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Los gilipollas: una teoría
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POR QUÉ SON COMO SON Y CÓMO COMBATIRLES

Los gilipollas: una teoría

Son una clase de seres que están convencidos de que sus características les hacen merecedores de una consideración especial. Y por tanto, sus privilegios son normales

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Los gilipollas: una teoría

Durante una actuación en París, el rapero Kanye West proclamó: “Soy Picasso. Soy Miguel Ángel. Soy Basquiat. Soy Walt Disney. Soy Steve Jobs”.

No, asegura Aaron James, lo que eres es un gilipollas, uno de los que se engaña a sí mismo, pero gilipollas al fin y al cabo. Aaron James es profesor en la Universidad de Irvine, donde enseña filosofía y es el autor de 'Assholes, a Theory', un libro en el que ha establecido una taxonomía de esta especie hoy tan abundante.

James encaja a West dentro la categoría 'Delusional asshole' porque es alguien equivocado sobre su grandeza. “Puede que sea un artista con mucho talento, pero piensa que Dios le asfaltó el camino. Se ve como alguien extraordinario, un artista para la historia. Posee una concepción muy grandiosa de sí mismo, a partir de la cual se siente legitimado para hacer toda clase de cosas, como tratar mal a los demás”. El profesor de filosofía encuentra en la historia del arte muchos de estos empleos. Entre ellos, gente como Miles Davis o Picasso, que creían que su talento les situaba por encima de los mortales en todos los aspectos y que por tanto, las reglas de la convivencia que eran válidas para los demás no lo eran para ellos.

En 'Assholes, a Theory', James define a los gilipollas como “esa clase de tipos que se creen autorizados para gozar de ventajas especiales en la vida cooperativa a partir de un sentido de la legitimación que les inmuniza contra las quejas de los demás. Y en tanto están inmunizados sienten que no tienen que respetar a los demás”.

La igualdad es insultante

Desde esa perspectiva, la misma idea de igualdad, el hecho de que alguien pueda estar a su altura, resulta insultante para los gilipollas. No todos podemos estar al mismo nivel (en cuanto a capacidad intelectual, recursos económicos, poder social, etc.) y eso autoriza a personas como ellos a hacer lo que quieran. Dado que están en el estrato superior, no deben someterse a ningún tipo de límite. Esta clase de personas nunca reconocerán a los demás más que mirándolas desde lo alto: contemplan las quejas de los otros o sus demandas de reconocimiento, con desdén. No se mueven en el mismo plano.

Eso sí, la mayor parte de estos imbéciles suelen ser hombres, quizá porque, explica James, están socializados en culturas que les empujan hacia actitudes más insensibles. “Cuando actúan de este modo solemos decir que ‘los hombres son así’, pero cuando lo hace las mujeres lo entendemos fuera de lugar y las reprendemos. No creo que haya nada en la naturaleza biológica de los varones que nos lleve a comportarnos como unos gilipollas. También las mujeres pueden serlo, pero como culturalmente es más difícil, es menos probable que se las apañen para comportarse como tales”.

Están cada vez más de moda

No podemos intentar cambiar a esta clase de gente, avisa James, porque no lo conseguiremos. Debemos intentar evitarlos, en primer lugar, y si no es posible, fijar claramente los términos de nuestra relación con ellos y no movernos de ahí. Si es necesario, habrá que enfrentarse a ellos y, en el conflicto, buscar el reconocimiento de terceros. James entiende que estos gilipollas están cerca de lo que la psicología tiende a calificar como desórdenes narcisistas de personalidad, pero que no es exactamente lo mismo. Lo que sí parece evidente, dice James, es que los gilipollas existen y están cada vez más de moda.

Durante una actuación en París, el rapero Kanye West proclamó: “Soy Picasso. Soy Miguel Ángel. Soy Basquiat. Soy Walt Disney. Soy Steve Jobs”.

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