el 70% de las oficinas estadounidenses son de este tipo, una cifra que a buen seguro es similar en Europa.